Main logo

La tensión entre las dos potencias mundiales

La actual rivalidad entre las dos potencias mundiales (Estados Unidos y China) recuerda lo vivido durante la Guerra Fría. | Alicia Fuentes

Por
Escrito en OPINIÓN el

Como si no hicieran falta crisis globales, la actual rivalidad entre Estados Unidos y China hace revivir una historia que se pensaba había quedado en el siglo pasado, la de la Guerra Fría. 

Es difícil pasar por alto que el 2021 concluyó con un aumento de la tensión entre estadounidenses y chinos por la invasión china a espacio aéreo taiwanés en octubre con lo que hacia el mes de noviembre llegó la advertencia de Xi Jinping a Estados Unidos de que ayudar a Taiwán sería “jugar con fuego”. En el inter, el director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, William J. Burns, afirmó que “la amenaza geopolítica más importante que enfrentamos en el siglo XXI es un gobierno chino cada vez más adversario” refiriéndose no sólo al desafío económico y diplomático que el coloso asiático ya representa para los estadounidenses, sino también al militar, pues China ha ampliado considerablemente sus programas espaciales y su arsenal nuclear, además de que ya están circulando noticias sobre ensayos con armas hipersónicas chinas. 

En respuesta a la tensión en ascenso, el Congreso estadounidense se dio a la tarea de aprobar la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) para el 2022 que incluye una sección especial para la contención de China. La estrategia del gobierno de Joe Biden, si bien poco articulada, consiste en mantener a Estados Unidos como potencia dominante en la región Indo-Pacífico donde la capacidad militar de China ha aumentado visiblemente. La idea es reforzar alianzas de corte militar tradicional con otros países, tal es el caso del acuerdo de seguridad militar con Australia y Reino Unido, conocido como AUKUS, y con el que Washington ayudará a Canberra a adquirir submarinos de propulsión nuclear en su propósito de frenar a Pekín. Para este mismo fin, se ha ampliado la colaboración con Japón e India en el seno del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) para mantener el “orden” marítimo en los mares del este y meridional de China. 

China, por su parte, parece tener ideas distintas de la situación, pues mientras los dirigentes chinos esperaban mejorar los vínculos con Washington con la llegada de Biden, el descontento se hizo sentir desde el inicio al ver que la nueva administración estadounidense no tenía intención de eliminar los aranceles comerciales impuestos por Donald Trump. 

Además, China rechaza el discurso de la renovación democrática y de los derechos humanos proclamado por Biden pues cuestiona tácitamente la legitimidad del gobierno chino. Todo parece indicar que lo que Pekín quiere es que los países de su zona de influencia en la región Indo-Pacífico sean soberanos pero respetuosos y le continúen siendo útiles para su seguridad y crecimiento económico. Lo mismo aplica para África en donde el despliegue de poder blando y la promesa de una asociación entre iguales está sellada con el proyecto de la nueva Ruta de la Seda y con el que se establece un insólito hito en las relaciones entre chinos y africanos. 

Más allá de sus zonas adyacentes, China se ha consolidado como el principal socio comercial de América Latina, de la cual no en vano ya cuenta con la integración de 19 países en la nueva Ruta de la Seda, proyecto al que Estados Unidos ha respondido con la iniciativa Build Back Better World afinada en noviembre pasado y a la que suma a sus socios tradicionales en su intención de recuperar a Latinoamérica, su zona de influencia natural. 

Ahora entre las preguntas que surgen se encuentra la de si los estadounidenses serán capaces de contener el avance chino en los países en desarrollo ofreciendo algo más que retórica en favor de la democracia y los derechos humanos, pues queda claro que a China no le interesa meter la mano en temas de gobernanza pero sí en cuestiones de inversión directa, que por cierto para el caso latinoamericano ha representado la creación de 2.27 millones de empleos en 2019 (60.5% fueron trabajadores no chinos) y 173 mil empleos en 2020. O qué decir de la contención al progreso chino en materia de computación cuántica y a la que Washington teme al grado de incluir a una docena de empresas chinas en la lista negra de exportación

Si bien los Juegos Olímpicos de Pekín en este año relajen un poco la tensión, la competencia militar por la zona Indo-Pacífico, la búsqueda por la expansión de zonas de influencia y las guerras comerciales entre Estados Unidos y China estarán marcando parte del escenario internacional de este año y de los venideros.