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La juventud en pausa

La juventud como hoy la conocemos no existía hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Si a los 19 no eres comunista, no tienes corazón.

Si para los 30 no eres capitalista, no tienes cerebro:

Anónimo.

 

Durante los años sesentas, la juventud fue un factor decisivo en el entorno político mundial. En los Estados Unidos los jóvenes fueron determinantes en el desenlace de la Guerra de Vietnam y en el movimiento por les derechos civiles. En China se llevó a cabo la Revolución Cultural, cuya columna vertebral fueron brigadas de jóvenes maoístas; en México el movimiento estudiantil fue un hito en la construcción del actual sistema político y en Europa los jóvenes eran protagonistas de la guerra ideológica del comunísimo soviético vs. la democracia occidental. El estandarte del comunismo fue el Muro de Berlín; el del occidente, el Rock. 

 

Muchos dirán que no le estoy dando el peso merecido a movimientos juveniles recientes, como el #YoSoy132 que efectivamente cobró cierta relevancia en la pasada elección presidencial pero este hecho refuerza mi punto. Fue un movimiento efímero para la mayoría de los participantes, una moda más que una tendencia. Ciertamente de esa ebullición quedaron remanentes, la mayoría adherida a la izquierda López Obradorista y focalizada en el Distrito Federal, pero quedó lejos de ser un movimiento representativo de la juventud en general y careció de la continuidad para hacerlo históricamente relevante, por más que hayan llenado plazas públicas y avenidas.

 

Considerando que para la elección presidencial del 2012 el electorado de entre los 18 y 24 años representó el 17.5% (cerca de 13.5 millones de ciudadanos) de la lista nominal será un reto importante para los partidos y un voto determinante para las elecciones del 2016 y el 2018. Digo determinante, no únicamente por la cantidad de votos que éstos representan, sino por la volatilidad de ese voto. Los jóvenes son más propensos  a cambiar de opinión durante una campaña, ya que no han generado los lazos de dependencia, lealtad o tradición que caracteriza a electores de mayor edad.

 

Como dato curioso, los jóvenes que voten por primera vez para un presidente en el 2018 serán la primera generación de electores que no nació bajo el viejo régimen priísta y serán la primera tanda de electores que han vivido más tiempo con el PAN-Gobierno que con el PRI–Gobierno.

 

Es curioso que dada esta relevancia, ningún partido ha hecho un esfuerzo real y mucho menos exitoso para comunicarse con ellos. ¿Será que no saben cómo?

 

Para lograr una comunicación efectiva con los millones de jóvenes es necesario comprender que “juventud”, como concepto sociológico, psicológico o hasta mercadológico es relativamente nuevo. La juventud como hoy la conocemos no existía hasta después de la Segunda Guerra Mundial; antes uno pasaba de ser niño a ser adulto sin mayor etapa de transición. Esto se sigue observando en dinámicas sociales campesinas-rurales cuando “jóvenes” de 16 años ya son jefes y jefas de familia con todas las responsabilidades que esto implica. 

 

Esto nos lleva a reflexionar que la juventud más que una edad, es una condición de vida (i.e los “chavo rucos”). Para comprender esto, hacemos referencia a la pirámide de necesidades del psicólogo estadounidense Abraham Maslow, quien presenta una jerarquía de necesidades humanas y plantea que conforme se van satisfaciendo las necesidades más básicas (base de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades más elevadas y complejas.

 

En este sentido, podemos aseverar que en la actualidad la mayor parte de los llamados jóvenes se desarrollan en un ambiente donde sus necesidades más básicas (fisiológicas y de seguridad) están procuradas por su entorno familiar y social, por ende, su energía se enfoca en buscar saciar sus necesidades más complejas, como sentido de pertinencia y auto realización.

 

  

 

Esta breve reflexión nos presenta dos lecciones: La primera es que los jóvenes están continuamente en búsqueda de participar en causas “grandes” que alimenten sus egos y dispuestos a seguir liderazgos que le den sentido a sus vidas. Tristemente, hasta el momento, esto ha sido más capitalizado por agentes corruptores (maras, narcos, extremistas) o en su caso por causas benignas y tribus urbanas (emos, hipsters, etcétera) que por liderazgos productivos y propositivos. Segundamente, su matriz de apoyo es de dos tintes: Blanco o negro; están contigo o en contra de ti, no hay matices intermedios. Es más, me atrevo a opinar que es mas fácil lograr que un joven este en contra de algo, que a favor de algo. 

 

Con todo un arsenal de medios de comunicación a su disposición, los jóvenes de hoy tienen un peso poderosísimo que pocos han sabido despertar. Efectivamente ahorita están clavados en sus egotecas virtuales (Facebook, Twitter) porque nadie les ha dado una razón lo suficientemente trascendente para participar.

 

¿Será que de aquí al 2018 alguien lo logre?

 

¿O seguirá la juventud en pausa?

 

@RobertoMorris