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La opacidad, la negativa

No se puede tratar igual a los desiguales.

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Escrito en OPINIÓN el

Difícil escribir sobre el tema anunciado por nuestra secretaria de Relaciones Exteriores, en Atlanta (que hasta donde sé no es México), si lo único conocido es que se firmó un acuerdo de comercio que establece una serie de puntos que modificarán las leyes nacionales, habrá periodos de reserva para la introducción de diversas partes y se blindarán a los adherentes de las especulaciones monetarias. El tema ya había sido noticia.

 

En lo oscurito, muy escondido, el poder ejecutivo de nuestro país decidió integrarse al Acuerdo Transpacífico (Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, ATP, o en inglés: TPP), junto con once países más. Además de la opacidad reinante, lo que es sumamente grave,  en un acto de cinismo el líder del proyecto, Obama, dijo, una vez que firmaron los negociadores el 5 de octubre pasado: "No podemos permitir que países como China escriban las reglas de la economía global. Nosotros debemos escribir esas reglas, abriendo nuevos mercados a los productos estadunidenses, estableciendo altos estándares para la protección de los trabajadores y preservando nuestro medio ambiente" y deja claro que ese acuerdo es parte de la lucha por el mercado mundial que busca en última instancia el beneficio de ese país, con las migajas para algunos de los otros firmantes, México entre ellos.

 

Las evidencias

Y por si nos quedara alguna duda del beneficiario real, el pasado miércoles 8, el secretario de Hacienda de nuestro país dijo ante los senadores que “hay preocupación en el Congreso de los Estados Unidos 'de que algunos socios asiáticos que participan en el ATP pudieran generar una competitividad artificial al manipular el tipo de cambio'”. (La Jornada, pág. 7, 8/10/2015). Hace un poco más de cinco años que el tema estaba presente y el entonces secretario de economía, Bruno Ferrari, que había firmado un preacuerdo tuvo que recular y abandonar el proyecto; sin embargo, el tema siguió y no nos ha bastado con los resultados de los diversos tratados de libre comercio, y entre ellos el más importante, el de “América del Norte” con Canadá y Estados Unidos, que no ha traído beneficios para la población del país... y ya son veintiún años.

 

Las condiciones del acuerdo son resultado de un proceso que en ningún momento ha contado con la participación ciudadana o algún tipo de control político de los legisladores, de los partidos o de la sociedad. Habría que hacer una revisión exhaustiva de este acuerdo y ver los puntos de propiedad industrial, intelectual, derechos de autor, acceso a internet, determinación de porcentajes de componentes para liberación de impuestos, capacidad y oportunidades del país frente a las otras economías, además del punto central del sector agropecuario, fundamental en este acuerdo, y las patentes de los productos farmacéuticos (afectando a los productos genéricos, por ejemplo) o de semillas transgénicas.

 

Nuestras capacidades

Recordemos esa premisa que dice que no se puede tratar igual a los desiguales y a lo largo de los muchos años del tratado de libre comercio más antiguo, no hemos logrado el equilibrio suficiente para que México pueda destacar en los diversos rubros de la economía. Abrir la puerta a uno nuevo, más ambicioso, más peligroso, significa la posibilidad de perder el recurso de las leyes mexicanas ante las controversias que las empresas extranjeras pudieran poner pues el acuerdo obliga a la aceptación de poderes supranacionales para la resolución de controversias; es decir, obliga a los Estados garantes a cumplir con las resoluciones del mencionado acuerdo, independientemente de que contradiga o no las leyes nacionales o afecte a los ciudadanos de esos Estados firmantes.

 

¿Soberanía?

En fin, el Senado de la República tiene frente a sí una histórica decisión que, si nos descuidamos, puede ser la puntilla en los intentos de modificar las bases de la soberanía nacional (ese conjunto de principios que parecen anticuados pero que nos distinguen de otros y nos hacen ser nosotros mismos, única forma de salir al mercado mundial, no como maquiladores). Las preguntas son muchas y sólo digo: ¿Por qué en silencio? ¿Por qué la reserva? ¿Traición? ¿Se trata de ver con quién nos va mejor, los chinos o los norteamericanos? ¿En serio hemos construido una industria nacional y un mercado interno fuerte para enfrentar a los tigres del pacífico? ¿Qué nos queda, qué nos dejan? E

 

Esto, para recrear la memoria, es consecuencia de los 33 años de neoliberalismo, de los más de veinte años de desnacionalizaciones, de los gobiernos panistas, de los gobiernos priístas, del Pacto por México, esa traición avalada por los tres partidos mayoritarios. ¿En serio queremos un planeta integrado a la explotación de uno, a cualquier explotación? ¿Qué nos queda?

 

De pilón…

El general secretario dice que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes no tiene jurisdicción nacional, pero recordemos que están aquí a invitación expresa del Ejecutivo y hay un acuerdo escrito que norma su funcionamiento, por lo que tiene validez su accionar. ¿Las leyes militares están por encima de las leyes civiles? Esa es la encrucijada en la que, parece, quieren meternos. ¿Un poder extraconstitucional? ¿Por qué la negativa? ¿Por qué la opacidad?

 

Facebook: carlos.anayarosique

Twitter: @anayacar

 

(Obviedades es un ejercicio de reflexión que comparto con mucho gusto no para que estén de acuerdo sino para hacer conciencia de las contradicciones de un régimen… que puede ser cualquier  régimen, no importa el partido, por supuesto)