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Legislar es un derecho natural, no naturalizado

El derecho a influir en el destino de nuestra nación mediante sus leyes y su representación popular, corresponde solo a las y los nacidos aquí. | Ana Villagrán

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Escrito en OPINIÓN el

Nota aclaratoria inicial: 

Con el perdón de todos aquellos extranjeros que se enamoran tanto de México que quieren intervenir en su política nacional. Y no, no me importa lo que Chabela Vargas haya dicho… 

La reciente iniciativa del Senador de Morena, Martí Batres, (que al final fue retirada) para modificar la fracción I del artículo 55 de la Constitución, que al pie de la letra señala: “Para ser diputado se requiere: I. Ser mexicano, por nacimiento, en el ejercicio de sus derechos” ha despertado un debate que no es nuevo, pero que hoy con la frecuente actitud de la Cuarta Transformación de defender nuestras instituciones “de empresas extranjeras”, adquiere un nuevo significado. 

¿Quiere Morena impedir la intervención de empresas provenientes de otros países en CFE, en Pemex, en la construcción del aeropuerto, en las licitaciones del gobierno, etc.; pero sí pueden convertirse en legisladores o legisladoras de nuestra nación? ¡Si el presidente mismo no hubiera salido del país! ¡Si Trun [sic] no lo hubiera obligado! Llevan dos años rechazando todo lo que venga de afuera o tenga la más mínima noción de “intervención de otra nación”, “porque somos un país soberano” ¿pero quieren que nos vengan a gobernar extranjeros naturalizados?

¡Es incongruente y absurdo! Es una de las máximas cosas ilógicas que estas personas han planteado en estos dos años en el gobierno. ¿En qué lógica está bien impedir la compra de tecnología extranjera, de avances que nos recoloquen en un mejor lugar a nivel global, pero por otro lado “respetar los derechos humanos de aquellos que se naturalicen? ¡No lo entiendo! 

Si bien fundamentan esta propuesta en la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del 7 de enero del 2020, que determinó que los Congresos locales carecen de la competencia para establecer como requisito para acceder a cargos públicos la nacionalidad por nacimiento; no se puede ponderar de la misma manera para acceder a cargos de representación popular, en este sentido: Todo parte de la manera en la que se entiende el papel de las y los legisladores, Senadores o Diputados. Se trata de lo que significa hacer leyes, su profundidad histórica y social va más allá de cualquier aspecto técnico.

Hacer leyes, decidir el futuro de esta gran nación, influir en la estructura que rige la vida de millones de personas, no es un acto mecánico, técnico, ni de conocimiento de las leyes, no parte de hacer show, tomar la tribuna o aparecer en debates en televisión. 

Hacer leyes, gobernar, tener un cargo público de representación popular, elegido democráticamente, es una de las más altas responsabilidades y honores que cualquier ciudadano puede tener. Parte de un profundo conocimiento y arraigo cultural que se trae de nacimiento y se obtiene a raíz de la familia, la educación y la participación misma en nuestra sociedad, son nuestras reglas no escritas, nuestros usos y costumbres, nuestra visión de lo que imaginamos como nación desde niños. Está en nuestro ADN cultural y nacional.  

No sólo es un acto legal y una participación superficial y técnica. Hacer leyes es participar de los principios mismos del México de antes, y del México de hoy, y cualquiera que no lo entienda así o no lo viva así, no merece ser legislador. Así que no, no cualquiera puede llegar a estas posiciones o no debería poder llegar así, por lo que por más que alguien compruebe que conoce nuestra historia, ama a nuestro país y ha vivido aquí lo suficiente para naturalizarse, pagar impuestos y acceder a un trabajo en el gobierno, no es lo mismo ni tiene lo necesario para poder formar parte esta inmensa responsabilidad que implica construir, analizar, o modificar leyes. Cargos en el gobierno sì, cargos de representación popular no. 

Así que la posibilidad de ser legislador o legisladora parte, en mi consideración, de una especie de derecho natural. Un derecho que parte del privilegio o la oportunidad de nacer en una tierra específica y pertenecer culturalmente a un pueblo, a una nación. En Derecho se entienden estos “derechos naturales” como un “conjunto de normas y principios jurídicos que se derivan de la propia naturaleza y de la razón humana, que existen como principios inmutables y universales (…) El derecho natural es un orden jurídico objetivo, no procedente de legislador alguno, que se impone a los hombres por su propia naturaleza; es objetivo e inmutable y conocido por la razón” *consultar Filosofía del Derecho* 

Y no, no es un acto de discriminación, no es algo que pretenda crear o tener mexicanos de primera y mexicanos de segunda. Es algo con lo que se nace y punto. El derecho a influir en el destino de nuestra gran nación mediante sus leyes y su representación popular, es un derecho que corresponde solo a las y los que nacieron en este país. 

Así que, a pesar de sonar tonta, conservadora, retrógrada, nacionalista, derechosa, obtusa o cualquier adjetivo, parto de la esencia de lo que es correcto y natural, de lo que es propio de cada uno.

Así que por más que me objeten que con Fox se hizo una excepción a la ley por el origen de sus padres, no lo pueden homologar pues no se trataba del sujeto en sí, sino de los progenitores del individuo, lo que claramente no es lo mismo. Y a menos que la quieran regar como lo ha hecho nuestra Selección Nacional, que ya parece más una pasarela de extranjeros que de mexicanos, aspiro a que nuestros órganos legislativos se mantengan más como el Club Guadalajara, hechos 100% en México (¡arriba las chivas casa de nuestro gran Chicharito!).  

Para terminar, planteo que esto tendría que comenzar a promover, quizá, la posibilidad de la existencia de una supra estructura legislativa que poco a poco vaya conformando algo como la Unión Europea, pero aquí en México para América Latina. Una Unión de naciones que involucre la participación de todas las naciones del continente americano y hablen español, para alcanzar un bien común como subcontinente latinoamericano, ahí si entonces sería válida la participación de cualquiera que se asuma como parte de esta gran nación continental. Ya otros pensadores latinoamericanos lo han planteado antes, deberían retomarlo. 

Y nuevamente insistiendo, que sin afán alguno de discriminar a nadie y con el perdón de todos aquellos extranjeros que se enamoran tanto de México que quieren intervenir en su política nacional, hay cosas que son sagradas, naturales, y propias de un mexicano natural, no naturalizado. Y no, no me importa lo que Chabela Vargas haya dicho… para legislar hay millones de mexicanos esperando entregarse a su patria.