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La oportunidad perdida del PRI

Los escándalos de corrupción e impunidad, entre muchos otros errores, borraron muy pronto el aparentemente promisorio arranque del PRI. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

Desde su fundación en 1929, el PRI gobernó ininterrumpidamente durante siete décadas hasta el año 2000 en que se dio la primera alternancia en el país y muchos apostaban a un penoso tránsito hacia la oposición y una precaria sobrevivencia, pues en la figura del Presidente se concentraba la toma de decisiones y constituía el principal factor de cohesión

No obstante, a pesar de que al inicio del gobierno de Vicente Fox la cúpula partidista (dirigentes, gobernadores, legisladores) andaba sin brújula y se percibía un ánimo derrotista e incluso de cierta sumisión, supieron aprovechar primero, la inexperiencia y falta de carácter de Fox y posteriormente la necesidad de apoyo de Felipe Calderón para legitimarse, con lo que lograron asumir una enorme influencia durante las dos administraciones panistas.

No cabe duda que los priistas mostraron una gran capacidad de sobrevivencia y habilidad política para aglutinarse en torno a la nueva fuerza de los gobernadores -quienes se convirtieron en una suerte de virreyes-, así como para negociar sus votos en el Congreso. También aprendieron de sus errores pues entendieron que las confrontaciones internas como la que vivieron con Roberto Madrazo, dinamitaban cualquier posibilidad de triunfo electoral. Tan sólo bastaron 12 años para que, ante la falta de cumplimiento de las grandes expectativas que se habían generado en torno a los gobiernos emanados del otrora principal partido opositor, y sobre todo de la grave crisis de seguridad, se pudieran posicionar nuevamente como una alternativa que supuestamente sabía resolver los problemas que enfrentaba el país.

Nada es para siempre

Contra todo pronóstico, la ciudadanía le concedió al PRI una nueva oportunidad que dilapidó en menos de año y medio con la desaparición de los 43 estudiantes normalistas y la revelación de la “casa blanca” de la esposa del Presidente. Los escándalos de corrupción e impunidad, la palpable incapacidad, los constantes errores así como la falta de sensibilidad, soberbia y división entre los integrantes del gobierno de Peña Nieto, borraron muy pronto su aparentemente promisorio arranque con la aprobación de las reformas estructurales, y provocaron un nivel de inconformidad mayúsculo que se manifestó en las urnas de manera abrumadora el 1º de julio.

Hoy, como nunca en su historia, el PRI gobierna únicamente en 12 entidades que representan el 34% de la población, perdió la mayoría en múltiples congresos locales y tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado su presencia será marginal con apenas 45 diputados y 13 senadores -contra los 204 y 48 respectivamente con que contaba en esta legislatura-. No debemos pasar por alto que en el bastión priista por excelencia, cuna del Presidente y que representaba el modelo a seguir para este partido por los engañosos resultados del año pasado en la gubernatura, fue literalmente apabullado.

Dicen que en política nada es para siempre y aunque el mensaje que mandó la ciudadanía fue contundente, no se puede desconocer la capacidad que ha mostrado el PRI para sortear circunstancias sumamente complejas y adaptarse a las nuevas realidades, pero para ello, esta vez tiene que hacer un profundo proceso de reflexión, autocrítica e incluso un mea culpa que, cuando menos hasta el momento, no se alcanza a ver por ningún lado. Es difícil pensar en el resurgimiento del PRI cuando la discusión interna se centra en el cambio de nombre, se designa como secretario general a Rubén Moreira quien representa la vieja forma de hacer política y a esa “nueva generación” de políticos jóvenes que más bien se comportaron como señores feudales, y la corriente democrática es encabezada por un personaje como Ulises Ruíz. Difícil pensar que así, les van a dar otra oportunidad.

Dos caminos en el PAN

@agus_castilla  | @OpinionLSR | @lasillarota