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La política de la calidad del aire: ¿Más que gestión vehicular?

Por: Gustavo Sosa Núñez*.

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Escrito en OPINIÓN el

La precaria situación atmosférica de la Zona Metropolitana del Valle de México (zmvm) no es novedad. Hace dos décadas que se pensó que el uso de gasolina sin plomo sería suficiente para mejorar las condiciones atmosféricas en ese entonces y a futuro. No fue así. Hemos vivido con niveles de polución inaceptables porque hemos relajado las estrategias para contrarrestar el deterioro de la calidad del aire. Las razones son varias, comprendiendo aspectos económicos, legales, sociales, y políticos.

 

Hemos puesto nuestros intereses individuales y de grupo por encima de la preservación de un bien común. El contexto social influye porque nos hemos puesto por encima de la naturaleza, porque consideramos que es nuestro derecho y libertad usar nuestros vehículos cuando así lo pensamos conveniente. En el ámbito económico, las fábricas buscan continuar produciendo sin complicaciones. De igual forma, el ámbito político también influye, pues los paliativos son impopulares entre la ciudadanía. Actuar en consecuencia se convierte en riesgo político, especialmente si es año electoral, como el actual.

 

La combinación de estos y otros factores abonan a complicar la situación del aire en la zmvm. No obstante, recordamos la importancia de controlar la contaminación atmosférica hasta que se presentan precontingencias ambientales; pero seguimos apostando por paliativos temporales que no garantizan una mejora a largo plazo. En esta ocasión, la inmediatez ha ocasionado que el gobierno federal sugiera el desarrollo de una nueva norma emergente para revisar convertidores catalíticos.

 

También habrá una revisión al programa “Hoy no circula” por parte del gobierno local. Estas acciones son insuficientes. Existen varios aspectos a tomar en cuenta para que estas medidas puedan remediar el contexto actual. Para ejemplo basta recordar el desenlace que tuvo la actualización a dicho programa en tiempos recientes, cuando la población más afectada ante el endurecimiento del programa se amparó, resultando en un deterioro del alcance que había tenido el programa anteriormente.

 

Por el contrario, se necesita de un enfoque interdisciplinario para verdaderamente contrarrestar la situación actual. Uno que contemple la transversalidad de la política de la calidad del aire a niveles local, nacional, e incluso, global.

 

Así, además de proponer la renovación y electrificación del transporte público y la revisión del parque vehicular; en el ámbito local deben tomarse en cuenta el monitoreo y la medición de contaminantes no considerados actualmente (ozono y MP2.5), y el cambio irregular de uso de suelo (desarrolladores incrementan el número de viviendas en un área geográfica sobrepoblada, lo que a su vez puede implicar más vehículos o la saturación del transporte público de la zona). Incluso, pequeñas acciones pueden contribuir, como el control en el uso de anafres, pues usan carbón negro que tiene características contaminantes muy importantes.          

 

A nivel nacional, se requiere una revisión de diversas políticas públicas. Un buen inicio podría ser dar continuidad, y mejorar, la iniciativa de Ley General de Calidad del Aire y Protección a la Atmósfera. El problema es que no ha sido prioridad para el Congreso, puesto que la tiene detenida desde 2014. A lo mejor la coyuntura actual la agiliza, pero requiere modificaciones si se pretende promover. Otra opción puede ser la actualización de la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (lgeepa), que es la que actualmente cuenta con un capítulo sobre la prevención y el control de la contaminación de la atmósfera.

 

Como tal, contempla la expedición de normas, reglas de monitoreo y la imposición de sanciones. Curiosamente, el art. 113 de la citada ley señala que no se deben emitir contaminantes a la atmósfera que ocasionen daños al ambiente. En este sentido, no se está acatando la ley. Sería prudente incluir la salud de la población en el texto, o de plano rectificarlo, pues su estado actual sólo confirma la falta de visión para atacar el problema.  

 

La calidad del aire también es un tema transversal a nivel global. El combate al cambio climático está intrínsecamente ligado a una mejora en la calidad del aire en las zonas urbanas del mundo. Sin embargo, continúa siendo problema en ciudades como Londres, Paris y Shanghái. Esto apunta a la urgente necesidad de transitar del uso de combustibles fósiles al fomento y desarrollo de fuentes de energía renovable.

 

Si esta transición sucede, y suponiendo que finalmente los fabricantes de vehículos cambien el modelo a gasolina y diésel que ha imperado, no habrá necesidad de regular el comportamiento de los individuos, ni estará en contraposición el derecho individual con el derecho colectivo sobre un bien común. El problema aquí es que México no es congruente. Paralelo al anuncio de la norma emergente sobre convertidores catalíticos, se anunció que hay empresas multinacionales interesadas en importar gasolinas y en explorar en aguas profundas para extraer petróleo.

 

México tiene capacidad de acción. Es cuestión de tomar en cuenta la transversalidad de la política de la calidad del aire para poder recomponer el camino.

 

@gssosan

@institutomora

www.mora.edu.mx

 

*Gustavo Sosa Núñez
Profesor–investigador adscrito al Programa de Investigación en Cooperación Internacional, Desarrollo y Políticas Públicas del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, centro público de investigación del CONACYT. Es Doctor en Ciencia Política por la Universidad del East Anglia, Reino Unido. Sus líneas de investigación refieren al estudio de políticas ambientales, enfatizando en la calidad del aire.