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¿La política del Papa o el Papa en la política?

Por: Lena Brena Ríos.*

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Escrito en OPINIÓN el

"¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?

Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?

Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.

Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

(Lucas 20, 22-25)

 

Que Francisco es un Papa progresista, o bien que es marxista, teólogo de la liberación, o Papa de los pobres son algunos de los calificativos que se le han dado a Jorge Mario Bergoglio, Jefe del Estado Vaticano y Sumo Pontífice de la Iglesia católica. Tales aseveraciones, aún no pueden ser afirmadas categóricamente, son sólo suposiciones de los medios de comunicación y de algunos estudiosos. Lo que sí se le reconoce, es que su origen  latinoamericano y trayectoria, lo hacen un líder con más conocimiento de la historia de América Latina, un actor informado de los acontecimientos que han marcado a la región.

 

Lo que podemos traer a cuenta de los casi tres años al frente de la iglesia católica son algunos de sus actos diplomáticos como su posición en el desarme nuclear, la relación EEUU y Cuba, la migración por guerras, el conflicto en Siria y algunos discursos  relevantes, a la luz de su próxima visita nuestro país. El Estado mexicano y su población católica, lo recibirán en visita oficial en los estados de Chiapas, Chihuahua, Michoacán, Estado de México y Ciudad de México, entidades en que aunque pinten banquetas y traten de ocultar la pobreza no podrían dejar de verse en un contexto político y social convulsionando por la violencia, crisis económica, violaciones a los derechos humanos de quienes habitan y transitan la República Mexicana, con cuestionamientos profundos a líderes y miembros de la iglesia institucionalizada  y la corrupción política y moral de la clase política. Pero, ¿cuándo una visita papal ha sido en un contexto diferente al antes mencionado? ¿Nos visita el Jefe de Estado o el siervo de Dios?

 

Las relaciones entre el Estado y la iglesia católica mexicana tuvieron un parteaguas con las reformas en los noventa del gobierno del Presidente Salinas, específicamente en la modificación al articulo 130 constitucional que institucionalizaba y regulaba el reconocimiento del Estado con las iglesias, pero que la católica capitalizo,  y por otro lado, restablecía relaciones diplomáticas con el Vaticano. De acuerdo a Soledad Loaeza: contribuía (la reforma) a crear la imagen modernizadora del gobierno, y trataba de subirse a la ola democratizadora, que con buenos ojos veía Juan Pablo II en Europa del Este y la que llevó a la caída de la URSS.

 

Esta imagen internacional que dio ésta y otras reformas del Salinismo, fue una apuesta muy alta que el gobierno pagó a pesar de que al final del sexenio se enfrentó con dos coyunturas que a decir de Loaeza cambiaron la correlación de fuerzas dentro de la iglesia católica mexicana: el asesinato del cardenal Posadas Ocampo y el levantamiento zapatista, y con ello un devenir de México y su catolicidad en la estrategia vaticana, que espléndidamente Loaeza describió como: "hija mayor de Roma en Ame´rica Latina, hermana juiciosa de las revoltosas centroamericanas y de la inquietante y dividida hermana estadounidense".

 

Con el tiempo y al arribar a la década actual, la iglesia mexicana se politizaba más, aunque de forma más pluralista, observamos obispos y sacerdotes que critican la política mexicana en temas de violencia, trata de personas, desapariciones forzadas y migración y otros que polemizan en cuestiones de derechos sexuales y reproductivos como si hicieran política pública.

 

El actual gobierno federal, quizá quiera emular al Salinista cuando la diplomacia vaticana le reconocía su papel entre las iglesias de la región y su papel modernizador y demócrata. Veremos si para Francisco, el interlocutor es la congregación o el gobierno. Recordemos que se le ha solicitado reunirse con familiares de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, y otras víctimas de violencia de Estado.

 

En esta visita puede ser que el líder del catolicismo cumpla la expectativa de hablar de lo que algunos sectores progresistas quieren que hable y recomiende -y ya sabemos que en México las recomendaciones son como llamados a misa- el respeto a los derechos humanos de los migrantes, de los indígenas, de  cuidar el medio ambiente, de no sucumbir ante la vorágine capitalista y la sociedad de consumo del mundo moderno, aquello que el Papa Francisco expresa en la encíclica Laudato si como un compilado de prescripciones para la convivencia y el bien común con el que ha recorrido varios países.

 

O bien, su llamado de que "un deber, una obligación del cristiano (laico), involucrarse en la política aunque sea "demasiado sucia" porque al estar en ese ámbito se puede trabajar por el bien común."

 

La visita de este líder religioso, no es la visita del director regional de una ONG, no es el Secretario General de la ONU, como él bien dijo (y debería ir hacia allá): "la Iglesia lentamente se desliza a una ONG y se convierte en una bella organización: potente, pero no evangélica, porque le falta ese espíritu, esa pobreza, esa fuerza de curar”.

 

La expectativa de la visita de los católicos podría ser diferente a la de los políticos, mientras aquellos deberían ver un recordatorio del mensaje evangélico, en los otros se ve como la oportunidad de encontrar una pasarela, una alfombra roja para capitalizar beneficios políticos, por lo menos una visita que le ahorre el gasto al pueblo mexicano sus viajes al Vaticano. Es por eso que la política diplomática del Papa o la aprovechan todos o no la aprovecha nadie y ya sabemos que aquí, todos verán el oportunismo de ganar con ella.

  

@lenabrena

@institutomora

www.mora.edu.mx

 

Lena Alejandra Brena Ríos es candidata a Dra. en Ciencias Sociales, y Maestra en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José Ma. Luis Mora. Sus áreas de investigación son el análisis de participación en redes de políticas públicas en temas de desarrollo y derechos humanos, gobernanza y formación de políticas públicas en la democracia contemporánea.