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La vanguardia

La imagen fija ya no es suficiente, las nuevas narrativas son importantes, pero la foto sigue siendo muy poderosa cuando se trabaja bien. | Ulises Castellanos

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Escrito en OPINIÓN el

Para destacar como fotoperiodista o dirigir a un equipo de colegas, no basta con saber hacer una buena foto o dominar la cámara. Se necesita carácter, liderazgo, inteligencia y la resistencia de Silvester Stallone demostrada en Rocky. Desarrollar un estilo propio y llevar la imagen de la noticia a las nuevas audiencias requiere además paciencia, compromiso, claridad mental, intuición y madurez. Y este es el caso del fotoperiodista José Manuel Jiménez, nuevo coordinador de fotografía del semanario Proceso, al que –por cierto– se reincorpora esta semana después de una larga ausencia de poco más de 15 años de aquella redacción que lo vio nacer y crecer al arranque del nuevo milenio.

Así es, por insólito que parezca, un fotoperiodista de excelencia regresa a Proceso para ratificar el compromiso periodístico con el que varios crecimos bajo el liderazgo del querido Vicente Leñero y el admirado Don Julio Scherer García. Periodistas de excepción.

Foto: José Manuel Jiménez

La tradición permanece, a la redacción de Proceso sólo se ingresa por “invitación” interna y eso aquí también se cumple. El periodista Jorge Carrasco, director del semanario, tomó una decisión valiente, que sin duda resultará eficaz para la revista, convocar e invitar a uno de los mejores fotoperiodistas de su generación, quien se formó desde el año 2000 en aquellas páginas en años clave de nuestra transición política, es inusual.

Intuyo que Vicente Leñero –donde quiera que esté– celebra la noticia de este nuevo fichaje para Proceso. Leñero escribió hace 20 años esto en el diario “La Jornada”, con relación al trabajo del fotoperiodismo:  “Pero cuando uno es fotógrafo o periodista, o reportero fotógrafo. Y éste es el caso, el viaje adquiere el temblor y la magia de ver para los otros. La mochila en el hombro no trae cambios de ropa ni souvenirs. Va cargada de chunches de oficio, de lentes, de filtros y de rollos, cuando de pronto ocurre la visión, el acto, y la cámara erguida se convierte en un músculo, un corazón latiendo al enchufarse al rostro tenso y urgido por disparar. Apunten. Fuego”. Nada como la adrenalina de ver para otros.

Leñero era un apasionado del periodismo, el teatro y la imagen, y cuando se fusionaba la imagen con el periodismo el decía esto : “Se trata ciertamente de eso: de atrapar el instante como pieza de caza… De registrar en trozos de segundo lo que la cámara ve, que no el fotógrafo, porque la cámara siempre se anticipa a desmentir el intento del ojo. Tiempo después, cuando se tiene el papel, el registro de clics, el informe completo de la tarea de tomas, el fotógrafo sabe solamente hay una, la mejor –sin remedio la única–, que se elige entre todas para decir: es ésta la que cumple de veras la misión de frenar esa fracción de vida”. Bajo esta filosofía, lo recuerdo bien, hicimos decenas de portadas para el semanario que quedaron en la huella colectiva de una sociedad crítica.

Hoy el reto de Proceso, es retomar el auténtico legado de Scherer, se trata de superar estos meses de pandemia y saber enfrentar la nueva normalidad “mediática”. Hoy las audiencias están fragmentadas, y hay decenas de cientos de medios en el ciberespacio, la competencia es feroz y los recursos escasos.

Ojalá Pepe, su equipo y sus compañeros tengan el apoyo, el tiempo y la serenidad para retomar el camino trazado por sus fundadores. La energía y concentración deben estar enfocadas en reforzar el periodismo de investigación, la revelación, lo exclusivo y saber difundirlo de manera integral en el impreso, pero también en sus redes.

La imagen fija ya no es suficiente, las nuevas narrativas son importantes, pero la foto sigue siendo muy poderosa cuando se trabaja bien, cuando se mira con pasión e inteligencia. Ese es el reto. Y ahora que la competencia anda desorientada, es una excelente oportunidad para ratificar y demostrar quiénes son y de qué están hechos los fotógrafos de Proceso.

Es verdad, hoy “cualquiera hace foto”, cualquiera critica, todos opinan, publicar en redes ya ni siquiera es un relevante; sin embargo, muy pocos, muy poquitos han tenido y hemos tenido, la oportunidad de publicar en un medio imprescindible, porque será lo que sea, pero la marca y el prestigio importan.

Recuerdo cuando acompañamos a Scherer en Monterrey en el año 2002, cuando recibió el Homenaje del Premio Nuevo Periodismo de la Fundación que inspiraba su entrañable amigo Gabriel García Márquez, ahí dijo lo siguiente: “La manipulación ordena el mundo. Los pobres están ahí para que los ricos puedan volcar sobre ellos los tesoros de su corazón. A los de abajo ya les llegará su momento, que el mundo, aldea global, también les pertenece. Escuchamos el canto: todos formamos una familia. La cuestión es mantener la esperanza. Se ha dicho que la oscuridad cerrada anuncia la alborada, la tímida luz primera a la que seguirán todos los resplandores del cielo”.

Y Scherer seguía: “Al periodismo no le compete la eternidad. Son suyos los minutos milenarios. Ubicuo, su avidez por saber y contar no tiene medida, maravilla del tiempo. No obstante conviene reconocer que nuestro oficio tiene una dosis de perversidad: es difícil escapar a la seducción que ejerce, sin punto de convergencia con el hastío. Pero carga también con deberes estrictos. Perdería su sentido si no recorriera los oscuros laberintos del poder, ahí donde se discute del hambre sin sentirla, la enfermedad sin padecerla, la ignorancia sin conocerla, la muerte prematura como una lánguida tristeza, la depravación como un tóxico en la sangre de los desencantados. Es abominable el terrorismo de las bombas y las torres, como odioso es un mundo paralizado por la enajenación de hombres y mujeres apenas con fuerza para sostener sus huesos”. Así lo creía Don Julio, así le aprendimos y así le acompañamos siempre con lealtad.

Vaya pues una enorme felicitación a Pepe, no sólo por ser un amigo entrañable, sino porque lo conozco en serio y sé de su tenacidad, profesionalismo, energía y capacidad de sorpresa. Le deseo a él y a los colegas de aquel semanario que juntos retomen el camino de la vanguardia y que con firmeza e innovación, asuman su responsabilidad para plantarse frente a este nuevo contexto social, como lo que nunca debieron dejar de ser, la mejor revista de México y contar siempre las cosas como son. Independientes, asertivos y ejemplo para nuevas generaciones de estudiantes de lo que el periodismo siempre debió ser, un contrapeso para el Poder, bajo cualquier circunstancia. Enhorabuena querido Pepe. Nada, como que alguien de casa, regrese a casa.