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La resurrección de Aya Sofya

El Consejo de Estado de Turquía dio su visto bueno a la conversión de la ex basílica de Santa Sofía en un lugar de oración de culto dedicado al Islam. | Fred Álvaraz

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Escrito en OPINIÓN el

¿Choque de civilizaciones? ¡No!

“La belleza y armonía de este lugar sagrado /Santa Sofía) hacen que el alma se eleve al Omnipotente, fuente y origen de toda belleza”, papa Francisco.

El viernes 10 de julio, el Consejo de Estado de Turquía -también llamado Tribunal Supremo Administrativo- dio su visto bueno a la conversión de la ex basílica de Santa Sofía en un lugar de oración de culto dedicado al Islam; con ello anuló la resolución que hizo en 1934 Mustafá Kemal Atatürk sobre la conversión de Aya Sofya (Santa Sofía en turco) en un museo.

Días antes, el presidente Recep Tayyip Erdogan, había anunciado que estaba esperando el dictamen del Consejo sobre la posibilidad de cambiar el estatus de catedral-museo que tenía la basílica por el de una mezquita. "Se decidió transferir el control de Santa Sofía a Diyanet -equivalente al Ministerio de la Religión- y abrirla para oraciones", señala el decreto publicado por Erdogan en su cuenta de Twitter.

Poco después del anuncio presidencial el llamado a la oración fue transmitido desde los minaretes de Santa Sofía después de 85 años y retransmitido por las principales redes de noticias turcas; los canales de redes sociales del museo fueron retirados.

El museo sería cerrado. Las reacciones en el mundo no se hicieron esperar..

El primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis, afirmó que Atenas condena la decisión y la consideran "una afrenta a su carácter ecuménico”; en tanto, el Patriarca Cirilo I de Moscú, líder de la Iglesia ortodoxa rusa lo consideró como una "amenaza para toda la civilización cristiana”; Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla se expresó en el mismo sentido; la UNESCO lamentó "profundamente" la conversión, "realizada sin debate previo", y pidió a Turquía que "abriera un diálogo sin demora”; Orhan Pamuk, famoso novelista turco y premio nobel de literatura denunció públicamente la medida.

El papa Francisco quien había estado en silencio durante dos días; lanzó su crítica el domingo 12 de julio tras el rezo del Ángelus “y el mar me lleva un poco lejos con el pensamiento: a Estambul. Pienso en Santa Sofía y estoy muy dolido", dijo el líder religioso con el rostro triste y preocupado.

El reverendo Ioan Sauca, secretario general ad interim del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) escribió al presidente turco manifestándole "dolor y consternación" y pidieron revertir la decisión, considerando que la reconversión de este "lugar simbólico" "creará inevitablemente incertidumbre, sospecha y desconfianza", y verán frustrados todos los esfuerzos realizados también por las iglesias cristianas para promover el diálogo y la colaboración entre las diferentes religiones.

Su temor es que pueda "alentar las ambiciones de otros grupos que quieren cambiar el statu quo y fomentar nuevas tensiones entre las comunidades religiosas”.

En el mismo sentido se expresó el Consejo de Iglesias de Oriente Medio, agregando que la decisión es un "un ataque a la libertad y la coexistencia religiosa”, y pidieron tanto a la ONU como a la Liga Árabe que apelen formalmente la decisión del gobierno turco, ya que según ellos el aspecto "más peligroso" de la decisión es que llega en un momento crucial en el camino del diálogo iniciado por cristianos y musulmanes para promover la coexistencia pacífica contra todo extremismo y que culminó con la firma del histórico Documento de Abu Dhabi sobre la Hermandad Humana, firmado el 4 de febrero de 2019 por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al Azhar Ahmed Al-Tayeb.

Varios países, entre los que figuran Rusia, Grecia, EU y Francia coincidieron en esa posición. 

El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, sintió la "lamentable" decisión de Erdogan de cambiar el estatus de Santa Sofía.

Pero la decisión está tomada y se considera irreversible; desde ese viernes 10 de julio se transfirió la gestión del sitio bizantino del Ministerio de Cultura a la Presidencia de Asuntos Religiosos; asimismo en un mensaje a la nación, Erdogan informó que los rezos se iniciarán el viernes 24 de julio, que los trabajos para reconvertir el lugar en mezquita llevarán seis meses y que hará todo lo posible para proteger el patrimonio de los antepasados; precisando que la entrada en Santa Sofía será gratuita para todos, incluidos los extranjeros y no musulmanes.

Eso sí, “deberemos quitarnos los zapatos al igual que se hace en la mezquita azul”.

Fue tanta la presión internacional que Erdogan rechazó el martes 14 las críticas internacionales al asegurar que Santa Sofía era un "museo y no una basílica”. Y subrayó: "Vamos a preservar la herencia cultural de Santa Sofía como lo hicieron nuestros ancestros”.

Moscú quedó satisfecho. Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, declaró que expresan satisfacción porque Santa Sofía seguirá abierta a los turistas. "Hemos oído las declaraciones de nuestros colegas turcos y del presidente de Turquía, de que (..) el acceso allí permanecerá abierto, y es satisfactorio", declaró Peskov a la prensa al comentar la reciente conversación telefónica entre los presidentes de Rusia y Turquía.

El portavoz señaló que la respuesta pública a la decisión turca ha sido muy grande entre los ortodoxos debido al profundo significado sagrado de Santa Sofía para todos los cristianos.

Peskov subrayó también que la situación en torno a la catedral es un asunto interno de Turquía. "Es un asunto interno de Turquía, no podemos ni tenemos la intención de intervenir", agregó. 

¿Qué pasará con las imágenes cristianas?

Los antiguos mosaicos que representan a Jesús, María y los santos cristianos serán cubiertos con tecnología e iluminación especial y se utilizarán cortinas especiales durante las oraciones.

¿Qué va a pasar?

No sabemos muy bien.

Erdogan tomó una decisión para quedar bien con un grupo de musulmanes, y  hacer quedar mal a Mustafá Kemal Ataturk (1923-1938), padre fundador de la Turquía moderna y quien promovía una visión secular del Estado, cuando transformó al templo en un museo, abierto a todas las creencias y no propiedad de ninguna religión.

Aya Sofya funcionó como un museo por más de 80 años, pero era un símbolo de la convivencia interreligiosa, un lugar compartido entre creyentes de distintas religiones. 

Cuatro papas han visitado ese lugar; Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, en su viaje a Turquía de noviembre de 2014. Entonces Francisco escribió en el libro de honor del museo: "la belleza y armonía de este lugar sagrado hacen que el alma se eleve al Omnipotente, fuente y origen de toda belleza”.

Francisco no mencionó entonces ni a Erdogan, ni al hecho de que esta obra del siglo VI construida por los bizantinos se transformará en mezquita. Evitó, así, ser acusado de interferir en asuntos internos de otro país.

Pero un año después, el domingo 12 de abril de 2015 Francisco abordó sin temor los 100 años del martirio, la deportación y exterminio de quizá 1,5 millones de armenios y proclamó ese día al armeno San Gregorio de Narek, como doctor de la Iglesia universal.

Bergoglio pronunció entonces un texto, en el cual definió la masacre de los armenios por los turcos, como el primer genocidio del siglo XX. 

¡Las reacciones fueron rápidas!

De inmediato e incluso antes de que concluyera el servicio religioso, varios periodistas turcos que asistían a la liturgia salieron de la Basílica justo cuando el Papa mencionó la palabra prohibida para los turcos, y en tiempo real ya se estaban dando las primeras reacciones oficiales.

Obviamente esas palabras eran esperadas y provocaron la ira del gobierno turco que estaba pendiente y preparado para reaccionar.

Lo dicho por Francisco fue peor que un “zapatazo”.

Y entonces se viralizó una frase de Erdogan: "Cuando los políticos y los religiosos asumen el trabajo de historiadores, no dicen verdades, sino estupideces”.

(Vease en este espacio de LSR Lo que Francisco dijo sobre el “genocidio armenio”)

PD. La Basílica de Santa Sofía, dedicada a la Sabiduría Divina, fue construida en el siglo VI como un templo cristiano en el sitio donde se habían levantado anteriormente dos templos bizantinos, en Constantinopla por voluntad del emperador Justiniano; en la Navidad de 537 era el mayor templo de la cristiandad. 

Después del cisma entre la Iglesia de Oriente y Occidente de 1054, se convirtió en la sede de la Iglesia oriental ortodoxa, años después en 1453 cuando los turcos otomanos conquistaron Constantinopla las cosas cambiaron, de entrada rebautizaron la ciudad como Estambul, y en el momento de la toma de la ciudad, llamada “la Fetih” en la que el sultán Mehmed II fue a celebrar la victoria en Santa Sofía, la transformó de inmediato en mezquita. 

Este gesto confirió un carácter sagrado y musulmán a la basílica, que se convirtió en un símbolo del islam turco, aunque, paradójicamente, se le dejó su nombre griego y cristiano, Aya Sofya. 

Muchos años después, en 1934, Mustafá Kemal Ataturk transformó al templo en un museo, abierto a todas las creencias; en 1985, el lugar fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco; y en 2020 las cosas cambiaron, y Aya Sofya será de nuevo una mezquita.