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Las dolorosas declaraciones de Sánchez Cordero

Ahora sobre el plantón de padres de la guardería ABC. | Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda*

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Escrito en OPINIÓN el

Volvió a suceder. De nueva cuenta, desde el gobierno federal se denostó una lucha social que muestra independencia y exige tiempos y formas diferentes a las que ofrecen las autoridades. En esta ocasión, se trató del plantón que mantienen desde el 2 de noviembre de 2020 padres de niños muertos en la tragedia de la guardería ABC en Hermosillo.

En una conferencia “mañanera”, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, fue cuestionada al respecto y la primera parte de su respuesta fue “no es todo el grupo de padres del ABC, eso que quede muy claro; solamente es un pequeño grupo”.[1] Es claro que la intención de esta declaración fue restarle legitimidad al plantón. Sin embargo, es muy difícil que en los movimientos de víctimas —como es el caso— sean todos los afectados quienes se organicen y manifiesten. La literatura nos muestra que las respuestas ante este tipo de tragedias suelen ser diversas; se puede ir desde un dolor que inmoviliza hasta una rabia expresada en organización y búsqueda de justicia, pasando por una amplia gama de matices intermedios.

Desde el incendio en la guardería en junio de 2009, algunos padres crearon colectivos y se movilizaron; otros decidieron vivir el duelo de diferente forma. Por lo cual, lo que menciona la secretaria de Gobernación no es algo nuevo, ni tendría por qué —bajo ninguna circunstancia— ser un indicador sobre la legitimidad o no de las demandas de los integrantes del plantón.

Creo que la respuesta de la funcionaria pública debió dejar de lado las intenciones de deslegitimación y concentrarse en las demandas de los afectados. Ciertamente, una parte de la respuesta de Sánchez Cordero se enfocó en ello: “permanentemente, ¡permanentemente!, por instrucciones del presidente, a todos los padres del ABC se les ha atendido. Que algunos quieran otro tipo de atención, de reparación del daño y de indemnización, es otra cosa. Es más, el Instituto Mexicano del Seguro Social permanentemente está presente con los padres del ABC, atendiendo la salud de los niños, la salud psicológica de las personas y, por su puesto, reparando los daños”.

Dolorosamente, la siguiente parte de la declaración fue: “si hay algún interés particular de este pequeño grupo, diferenciado del resto de los padres y con reclamos distintos, pues ahí está; pero nosotros, definitivamente, ¡categóricamente!, sí hemos atendido a los padres del ABC”.

¿Interés particular?, ¿qué tan grande debe ser un grupo para que se le atienda como desea? Desde mi perspectiva, hay algo que puede leerse entre líneas en tales declaraciones: según el gobierno, los colectivos y los movimientos sociales deben plegarse a lo que el gobierno ofrece, no tener exigencias propias. De lo contrario, ¿para qué utilizar frases tan desafortunadas (por decir lo menos) como “interés particular” y “pequeño grupo”? Mi lectura apunta a que la intención es denostar esta lucha para tener una justificación del porqué no se atiende a los padres inconformes como lo exigen. En otras palabras, se reafirma que no existe la posibilidad de interactuar según lo plantean los integrantes del plantón.

Recordemos que este no es el primer grupo que obtiene una respuesta similar por parte del gobierno federal. El presidente López Obrador declaró que en las marchas feministas “se mezclan demandas justas con intereses de grupos”.[2] También generalizó a los opositores de sus megaproyectos de “desarrollo” calificándolos de “pseudoecologistas”.[3]

Con una mezcla de tristeza y coraje, veo que la denostación a grupos que rebasan al gobierno por la izquierda y tienen demandas justas, pero independientes, pareciera no ser una respuesta aislada, sino la política elegida por esta administración. Puede parecer obvio, sin embargo, no quiero evitar ser explícito: el gobierno debería frenar inmediatamente las intenciones de deslegitimar las luchas sociales que escapan de su control, por su propia reputación como agentes políticos de izquierda y para no restarle brillo a sus aciertos.

Sobre las organizaciones y movimientos de izquierda (incluso los que no han tenido roces con el poder estatal), el camino pareciera claro: se debe mantener la lucha con una sana distancia de las autoridades. Si reciben respaldo, bienvenido, pero siempre teniendo en cuenta que esto puede cambiar; sobre todo, si algunas de sus acciones chocan con intereses defendidos desde el gobierno, el cual tiene cerca a personas respetables (como están obligados), pero también gente tan impresentable como Ricardo Monreal o Félix Salgado Macedonio.

*Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda. Doctorante en Estudios del Desarrollo. Problemas y perspectivas latinoamericanas por el Instituto Mora. Maestro en Sociología política por la misma institución y Licenciado en Historia por la Universidad de Sonora. Mis artículos han aparecido en América Latina Hoy, Conjeturas Sociológicas, BiCentenario, El Universal, Cuadernos Fronterizos, Revista Común, La Silla Rota, Regeneración, entre otros medios.