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La verdadera corrupción

La verdadera corrupción es la que no se ve y existe. | Julio Castillo López

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Escrito en OPINIÓN el

El discurso de la honestidad lo hemos oído hasta el cansancio. Es una de las razones por las que llegó López Obrador a la presidencia y aunque fue un voto emocional más inspirado en la evidente corrupción durante el régimen de Peña Nieto que en la presunta honestidad de Andrés Manuel, el discurso se ha mantenido y se ha impulsado hasta el punto en que es la forma en que se mide la realidad y a las personas desde el “púlpito” de las conferencias mañaneras.

El problema de hablar tanto de corrupción y de hacerla medida de toda la política es que cuando se encabeza un gobierno se vuelve casi imposible garantizar las acciones de todo y de todos y la realidad termina por alcanzar a las palabras. Algunos ejemplos de ello:

· El primer acto sospechoso fue la compra de pipas por adjudicación directa durante la crisis de escasez de gasolina. Se justificaba por la urgencia, pero no fue una excepción, fue la forma como empezaron y siguen operando. La mayor prueba es que 74% de los contratos han sido adjudicaciones directas por lo que no hay procesos, licitaciones ni manera alguna de transparentar los recursos.

· La ineptitud en otras decisiones no es necesariamente corrupción, pero es difícil no pensarlo… la falta de medicamentos, la consolidación de compras, la cooptación de las obras de infraestructura y la falta de licitaciones.

· Es corrupción y es una gran forma de corrupción poner a personas que no están preparadas para ocupar puestos. Ejemplos de esto sobran en el gobierno de AMLO pero basta la cabeza de PEMEX, la insistencia en colocar a Ángel Carrizales (hasta que pudo) o personas como Paco Ignacio Taibo, para quien tuvieron que modificar reglamentos y leyes.

· Los programas sociales que tanto presume López Obrador se entregan de forma directa. Pero no hay reglas de operación ni tampoco hay padrones claros… son corrupción cínica y pura porque no se pueden medir los resultados, auditar las erogaciones o transparentar los procesos… y estamos hablando de miles de millones al año; más de 400 mil millones de pesos… son como 2 mil 900 casas blancas como la de Peña Nieto.

· La defensa de Bartlett es un atentado contra el sentido común de los ciudadanos. Ahí sí no hay modo en que defiendan la honestidad; estamos hablando de un personaje conocido por corrupto desde hace más de 30 años… señalado incluso por AMLO.

Para terminar, es justo decir que yo también creí en la presunta honestidad de López Obrador en un sentido individual, pero después de ver los hechos es imposible pensar que el presidente esté tan aislado y sea tan ingenuo… lo evidente es que es parte de ella.

La verdadera corrupción no es la cínica que se vio durante la presidencia de Peña Nieto, eso eran robos descarados; la verdadera corrupción es la que no se ve y existe, la que evade normas y leyes, la que encuentra motivos para que haya “excepciones”, la que pone a ineptos en puestos donde se requiere cierta formación, la que defiende a personas como Bartlett y condena a personas como Lozoya (cuando los dos además de corruptos son cínicos), la que mientras señala al pasado, condena al presente.