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La seguridad que no cuida

El Estado mexicano está siendo rebasado en su capacidad de otorgar seguridad a sus gobernados. | Rodolfo Aceves Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Aunque ha transcurrido poco más de un mes del operativo fallido en Culiacán en el que se liberó a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, siguen trascendiendo deficiencias importantes y trascendentes en la seguridad mexicana.

La seguridad nacional es una función de Estado cuyas “acciones están destinadas a mantener la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano”. Su nivel de análisis es estratégico, se fundamenta y subsiste -como objetivos nacionales permanentes-, en la parte dogmática y la parte orgánica de la Constitución, y -como objetivos coyunturales-, en el Plan Nacional de Desarrollo, en el que su preservación le corresponde al titular del Poder Ejecutivo Federal.

Para su aplicación, se recurre al criterio de amenazas y riesgos, en las que es posible que cualquier asunto de las carteras de gobierno, se convierta en asunto de seguridad nacional. Por su alcance, se auxilia de los campos del poder (político, económico, social y seguridad).

El punto es que se trata de un problema que en derecho debe resolver las hipótesis jurídicas que se desprenden de las funciones de Estado y de gobierno de la seguridad, establecidas en la Constitución y las normas secundarias. El modelo de seguridad contenido en el artículo 21 constitucional es un diseño elaborado en 1992 que está superado por los sistemas y subsistemas contenidos en los nuevos modelos de seguridad que se encuentran sincronizados con los modelos políticos, económicos y sociales en otras democracias.

Su nivel de análisis es operativo, subsiste en su parte dogmática por leyes (Federales o Locales) y reglamentos (Municipales) y en su parte orgánica, -de manera coordinada-, por la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Se auxilia de protocolos y manuales para el uso de la fuerza, que tengan por objeto prevenir la comisión de delitos, así como su investigación y persecución.

Esta podría ser la razón por el que la cuarta transformación del presidente López Obrador, no encuentra la puerta al problema de inseguridad, porque este diseño fue elaborado y responde a las necesidades de un sistema político distinto al que gobierna en este momento. Es decir, mientras que las instituciones de seguridad tienen un diseño institucional, la planeación de la seguridad, así como el entorno no se ajustan a la realidad. Es como si quisiéramos ver hoy mismo las transformaciones de la #4T.

Mientras que la seguridad nacional es estratégica y persigue objetivos de Estado, la seguridad interior es táctica tiene objetivos de bienestar ciudadano y la seguridad pública es operativa y tiene por objeto la preservación del estado de derecho y la paz pública.

Por eso es que acontecimientos que han enlutado a zonas y ciudades en el país, no sólo la liberación del hijo de El Chapo, dan indicios que el Estado mexicano está siendo rebasado en su capacidad de otorgar seguridad a sus gobernados.