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La narrativa de la militarización

La narrativa sobre la militarización en México es una invención que responde a los intereses que varios de sus autores dicen cuestionar. | Jorge Lumbreras*

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Escrito en OPINIÓN el

En medios de comunicación escritos y digitales se han publicado tesis relativas a que en México se vive un proceso de militarización de la vida pública. Se señala que las misiones encomendadas por el poder civil a la Secretaría de la Defensa Nacional y a la Secretaría de Marina muestran un creciente poder del Instituto Armado a favor de un proyecto de gobierno y que esto supone graves peligros para la democracia y para la ciudadanía.  

Sobre este eje se construye toda una narrativa que compara a México con otras naciones, se recuperan definiciones de los más diversos autores para sustentar la tesis de la militarización y se perfilan escenarios, todos ominosos, sobre el futuro de nuestro país, básicamente señalando dobles y triples intenciones sobre el actuar de los militares en distintas misiones. 

Algunos análisis cuentan por docenas las misiones que la presente administración ha ordenado a las Fuerzas Armadas, citan a teóricos que han advertido sobre los peligros inherentes a que el Ejército participe en asuntos que no son de su competencia exclusiva y subrayan que existen riesgos asociados al trabajo del Instituto armado para el orden constitucional. 

Otras aportaciones toman como base el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y sentencias promulgadas por la Corte Interamericana aceptadas por el Estado mexicano, para sustentar que las Fuerzas Armadas no deberían participar en asuntos distintos a sus funciones, y menos en tareas de seguridad pública, porque ese hecho, pone en riesgo la protección, defensa y respeto a los derechos humanos; se insiste, en que la seguridad pública es un asunto exclusivamente civil; de otra manera, la ciudadanía está ante diversos peligros como desapariciones forzadas y uso excesivo de la fuerza en el territorio nacional.  

La narrativa que asegura la militarización de México asume que sus fuentes están en: el pensamiento liberal y democrático, una visión orgánica de los derechos humanos, una tendencia universalizante sobre el desarrollo de las sociedades, y una visión de sociedades diversas y plurales así como de los procesos de diferenciación social. Cabe subrayar que la mayoría de los actores políticos, sociales, culturales y económicos de nuestro país coincide con este sistema de derechos, vertientes teóricas y rutas axiológicas.  

Sin embargo, en la narrativa dominante sobre la supuesta militarización, toda participación del Instituto Armado en cualquier ámbito de la vida pública se contrasta con este deber ser de la democracia y del derecho, de modo que el actuar de las fuerzas armadas resulta, casi por definición, autoritario y violento, al punto de considerarlo un peligro para los avances democráticos.

En otras palabras, la narrativa que asume la existencia de un proceso de militarización de México tiene en su base la teoría del enemigo. Por paradójico que parezca,  diversos críticos de la participación de las Fuerzas Armadas en algunos servicios y obras públicas, perfilan en su narrativa que el Ejército y la Marina son riesgos para el desarrollo democrático. Sin embargo, esto no ocurre en todos los casos, el análisis de 35 piezas publicadas por los críticos de la supuesta “militarización” muestran intereses y características distintivas en lo jurídico, lo político y lo económico. 

Sin embargo, existe una tendencia dominante que señala, sin mediaciones, que en México la militarización es real, tiene una intencionalidad de poder y representa una regresión democrática. Esta narrativa omite señalar el grado de legitimidad de los gobiernos democráticos, la participación ciudadana, la confianza de las personas en el Instituto Armado, los niveles de institucionalización del Ejército y la Marina, la vocación y compromiso democráticos de los mandos militares que nunca han sido cuestionados, las relaciones entre civiles y militares que se rediseñan a nivel mundial desde hace 20 años, y lejos están de aportar datos duros sobre temas tan sensibles sobre el origen de las violaciones a derechos. De las 32 gubernaturas y de las 128 Senadurías en ninguna hay militares, y de 500 diputaciones en el Congreso sólo hay un General en Retiro. 

También se omite señalar que el presupuesto del Ejército y la Marina se ha mantenido constante y con alguna ligera baja, tratando de construir una versión en que los recursos para las obras públicas son parte del presupuesto militar, cuando en realidad coordinan el gasto para que las obras se cumplan.  

En la narrativa sobre la “militarización” en México se localizaron tensiones –casi lugares comunes– en su construcción interna: a) la repetición mecánica de autores y teorías sin mayor examen de las causalidades y referentes actuales de la democracia en México; b) un academicismo que busca forzar la realidad a los conceptos; c) marcos teóricos y explicaciones académicas y políticas de la década los sesenta y setenta del siglo XX aplicadas para realizar paralelismos mecánicos con el México contemporáneo y a la vez enfoques teóricos recientes aplicados a la situación nacional sin mayores elementos; d) desconocimiento de la historia de México y de su historia militar; e) la necesidad de conocer jurídica e institucionalmente al Ejército y a la Marina de México; f) el déficit en el manejo de fuentes y foros internacionales sobre los Ejércitos, las nuevas relaciones entre civiles y militares y hasta temas básicos de índices mundiales sobre lo militar.  

Un segmento significativo de los análisis periodísticos y académicos sobre la “militarización” en México parte de prejuicios, prenociones y “lecciones de la historia” para explicar la situación actual de las Fuerzas Armadas, desde luego con excepciones notables. Nada más distante de un análisis que se asuma democrático que el determinismo histórico, el cual a sabiendas o no, esgrimen como argumento los críticos de la supuesta militarización. 

Este conjunto de factores hace necesario impulsar la profesionalización en el estudio, investigación y difusión de los temas de seguridad y defensa, afianzar las capacidades institucionales en lo público y lo privado para formar analistas, ofrecer a los generadores de opinión mayores medios de colaboración, y avanzar en la cooperación entre las universidades para tener un piso básico, quizá común de conocimientos.  

La narrativa sobre la militarización en México es una invención que responde a los intereses que varios de sus autores dicen cuestionar.  

*Dr. Jorge A. Lumbreras Castro

Académico de la FCPyS – UNAM