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La violencia y el mito del amor romántico

El amor no es sacrificio ni sumisión, ni tampoco un mandato del destino. | Norma Loeza*

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Escrito en OPINIÓN el

Febrero es considerado el mes del “amor y la amistad” en una extraña mezcla de tradición y mercantilismo que es sumamente popular. Una de las principales características de esta efeméride es la exaltación del amor romántico, un mito que más allá de la cursilería que evoca, también es causa de algunas de las condiciones que inciden en la violencia de género, de noviazgo, de pareja y familiar.

¿Cómo es que el festejar el amor o la amistad puede terminar por validar lo opuesto? La respuesta es compleja, y en realidad no tiene solamente que ver con el festejo en sí, sino con las formas culturales a través de las cuales el mito del amor romántico se expresa. 

Quizás para comprenderlo mejor debamos empezar por definir lo que es el amor romántico, y por qué se transforma en un mito que normaliza la violencia de género y de pareja. Se trata de una categoría utilizada en los estudios de género, para describir el modelo socio histórico que moldea culturalmente las relaciones amorosas, sensibles, sexuales, de pareja y familia, así como los roles que juegan los distintos géneros en ese ámbito.

Es decir, que las expresiones amorosas se moldean, de acuerdo con el contexto histórico y socioeconómico que las anima. Para los estudios feministas, ese contexto siempre ha estado determinado por las reglas patriarcales que le asignan un rol sumiso a lo femenino y otro controlador y autoritario a lo masculino. 

Por tanto, expresar amor del tipo romántico que la sociedad determina válido, deseable y adecuado, pasa por este juego de roles donde se construye de manera idealizada en función de los roles asignados.

En el fondo, la verdad es que no hay nada de “romántico” en ello y termina siendo un modelo aspiracional en donde se busca afirmar una condición desventajosa para quien juega el papel sumiso o femenino, siendo esta la razón por la que se convierte en asunto digno de análisis para los estudios de género.

Pero quizás hasta este punto todavía no resulta tan evidente su relación directa con la normalización de la violencia. Eso es porque como sociedad hemos creído en mitos que parecen aceptables, pero que perpetúan esta continua y tóxica relación entre amor y sacrificio que el estereotipo de lo “romántico” fortalece y normaliza.

Ejemplos de ello, sobran. ¿Cuántas veces no nos dijeron de niñas “quien bien te quiere, te hará llorar”? ¿o nos dijeron que si un niño nos pegaba o molestaba era porque le gustábamos? Confundir amor con violencia es el resultado en la práctica de estos “consejos” y es por ello que, para muchas personas, el amor es campo de batalla y no un sentimiento de entendimiento mutuo.

Por si fuera poco, esa educación popular se refuerza en telenovelas, publicidad, mensajes de todos tipos que reiteran continuamente la idea de que el amor exige entrega y sumisión absoluta. 

Las ideas peligrosas dentro de este tipo de pensamiento hacen creer entre otras cosas, que el “amor verdadero” es único en la vida, y si decides soltarlo puede que no vuelvas a encontrarlo. Esa idea es la que logra que muchas personas, especialmente mujeres, crean que no pueden dejar a su pareja, aunque sea violenta, porque se trata del “verdadero amor”.

También está la idea de que el “amor verdadero” debe hacer sacrificios. Ello se interpreta como tolerancia a la violencia y al maltrato, como parte de ese pretendido sacrificio ya sea por la pareja o por las y los hijos, que “merecen” una familia, no importando lo que haya que soportar para mantenerla.

Otra de estas nociones, es la que afirma que el amor es posesión y control absoluto, lo que acaba justificando el celo o el maltrato debido a la idea de que la pareja es una posesión, que no tiene libre albedrío y que debe ser controlada. 

Podríamos agregar otras, que en realidad todos y todas conocemos. Es tan común esta idea del “amor romántico” en lo cotidiano, que no es difícil identificarlo en muchos momentos y ámbitos de nuestras vidas.

Sin embargo, es importante hacer esta reflexión colectiva, porque en los últimos años el asunto ha pasado de ser un modo de mirar el amor y las relaciones humanas, a convertirse en un factor que incide en el aumento de las cifras de violencia intrafamiliar y feminicidios, especialmente durante el encierro en la pandemia.

Para muchas mujeres víctimas de violencia, su historia empieza con la idea de este “amor romántico”, en el que se ven atrapadas con los continuos mensajes que refuerzan que así es el amor, o por lo menos que así debe de ser. 

Es así como la pareja ideal del “amor romántico” es en realidad el pacto patriarcal, que refuerza y normaliza las ideas de sujeción, sacrificio y control y termina por normalizarlas a diferentes escalas. 

Este 14 de febrero, por tanto, es bueno recordar que la violencia en una relación no es normal, y que, de existir, nada la justifica. Que el amor no es sacrificio ni sumisión, ni tampoco un mandato del destino. Y que, si entendemos eso y lo aplicamos en nuestras relaciones, seguramente los chocolates nos sabrán más dulces y las flores podrán ser de verdad un lindo regalo y no un modo de paliar las culpas o un chantaje para no poder escapar de relaciones abusivas. 

*Mtra. Norma Loeza

Educadora, socióloga, latinoamericanista y cinéfila.  Orgullosamente normalista y egresada de la Facultad de Ciencias Políticas sociales de la UNAM. Obtuvo la Medalla Alfonso Caso al mérito universitario en el 2002. Fue becaria en el Instituto Mora. Ha colaborado en la sociedad civil como investigadora y activista, y en el gobierno de la Ciudad de México en temas de derechos humanos análisis de políticas y presupuestos públicos y no discriminación, actualmente es consultora. Escribe de cine, toma fotos y sigue esperando algo más aterrador que “El Exorcista”.