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Libros, ideas y política para el futuro

Federico Reyes Heroles elaboró un retrato salpicado de escenas en las que los libros no son sólo parte del escenario, motivan charlas, ideas, reflexiones...

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Escrito en OPINIÓN el

En septiembre de 2015 apareció en librerías Orfandad. El padre y el político de Federico Reyes Heroles. Tuve la oportunidad de leerlo a principios de este año y pese a que la crítica literaria y política ya destacaron sus múltiples cualidades y aciertos, mi atención se concentró en un aspecto muy particular. Para mí, este libro no es sólo el retrato de un político y de un padre, es también la descripción de un bibliómano: de un hombre que articuló sus facetas de político y de padre en torno a la conversación con y sobre los libros. Federico Reyes Heroles elaboró un retrato salpicado de escenas en las que los libros no son sólo parte del escenario, motivan charlas, ideas, reflexiones y trazan características personales, para mí, lector, entrañables de Jesús Reyes Heroles. 

 

Un libro lleva a otro. Entre las páginas de Orfandad una anécdota llamó mi atención: Jesús Reyes Heroles aceptó la invitación de Félix Moreno Canalejas para prologar Mirabeau o el político, de José Ortega y Gasset, durante una conversación que sucede en unos mingitorios. Así, en 1984 apareció Dos ensayos sobre Mirabeau, editado por la Librería del Prado, y que sería el último texto publicado en vida por Jesús Reyes Heroles. Al calor de la lectura de Orfandad, esta anécdota y saber que fue su última publicación en vida, desempolvé Dos ensayos, por fortuna, reeditado por el Fondo de Cultura Económica en 1993 y magistralmente prologado por Mauricio Merino.

 

Este libro es un tête à tête sobre la relación de las ideas con la política y el papel del intelectual y el político. Jesús Reyes Heroles no podía sólo prologar a José Ortega y Gasset, su desacuerdo lo llevó a argumentar sus propias posturas. Para Ortega y Gasset hay una clara distinción entre el intelectual y el político, tanto que los denomina personalidades opuestas. Para Reyes Heroles esa distinción no es tajante; ambas “personalidades” pueden convivir en una sola persona. Ambos responden de manera muy distinta a la pregunta: ¿cuál es la relación entre la política y las ideas? Pero el diferendo se hace mayor al momento que cada uno desea responder a la pregunta: ¿qué uso dan a las ideas los hombres de acción?

 

Estando en estos momentos en París en la cumbre de Gobierno Abierto, quiero destacar un punto de ambos autores que considero hoy útil para políticos, servidores públicos e intelectuales. Si bien Honoré Gabriel Riquetti, Conde de Mirabeau es sólo el pretexto para que ellos reflexionen sobre lo que sucedía en su tiempo y en sus países, y para exponer la relación entre ideas y política, Mirabeau también fue una excusa para hablar del futuro que los dos imaginaban para sus países.

 

En Mirabeau o el político, José Ortega y Gasset hace un alegato a favor de la monarquía constitucional para la España de su época. En medio de los argumentos que apoyaban la monarquía y los que promovían una nueva constitución, Ortega imagina un futuro.[1] Por otro lado, en Mirabeau o la política, Reyes Heroles escribe que para México es necesario “ampliar el concepto de representación e introducir nuevas formas de participación para que la sociedad esté en el Estado.” Más allá de juzgar los aciertos, desaciertos o consecuencias de estas posturas, quiero enfatizar que la visión de futuro que cada uno tenía por su lado guiaba sus agendas políticas, ya fuera en sus ideas, acciones o ambas. 

 

Ortega y Gasset es muy claro al distinguir entre el pusilánime y el magnánimo. Anota: “El pusilánime, en cambio, carece de misión; vivir es para él simplemente existir él, conservarse, andar entre las cosas que están ya ahí, hechas por otros —sean sistemas intelectuales, estilos artísticos, instituciones, normas tradicionales, situaciones de poder público. Sus actos no emanan de una necesidad creadora, originaria, inspirada e ineludible—ineludible como el parto. El pusilánime, por sí, no tiene nada que hacer: carece de proyectos y de afán rigoroso de ejecución.”

 

Después de los múltiples eventos del 2016, me parece necesario reivindicar el futuro. La elección de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el Brexit, el No a la paz en Colombia, la dificultad para construir una coalición gobernante en España y el creciente abstencionismo en las elecciones, como en Inglaterra y Nicaragua, fueron vueltas a proyectos del pasado ante la ausencia de proyectos viables hacia el futuro. Ante esta tendencia a cerrarse, debemos dar la pelea constante por la apertura, por robustecer nuestras democracias.

 

No podemos pensar ni actuar en el presente sin una imagen del futuro que deseamos para nuestra familia, para nuestro municipio, para nuestro estado, para nuestro país. No podemos permitirnos que el pasado sea nuestra visión del futuro. Es necesario debatir ideas de futuro para saber qué proyectos son necesarios emprender para construir el México que todos queremos. 

 

En este contexto celebro que La jaula abierta, el Fondo de Cultura Económica y el CIDE coediten la serie –topías, dirigida por Roger Bartra y Gerardo Villádelangel, que es una invitación a libros e ideas para pensar e imaginar el futuro. 

 

La lectura de Orfandad. El padre y el político, Dos ensayos sobre Mirabeau Utopía de Tomás Moro, primer volumen de –topías, son una trama que articula libros, ideas y política para pensar el futuro y desde ahí respondernos cuál es el México por el que trabajaremos. 

 

Este columnista tomará unas vacaciones y volverá a publicar en enero.

 

@joelsas

@OpinionLSR

 

[1] Para ahondar en estas ideas de José Ortega y Gasset, recomiendo el artículo de “Ortega y Gasset: un intelectual liberal y su fracaso como político” de Roberto Breña que apareció en las páginas 396 a 425 del número de julio-septiembre de 1995 de la revista Foro Internacional editada por el Colegio de México.