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Las elecciones y el federalismo norteamericano

Estamos ante la mayor diferencia negativa en votos populares que jamás haya obtenido un Presidente electo de los Estados Unidos en su historia.

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Escrito en OPINIÓN el

Después de la -para algunos- “sorpresiva” victoria de Donald Trump en las elecciones para Presidente de los Estados Unidos, un grupo de expertos en seguridad llamó la atención pública al hacer señalamientos de posibles inconsistencias en el conteo de votos en algunos estados de la Unión Americana.

 

La posibilidad de un fraude electrónico en tres estados (Michigan, Pensilvania y Wisconsin), y la diferencia a nivel nacional de más de dos millones de votos en favor de Hillary Clinton alimentaron la convocatoria lanzada hace algunos días por la entonces candidata presidencial del Partido Verde, Jill Stein, para recaudar fondos y llevar a cabo un recuento en esos estados.

 

El sistema electoral norteamericano permite que escenarios de este tipo puedan presentarse ante un electorado dividido, ya que si bien los ciudadanos pueden votar por su Presidente, ese voto está relacionado directamente con el número de representantes que votarán en el Colegio Electoral.

 

De forma que el candidato que obtenga el mayor número de votos ciudadanos, contará automáticamente con el número de representantes de ese estado ante el Colegio Electoral.

 

La lógica del Colegio Electoral está basada en el número de senadores y representantes con el que cuenta cada estado, de acuerdo con el esquema federal de esa nación. Así en algunos casos, el Colegio Electoral le da un mayor peso a los electores de algunos estados pequeños y poco poblados como Wyoming, en detrimento de otros más grandes y poblados como California.

 

Problemas de legitimidad en el voto…

 

Normalmente quien gana en el Colegio Electoral también gana el voto popular. Sin embargo, cuando la contienda electoral está muy cerrada se han dado casos como el del año 2000, en el que Al Gore superó a Bush en el voto popular, pero no en el Colegio Electoral.

 

En aquel entonces la diferencia de medio millón de votos llevó a la elección a una disputa legal que la Suprema Corte norteamericana terminó resolviendo en favor de Bush.

 

Hasta ahora, de acuerdo con los datos que se han hecho públicos en los medios de comunicación, Clinton aventajaría por más de 2.3 millones de votos a Trump en el voto popular, lo cual lógicamente disminuye su legitimidad como Presidente popular ante ciertos sectores del electorado estadounidense.

 

Independientemente de la diferencia total de votos, parece muy poco probable que los recuentos puedan cambiar los resultados electorales finales. Algunos analistas consideran que ese mecanismo lejos de afectar a Trump, consolidaría su autoridad y lo robustecería como Presidente.

 

No comparto esa opinión porque a diferencia de lo que sucedió en el año 2000, en este caso estamos ante más de dos millones de diferencia en el voto popular entre un candidato y otro, y que podría llegar a medio millón más. Es decir, estamos ante la mayor diferencia negativa en votos populares que jamás haya obtenido un Presidente electo de los Estados Unidos en su historia.

 

Esto lejos de fortalecer su mandato, lo hace débil frente a sus adversarios, y por ello el ahora Presidente electo está obligado a negociar con los disidentes de su propio partido, y a buscar acuerdos con los demócratas para generar condiciones de estabilidad en su mandato.

 

@pacozorrilla 

@OpinionLSR