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La peste hoy

Cada enfermo es una persona que hay que cuidar, no una estadística. | Octavio Díaz García de León

Por
Escrito en OPINIÓN el

“Sin embargo, cuando se ve la miseria y el sufrimiento que acarrea, hay que ser ciego o cobarde para resignarse a la peste”.

“Muchos de los enfermeros y de los enterradores, al principio oficiales y después improvisados, murieron de la peste”.

Albert Camus

El doctor Bernard Rieux, el personaje central de la novela de Albert Camus, La Peste, se encuentra una mañana de abril una rata muerta en la escalera de su edificio, en un lugar donde no debía haber ratas y, mucho menos, muertas.

Unos días después, ya son miles las ratas sin vida que aparecen por toda la ciudad ante el horror de sus habitantes. Pero eso no es lo peor. La gente empieza a enfermar y luego morir a causa de una extraña enfermedad cuyos signos son visibles y aterradores.

La ciudad de Orán en Argelia, donde se desarrolla la novela, va adquiriendo conciencia lentamente del problema. Al principio no lo toman en serio, pero el número de enfermos y fallecidos crece inexorablemente.

Nadie se atreve a ponerle nombre a la enfermedad hasta que la evidencia los vence: se trata de la peste. La legendaria enfermedad que cobró la vida de la tercera parte de la población europea en la Edad Media y causó alrededor de doscientos millones de muertes.

Las autoridades aún no lo creen, vacilan para tomar medidas estrictas de aislamiento de los contagiados, mientras la enfermedad se extiende. Finalmente se deciden por decretar el cierre de la ciudad para ponerla en estricta cuarentena.

Al protagonista le toca atender a un sinnúmero de enfermos y ser testigo de cómo la enfermedad va matando al azar, sin un patrón claro. La enfermedad inicia, ataca con síntomas terribles, luego parece que hay mejoría y a continuación una recaída de la que algunos se salvan y otros saben que, irremediablemente, morirán.

En su novela, Camus plantea el absurdo de la vida y su falta de sentido, pero intenta buscar el antídoto a ambas realidades a través de la solidaridad de las personas que combaten la peste.

También desfilan por la novela, el personaje que desea huir de la ciudad, pero no tiene escapatoria, el comerciante que le viene muy bien la peste porque se dedica a hacer negocios para enriquecerse y los políticos a quienes los rebasa la epidemia, entre otros.

Sin duda, los héroes de esta novela son los médicos y las personas que desinteresadamente los apoyan, quienes se unen para combatir a la peste, de la mano del Dr. Rieux. Ellos se dedican a buscar y atender a los enfermos, porque reconocen que “…puesto que la enfermedad estaba allí, había que hacer lo necesario para luchar contra ella…” porque, “… es cosa de todos”.

Nuestra peste de hoy se llama SARS-CoV-2 y a semejanza de la novela, el combate a la misma está llena de trabajadores de la salud que se juegan la vida todos los días por tratar de salvar a sus semejantes. Para ellos, cada enfermo tiene cara, nombre, historia y familia. Cada enfermo es una persona que hay que cuidar, no una estadística abstracta que se divulga diariamente.

Decenas de miles de doctores y personal que los apoya, están construyendo la historia heroica de esta pandemia. Enfrentada sin los equipos de protección adecuados para protegerse y sin suficientes insumos, equipos e instalaciones que les permitan salvar vidas.

El protagonista de La Peste, el doctor Rieux, logra sobrevivir a la epidemia; pero, desafortunadamente en México, cientos de trabajadores de la salud no podrán decir lo mismo. Nuestro país presenta uno de los más altos índices de fallecimientos de personal de la salud. Entre ellos, el pasado 26 de julio falleció por covid-19, Jesús Enrique Grajeda, secretario de Salud del Estado de Chihuahua.

Quizás habría que empezar por hacer un monumento con los nombres y retratos de cada uno de los trabajadores de salud que fueron víctimas de esta enfermedad, porque no tuvieron el apoyo necesario para salvar su vida y con ello, la de muchos otros.

Pero no es suficiente, porque la pandemia sigue su curso y cada vez hay más infectados y muertos. Les debemos apoyo a estos trabajadores, no sólo de carácter material para que hagan mejor su trabajo de salvar vidas, sino emocional, psicológico, de seguridad a sus personas y familiares y remuneraciones que compensen su esfuerzo. Pero también, como en la novela de Camus, con trabajo voluntario para apoyarlos.

Camus utiliza su novela para tratar de encontrar respuesta al absurdo de la vida cuando las certezas del pasado han dejado de funcionar. Ahora nos toca encontrarle sentido a algunos de los absurdos que nos toca vivir y Camus propone encontrarlo en la solidaridad.

Esa solidaridad que, en gran medida, aún les debemos a los médicos y a todos los trabajadores de la salud, hombres y mujeres generosos, que están dispuestos a enfrentar la muerte, para que no mueran nuestros enfermos.