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La política en descrédito

Los mexicanos no nos sentimos representados por nuestros gobiernos, ni por los partidos.

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Escrito en OPINIÓN el

Cierra el año y no contamos en el haber nacional con elemento alguno que viniese a paliar el deterioro de lo político. En el escenario lo único fresco fueron las candidaturas independientes y ni ellas atenuaron la debacle.

 

La reforma política, hija del Pacto por México, acreditó que la copula en las cúpulas no da cualidad alguna de estadista y que las ocurrencias y los chantajes, por más pactados y festejados que sean, no hacen buenas leyes.

 

Creo, sin embargo, que nos hemos extraviado en las hojas perdiendo de visión el bosque. Las candidaturas independientes, más que venir a airear nuestra vida democrática, ampliaron los conflictos intrapartidarios a una nueva arena donde los tránsfugas ahora cobran su exclusión con un antipartidismo más suicida que amnésico.

 

Variemos la perspectiva. Sistema de partidos y candidatos independientes no son más que subsistemas del sistema de representación política y es ésta la que está en crisis, no sus instrumentos. Los mexicanos no nos sentimos representados por nuestros gobiernos, ni por los partidos que por ellos compiten, ni por los políticos que de ello hacen un modo de vida.

 

Gobierno, partidos y políticos se aprecian distantes, ciegos y ajenos. La ciudadanía no se reconoce ni comunica con ellos, ni se ve reflejada en sus agendas.

 

Si la representación es afectada, más lo es la política, que se antoja desconectada de nuestro devenir. Para los mexicanos hoy la política es una actividad incomprensible y secuestrada por unos personajes impresentables que medran con y en ella, con cargo a los ciudadanos. Esa concepción gana por segundos simpatías a cual más, pero no puede ser más ominosa para cualquier sociedad que busque persistir.

 

La política es posiblemente todo, excepto lo que hoy hacen nuestros sedicentes políticos profesionales. La política no es de los políticos, es de los ciudadanos. La política no puede responder al interés de los políticos, sino al de los ciudadanos. Interés es lo que “está entre”, de inter, entre y esse, estar; así, ese “estar entre” es el de los ciudadanos, de lo que les es común, lo que les concita su acción común; lo que los une, identifica y ubica en ese estar. No es pues lo que está entre los políticos y de los políticos quienes generalmente en el poder suelen olvidarse de ello, aunque la historia siempre acaba por recordárselos.

 

Donde quiera que hombres y mujeres se reúnen, deliberan, se entienden y actúan juntos, hay política, aunque los sedicentes políticos brillen por su ausencia. Por supuesto que esa reunión, deliberación, entendimiento y acción requiere de cierta organización y conducción, de allí la asociación política de los ciudadanos y su expresión en crisis llamada partidos.

 

El verdadero político es aquel que concita la deliberación, la voluntad, la acción de la pluralidad ciudadana y la acata, sigue y hace efectiva. Entendida así política, la asociación política y lo político, podemos arribar a que nada de lo que hoy tenemos, tan alejado y ajeno a lo que está entre nosotros los ciudadanos, es política y es político.

 

Pero por igual nos conduce a que la solución no es alejarnos aún más de la política y seguirla dejando en manos ajenas de quienes han demostrado saber vivir de ella, pero no hacerla vida en sociedad.

 

Nuestra única salida, pues, es llenar de sociedad la política. No despreciarla, prescindir de ella y dejarla libre y sin supervisión para su abuso por terceros ajenos, sino dotarla de contenido, acción y vigilancia. Incluso, en el mejor de los mundos, los propios candidatos independientes cuando llegan al gobierno requieren, como cada día va quedando más en claro, del contenido, la orientación, la colaboración, la vigilancia y el juicio ciudadano.

 

There is not a free lunch dicen allá en el norte. No hay política sin deliberación y acción ciudadana. Quienes piensen que es posible tener política y políticos sin que signifiquen carga, participación y acción de los ciudadanos comunes y corrientes se equivocan y estarán condenados a seguir sufriendo este ayuno y desencanto por lo que nos es común.

 

La política no es un modo de vida de los políticos, es la sociedad toda en movimiento concertado.

 

@LUISFARIASM