Main logo

Las tragedias dentro de la tragedia

La crisis del covid-19 no nos viene como anillo al dedo. | Israel Rivas Bastidas*

Por
Escrito en OPINIÓN el

Dedicado a Ángel un guerrero de 4 años que acaba de perder la batalla contra el cáncer. 

El tener un hijo enfermo siempre será un gran pesar, pero el tener una hija o un hijo con una enfermedad crónico-degenerativa como el cáncer, significa una doble o triple pena. Los que tenemos hijos menores con esta terrible y devastadora enfermedad sabemos que barre con todo; con la estabilidad económica, emocional y hasta espiritual de la familia. No es fácil para ellos luchar contra tantos piquetes, no es fácil para ellos sobrellevar una vida que te pide más idas e internamientos al hospital, que juegos con tus hermanos y amigos. No es fácil para lo cuidadores primarios presenciar este dolor físico y emocional, es llorar a escondidas para poder hacer más fuerte al débil. Pero también es vivir con un temor continuo; miedo a los efectos secundarios de las quimioterapias, a las recaídas, a las infecciones, a la tristeza y depresión, miedo a que se acaben los medicamentos y que el incumplimiento del protocolo tenga consecuencias funestas. Lo cierto es que uno y la familia aprende a vivir de a poquito, de día en día, aprendes a disfrutar los maravillosos instantes de profunda felicidad, reaprendes que una simple pelota y un helado pueden hacernos inmensamente dichosos, la familia entiende que los pequeños instantes de alegría, son más valiosos que muchas posesiones materiales. Sin embargo, hoy ante el panorama ensombrecedor provocado por la pandemia del covid-19, tendríamos que agregar otra preocupación más, otra carga más a cuestas de la muchas que de por sí llevamos, y es que los que tenemos niños y niñas enfermos de cáncer, el coronavirus no, no, nos cae como anillo al dedo, por el contrario, vivimos con la zozobra permanente de que nuestros hijos se puedan contagiar, de que los hospitales donde son atendidos se reconviertan en hospitales covid, y los médicos y enfermeras que los atienden, ante la falta de hospitales y personal sanitario,  atiendan también a estas personas enfermas y después, a su vez, contagien a  nuestros niños. Nos preocupa que por los códigos éticos se atienda o se le dé preferencia  a una persona sana que a un niño con cáncer, porque para el amor de un padre o una madre no hay código ético que valga. Nos agobia que muchos no podemos salir a trabajar por no contagiarles, pero se acaba la comida; nos abruma el saber que las reservas de sangre de los hospitales se agotan, nos aterroriza que ante estas circunstancias se vuelvan a agotar los medicamentos, en resumidas cuentas los que tenemos niñas y niños con cáncer estamos en crisis por el coronavirus, de ninguna manera nos viene como anillo al dedo, si ya vivíamos en la zozobra, hoy vivimos en el espanto permanente.

* Israel Rivas Bastidas

 Es papá de una niña con cáncer y vocero de Padres de niños con cáncer.