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La tragedia del desempleo

Una de las prioridades del ejecutivo federal debería de ser la protección del empleo. | Marco Adame

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Escrito en OPINIÓN el

Las cifras de desempleo dadas a conocer en estos días, reflejan la profundidad de la grave crisis económica y social que enfrenta nuestro país. Según el Instituto Mexicano del Seguro Social de marzo a junio se han perdido más de 1 millón 113 mil empleos formales en México.

Asimismo, de acuerdo un estudio reciente de la Universidad Nacional Autónoma de México de febrero a mayo al menos 16 millones de mexicanos han caído en pobreza extrema por ingresos, con lo que su número habría pasado de 22 a 38 millones de personas[1].

Este tema no puede reducirse a cifras estratosféricas y a estadísticas vistas a la distancia. Detrás de cada empleo perdido hay una persona y una familia cuyas vidas se verán afectadas y que a partir de ahora enfrentarán carencias y serias dificultades para satisfacer sus necesidades básicas.

El desempleo debe ser entendido como una desgracia tanto personal como social. En este sentido, el Estado tiene la obligación de asegurar a todas las personas el derecho humano a una vida digna lo cual está salvaguardado por nuestra Constitución; por lo que una de las prioridades del ejecutivo federal debería de ser la protección del empleo.

Ante esta tragedia, la insensibilidad y la falta de respuesta del gobierno ha sido patética y absolutamente irresponsable. La miope visión ideológica del gobierno ha bloqueado los estímulos fiscales necesarios para ayudar a las micro, pequeñas y medianas empresas. Incentivos que a su vez servirían para salvaguardar los trabajos que dependen de estas, los cuales representan el 74% de los empleos formales del país.

A pesar de ello, el gobierno populista no ha querido escuchar a los organismos internacionales, ni ha seguido el ejemplo de las grandes economías de tomar estas medidas anticíclicas que podrían contribuir a frenar la crisis económica. Asimismo, ha despreciado las innumerables propuestas que los organismos empresariales nacionales han impulsado en este sentido.

El gobierno federal únicamente ha destinado el equivalente al 0.7% del PIB a estímulos fiscales para mitigar los efectos de la crisis; lo que representa el menor esfuerzo en este sentido dentro de todos los países del G20. Países como Estados Unidos han destinado el 11%, Reino Unido el 9%, Francia y Alemania el 5%.

Pero no es sólo comparándonos con los países desarrollados que se ve esta diferencia. De acuerdo a la Cepal, México es de los países de América Latina que menos estímulos fiscales ha implementado para apoyar a las empresas. Siendo que el promedio de la región ha sido de 3.2% del PIB e incluso países como El Salvador han destinado el 11.1%, Chile el 7% y Perú el 8%.

En su lugar, el gobierno federal presume los créditos a la palabra los cuales no protegen los empleos ni a las empresas y más que resolver la situación económica parecieran un programa para la compra de votos. El presidente sostiene que a diferencia de otros países él decidió impulsar la economía “de abajo hacia arriba”. Pero al no apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas, han provocado que el número de gente en pobreza se incremente.

De continuar esta estrategia gubernamental, el Fondo Monetario Internacional estima que el PIB de México se hundirá 10.5% en el 2020, otras instituciones como Citibanamex calculan un escenario peor con una caída de 11.2%. Mientras tanto las calificadoras seguirán bajando las evaluaciones crediticias de nuestro país, con lo que caerá la confianza y el atractivo para invertir.

El pronóstico es grave y la afectación por el desempleo se puede tornar insostenible, por lo que es preciso dejar a un lado el lente ideológico populista que hasta ahora únicamente ha servido para objetivos de control político y no para el beneficio de los ciudadanos.

Es preciso un cambio de fondo. No sirve al país un régimen enfocado en implementar acciones para debilitar a los equilibrios de poder, a las instituciones democráticas, a la oposición, a los organismos empresariales y a la sociedad civil organizada. Hoy vemos a un régimen más preocupado en mantenerse en el poder que en resolver la crisis del empleo que enfrentamos y esto debe cambiar.


[1] Héctor  Nájera y  Curtis  Huffman; “Estimación  del  costo  de  eliminar  la  pobreza  extrema  por  ingreso  en México,  en  tiempos  del  COVID”,  PUED/UNAM