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La ineficacia de la crítica

La crítica puede servir para abrirle los ojos a algunos incautos pero se ve imposibilitada de contribuir en la mejora del ejercicio de gobierno. | Leonardo Martínez

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Escrito en OPINIÓN el

El ejercicio de la crítica ha sido siempre un contrapeso de los que ayudan a regular los excesos del poder. Pero su eficacia no siempre es la misma porque ésta depende, en mucho, del régimen en turno y de las circunstancias del momento.

En ese sentido todo indica que cuando el objetivo de la crítica es generar y mantener una discusión pública que permita identificar oportunidades para mejorar el ejercicio de gobierno, su eficacia y sus alcances son mayores en un régimen democrático que en uno autoritario. Las sociedades pueden avanzar en su proceso civilizatorio cuando abrigan los principios de la libertad y del respeto a las diferencias, pero se estancan y retroceden cuando en ausencia de esos principios se promueve la censura, se polariza a la sociedad y se estigmatiza o se castiga a los disidentes.

Tener un sistema muy o medianamente democrático es una condición necesaria pero no suficiente para potenciar los beneficios sociales de la crítica, pues como ha estado sucediendo en estos años, es posible que las mismas democracias permitan la cohabitación de regímenes populistas proclives al autoritarismo que limitan las libertades y desprecian a la crítica. El fenómeno que estamos viviendo en México reúne este tipo de características. 

Retomo enseguida un par de definiciones estándar para poner en contexto una de las singularidades del caso en nuestro país, y que tiene que ver con la personalidad del presidente en turno. Primero, una definición estándar en psicología tomada en esta ocasión de la información publicada por la Clínica Mayo, institución hospitalaria ampliamente conocida a nivel internacional:

“El trastorno de personalidad narcisista (uno de varios tipos de trastornos de la personalidad) es un trastorno mental en el cual las personas tienen un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás. Sin embargo, detrás de esta máscara de seguridad extrema, hay una autoestima frágil que es vulnerable a la crítica más leve”. 

La segunda definición aparece en el diccionario de la RAE: “...el cinismo es, entendido a la letra, la desvergüenza en el mentir o en la defensa de acciones o doctrinas vituperables”.

Después de leer las definiciones anteriores resulta inevitable que nos venga a la mente el caso de México. Como lo he dicho en entregas anteriores, uno de los rasgos del populismo que padecemos da cuenta de un líder carismático que se cree moralmente superior y que se asume como intérprete supremo de la verdad histórica. Y que como la palabra es el vehículo natural del carisma, el presidente que tenemos mantiene una actividad frenética frente a su público y hace un uso intenso de los medios y las redes sociales para establecer la agenda de la información y dar las noticias del día.  

No sólo eso, el populista alienta el odio entre clases, entre grupos, entre bandos porque sabe muy bien que el cultivo de los odios siempre ha sido una inversión políticamente rentable y que, en todo tiempo y lugar, las fuentes de los odios han sido y siguen siendo abundantes, generosas, inagotables. 

El pensamiento mágico de López Obrador le otorga un escudo natural frente a los efectos de la crítica y su mesianismo hace que vea al mundo real como una realidad virtual en la que sus súbditos gozan de felicidad plena y en la que el propósito de vida es vencer a los enemigos del pueblo, es decir, a los que no piensan como el líder.  

En ese contexto la crítica fundada puede servir para abrirle los ojos a algunos incautos pero se ve imposibilitada de contribuir en la mejora del ejercicio de gobierno. Por eso la opción es mejor concentrar las energías en resistir lo mejor posible y en preparar las estrategias de reconstrucción del país y del Estado, cuya primera meta es vencer en las elecciones del 2021. Hay mucho trabajo por hacer, tratemos de concentrarnos en eso.