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La libertad de expresión hoy

Resulta sumamente relevante continuar defendiendo la posibilidad de expresarse en nuestra sociedad sin sufrir un acto de censura. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Hace 150 años, el filósofo inglés, John Stuart Mill decía que ante los constantes intentos de los gobiernos por controlar las publicaciones existentes, a fin de evitar que se compartiera información que podría no resultarles benéfica o les fuera incómoda, surgía la libertad de prensa como un contrapeso y una estrategia de seguridad contra los gobiernos “corrompidos”.

Preocupado por la situación que ocurría en varias naciones europeas, el pensador e impulsor de la doctrina del utilitarismo, señalaba que dicha libertad consiste en la posibilidad de profesar y discutir cualquier doctrina y evitar los abusos en la fiscalización de la expresión de la opinión.

Para el autor del ensayo, “Sobre la libertad”, la imposición del silencio a la expresión de opiniones es un robo a la especie humana, a la posteridad y a la generación presente, pues todas las ideas deben conocerse y debatirse en el ámbito público.

Los intentos de supresión de las ideas pueden darse de varias maneras y bajo diferentes circunstancias. Por ejemplo, la opinión que se intenta suprimir por la autoridad es verdadera, pero quienes la desean suprimir la niegan, no dejan conocerla,  porque tienen la certeza de que es falsa, pero con esto, lo que hacen es afirmar que poseen la certeza absoluta, en lugar de dejar, que, a través de otras visiones, se compruebe si dicha opinión es o no falible.

En cambio, es muy diferente presumir que una opinión es verdadera, porque a pesar de muchas tentativas de su refutación, esto no se logró, a afirmar que la opinión es verdadera y no permitir que se refute. En realidad, la única manera de tener una seguridad racional sobre lo que se está argumentando es a través de la contradicción o la desaprobación de la opinión. 

A pesar de que el texto fue publicado hace más de 170 años, resulta sumamente relevante continuar defendiendo la posibilidad de expresarse en nuestra sociedad sin sufrir un acto de censura. No estamos en los tiempos en los que se asaltaban las instalaciones de los medios de comunicación y se les destruían todos los instrumentos para que pudieran compartir su trabajo o las licencias para la apertura de los medios se controlaban. 

Sin embargo, como señala el Observatorio de Periodistas Asesinados de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), desde 1993 a la fecha, han sido asesinados mil 519 periodistas en todo el mundo, alrededor de 400 en los últimos cinco años, por lo que la violencia sigue siendo un gran obstáculo para el ejercicio de la libertad de pensamiento y de expresión.

Otro desafío es el de las increpaciones públicas por parte de gobiernos y de autoridades hacia los medios de comunicación y las y los periodistas, escenario que propicia una sensación de disminución de la posibilidad de la libertad de expresión. La propia Unesco ha señalado que cinco  de  cada  seis  personas  en  el  mundo viven en un país donde la libertad de prensa ha disminuido.

Y uno más, a cuya reflexión se dedicó el pasado 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, que es el cambio paradigmático de los medios de comunicación a raíz de una gran tecnologización de la sociedad. Por lo que, como señaló Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, la gran apertura que actualmente se vive, gracias a las redes sociales y medios digitales, ha trastabillado la estabilidad financiera de la industria mediática, sobre todo, los independientes, y vulnerado la seguridad de profesionales de la comunicación y sus fuentes, ya que pueden ser sujetos de acoso y ataques mediante programas espías y vigilancia digital. Siendo las mujeres las más afectadas, pues siete de cada 10 reporteras han sufrido violencia en línea.

Una de las problemáticas más urgentes de resolver en la materia es que los avances  tecnológicos se basen en el respeto de la libertad, la privacidad y la seguridad de las y los periodistas, además de que las plataformas de redes sociales se esfuercen en combatir la desinformación y el discurso de odio generalizados, sin menoscabar la libertad de expresión.

En un ejercicio de reflexión sobre la situación actual de la libertad de expresión, la Declaración de Windhoek + 30, enfocada a la temática, resalta que “la libertad, la independencia y el pluralismo de la prensa siguen siendo objetivos fundamentales para garantizar  la  información  como  bien  público  y  su  utilidad  como  recurso  compartido  para  toda  la  humanidad”. 

Y exhorta a impulsar medidas para que exista una viabilidad  de  los  medios  de  comunicación,  transparencia  de  las  plataformas  digitales  y  el  empoderamiento  de  la  ciudadanía  mediante  la  alfabetización mediática e informacional. A lo cual, desde mi opinión, sumaría la garantía y el impulso de los derechos de las audiencias.