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La retórica de los derechos humanos

Los derechos humanos más que un problema económico son una auténtica crisis de voluntad política.

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Escrito en OPINIÓN el

No existe discurso político de autoridades de todos los niveles que no recurra en la actualidad, al tema de la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como medio de dignificación y convencimiento de la nobleza de sus pretensiones. La abusiva utilización de dichos valores universales, sin una voluntad  verdaderamente genuina, ha degenerado en declaraciones banales, vacías y vacuas carentes de utilidad que tienen un doble efecto en la sociedad, la depreciación en lo que se refiere a la valía de dichas garantías y la indiferencia en cuanto a su defensión.

 

La retórica de los derechos humanos a nivel mundial llega incluso a suponer una situación aún más sombría, la instalación de mecanismos sumamente efectivos  por parte de los líderes de todas las naciones para evitar la consolidación de un sistema efectivo de tutela de los derechos fundamentales.

 

Desde inicios de este año se ha venido evidenciando la severa crisis financiera que atraviesa la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) debido a la asignación insuficiente de recursos económicos por parte de los Estados miembros de la OEA. Dicha situación ha provocado que dicho organismo suspenda acciones básicas, sufra el desmantelamiento de áreas esenciales y enfrente la pérdida de personal indispensable para realizar todas las actividades sustantivas que se requieren para la debida atención y procesamiento de las numerosas denuncias de violaciones graves a derechos humanos que se les presentan.

 

La entelequia de los derechos humanos encuentra sustento precisamente en esta doble moral, por un lado el reconocimiento expreso de los derechos universales y por el otro, la acotación real y efectiva de éstos, fundamentalmente a través del debilitamiento de los órganos diseñados para su salvaguarda.

 

Al respecto, resulta evidente que esta crisis representa, más que un problema  económico, es una auténtica crisis de voluntad política, algunos de los 35 Estados, se retrasan intencionalmente en el pago de sus cuotas, o simplemente no las realizan, en éste último caso tenemos el ejemplo de México, país que en todo lo que va de este año no ha realizado las aportaciones correspondientes, en iguales circunstancias se encuentran Paraguay, Costa Rica, Colombia y Ecuador, lo anterior de acuerdo al informe de recursos financieros de la CIDH.

 

La impostergable necesidad de un cambio estructural del financiamiento al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, se sostiene al confirmar la diferencia abismal entre los 8 millones de dólares anuales con los que cuenta este sistema, en comparación con los 13 millones del sistema africano o los 100 millones de euros del sistema europeo.

 

Es necesario reiterar que los derechos humanos no pueden subsistir como derechos sin deberes. La vigencia de los derechos humanos, no depende de decisiones políticas y económicas, aunque éstas muchas veces busquen cercenarlos, violentarlos o condicionarlos.

 

Los líderes de los países latinoamericanos deberían aprender del caso paradójico de la suspendida presidenta de Brasil Dilma Rousseff, Emilio Álvarez Icaza, secretario ejecutivo saliente de la CIDH, señaló que durante su mandato Rousseff suspendió sus cuotas al organismo interamericano de derechos humanos, provocando un serio desajuste en las finanzas de la Comisión, debido a que ese país era el tercer contribuyente de la CIDH, y ahora, inusitada y paradójicamente, durante el proceso de su juicio político, la expresidenta, recurre a la Comisión para solicitar medidas cautelares.

 

@UlisesSandal

@OpinionLSR