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Las armas las porta el diablo

Lo cierto es que hoy los mexicanos ven azorados tragedias cotidianas. Y no quieren vivir así

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Escrito en OPINIÓN el

Hace apenas unos días el presidente Enrique Peña Nieto se lanzó a la yugular de la “sociedad civil” porque –dice–: 

…hay más voces que vienen de la sociedad civil que condenan y critican el trabajo que hacen las instituciones del Estado mexicano, que aquellas que reconocen la tarea de las autoridades en el combate a la inseguridad

El 13 de noviembre durante el 6to. Foro Nacional Sumemos Causas por la Seguridad, Ciudadanos + Policías; reconoció también que desafortunadamente “no se ha conseguido parar el impacto de la violencia que vive el país”. Esto es, violencia criminal que cada día es creciente en todo la República, en particular en algunos estados en donde la marca de hoy es el crimen y la impunidad.

Y no había transcurrido mucho de aquella declaración anti-bullying, cuando el domingo 19 de noviembre el director general de Izzi, Adolfo Lagos, murió en un tiroteo mientras hacía un recorrido en bicicleta en la carretera Tulancingo-Pirámides, en el Estado de México.

La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) informó que el directivo de Televisa fue lesionado por arma de fuego y posteriormente trasladado al Hospital de Especialidades Médicas de Villa de las Flores, ubicado en el municipio de Coacalco, donde falleció.

Al día siguiente, el Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, condenó enfático el asesinato del Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Baja California Sur, Silvestre de la Toba Camacho y de su hijo Fernando de la Toba Lucero; están graves su esposa y su hija. Fue un atentado la tarde del 20 de noviembre en La Paz, Baja California Sur.

Estos son solo dos ejemplos relevantes de lo que ocurrió apenas en unas cuantas horas. Dos muertes que se suman a la enorme cantidad de homicidios que hay en todo México.

El periodista Fernando Antonio Mora documenta:

Cada 18 minutos se asesina a un ciudadano en nuestro país. 2017 se ubica como el año más violento en la historia de México

La preocupación no puede ser menor. Estamos en un momento de alta tensión no sólo porque de forma extraña, digamos, cada día más los mexicanos se encuentran armados; no solo para su defensa, sí para la agresión.

Cada día conocemos de asaltos, crímenes, agravios en los que para intimidar se exhiben armas de fuego y en muchos casos se usan. La muerte de gente inocente aumenta cada vez más.

¿Quién está armando a los mexicanos?


Esa es una pregunta que tendrían que responder las autoridades y, por supuesto, el gobierno de los Estados Unidos, que en esa materia es absolutamente permisible. Hoy todo mundo saca su fusca a la menor provocación. Peligro.

Desde México se critica la utilización libre y arbitraria de armas en Estados Unidos; la famosa Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América (o Enmienda II) que protege el derecho de los estadounidenses a poseer y portar armas. Esto es: EU es uno de los países con menores limitaciones para adquirir y portar armas de fuego. Y las exportan.

El daño que se hace a la convivencia dentro de México puede ser irreparable si este tráfico de arsenales sigue cruzando la frontera de norte a sur. ¿Quién lo estimula? ¿Quién lo detiene?

Luego: también es cierto que muchos elementos de la seguridad pública, como marinos y militares, hacen de forma impecable una tarea extremadamente complicada y peligrosa para detener tanto el narcotráfico, como el crimen organizado y la inseguridad pública, la que se percibe en las calles de todas las ciudades o zonas rurales del país.

Pero también es cierto que muchos elementos de estas mismas corporaciones traicionan su consigna y juramento de velar por la seguridad de los mexicanos en su integridad física como en su patrimonio y el de sus familiares.

Uno de esos grandes elementos adversos para solucionar esta situación y que de hecho es factor de su mayor crecimiento y hondura criminal, es el de la corrupción. Muchos se incorporan a las fuerzas públicas para medrar, para corromper, para irrumpir y exigir beneficios extralegales; y actúan en consecuencia.

De esta manera la sociedad civil se encuentra prisionera tanto de quienes se han armado para agredir, como de algunos integrantes de las fuerzas de seguridad que irrumpen en nombre de la legalidad para cometer ilegalidades.

El presidente exige respeto para todas las fuerzas de seguridad pública. Está bien. Y son respetables aquellas que cumplen de forma honorable con su encomienda pública. Siempre será así. Pero no lo será cuando integrantes de estos cuerpos, y de los de procuración de justicia o administración de justicia, se corrompen y dañan; abusan y agravian.

Parte y parte. Lo que es cierto es que hoy los mexicanos ven azorados tragedias cotidianas. Y no quieren vivir así.

El gobierno mexicano deberá ver qué hace a fin de parar con ese armamentismo criminal que nos llega a través de la frontera norte, así como los muchos casos de corrupción dañina. Eso es parte, también, de la situación que agravia, aterroriza e indigna a todos los mexicanos.  

@joelhsantiago | @OpinionLSR | @lasillarota