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La guerra de las pulseras

Fitbit, que se presenta a sí misma como una líder en el mercado de la salud y el acondicionamiento físico conectado, anunció la adquisición de Pebble.

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Escrito en OPINIÓN el

Fue la última conferencia del Mobile World Congress de Barcelona, marzo de 2014. Era tarde ya y muchos de los asistentes a esta reunión estaban volando hacia casa. Los policías nos apuraban a salir del auditorio en donde escuchamos a los expertos hablar sobre wearable computing y su futuro. Les conté en ese momento que ahí estaba Myriam Joire, una mujer que se dedicaba a promocionar Pebble, era el smartwatch más exitoso en ventas y aceptación. Se presentaba como product evangelist. Los guardias esperaban que termináramos de hablar, quedábamos como cuatro personas en las escaleras del escenario platicando. Las luces se apagaban.

 

"Myriam llama la atención. Principalmente aquí. El MWC de Barcelona se distingue porque miles de ejecutivos acuden a conocer las tendencias de la industria móvil y a hacer negocios. A diferencia del International CES de Las Vegas, en este lugar dominan los trajes grises, las camisas blancas y los zapatos brillantes. Además, hay muchas mujeres también recorriendo los pasillos con tacones y elegantes atuendos que indican que son parte de la cadena de mando de una organización o se dedican a las millonarias ventas que arroja esta actividad. Más de 85 mil personas para ser exactos, reunidos en esta ciudad española durante cinco días repletos de conferencias, pisos de exhibición y reuniones privadas en donde se cierran tratos que modifican los patrones de consumo de las comunicaciones de este planeta", escribí en ese momento. "Pues ahí estaba Myriam Joire, sentada en el escenario con bermudas, una hoddie arremangada que dejaba al descubierto los brazos coloreados con tatuajes. Mohawk y Google Glass. Una playera de un gatito usando una laptop y una gran sonrisa. Sus sucios converse también rompían con la formalidad de los uniformados".

 

Platicamos de los relojes inteligentes que presentó Samsung, con Tizen, y por las pulseras que se presentaban en todos los rincones del show de Barcelona.

 

“Creo que la tecnología que estamos viendo aquí es excelente, estoy muy impresionada”, me dijo apuntando con sus Google Glass a mi rostro. Pero agregó que eran falsos y no tendríanéxito hasta que se enfocaran en los usuarios y la comunidad de desarrolladores. Uno de los sujetos que nos escuchaba platicar dijo que el problema de Samsung es que en realidad quería crear su propio ecosistema, con productos cerrados, lo cual era su gran error. “Es estúpido, porque el fondo de todo esto es la conexión con los demás”, agregó.

 

 “Correcto”, secundó Myriam Joyre. Comentó que deberían ir a Silicon Valley para entender un poco la mentalidad de los emprendedores y comprender las oportunidades que están dejando pasar. El espíritu de las startups, de los desarrolladores, lo que representa el ecosistema desde la raíz hasta que se hace masivo. La idea de Google y Apple.

 

“Microsoft falla en eso porque no es del Valle”, me dijo Myriam Joire.

 

La charla subió de tono y sonaba arrogante. Como si ellos tuvieran la razón por ser de determinada zona del mundo. Escribí: "Sí, viven su momento. Pebble es el smartwatch más exitoso, por encima de toda la competencia que ha surgido. En ventas, penetración y por el afecto que la comunidad de hackers y usuarios de tecnología le han demostrado desde que comenzó a pedir fondos en Kickstarter. Es un producto que cualquier persona puede modificar. No es de una gran marca y los creadores escuchan a los clientes".

 

Myriam me dijo además que las fitbits y los demás dispositivos de salud que estaban en el mercado de moda en ese momento, las pulseras, desaparecerían, pues el reloj inteligente cubre sus funciones y muchas más.

           

Le pregunté entonces, si se sentía amenazada por la competencia o no. Me gritó: “No me siento amenazada por nadie, para nada”.

 

Los policías nos indicaron por dónde salir. Nos acompañaron a la puerta y se cortó la charla. Era el jueves 27 de febrero de 2014. En un par de ocasiones nos volvimos a encontrar y charlamos, ella dejó la empresa la última vez que la vi, regresó a escribir para un medio independiente en internet. Sigue siendo la ciberpunk que habla a gritos.

 

Y recuerdo esta charla porque este miércoles 7 de diciembre de 2016 una empresa de pulseritas que miden el rendimiento físico acabó con Pebble.

 

Pero no fue con tecnología o algún desarrollo que sepultara el éxito de ese reloj inteligente que se volvió un objeto de culto entre los techies.

 

Fitbit, que se presenta a sí misma como una líder en el mercado de la salud y el acondicionamiento físico conectado, anunció la adquisición de Pebble, sus activos, personal clave y propiedad intelectual relacionados al desarrollo de software. No hardware (smartwatches).

 

“Los wearables básicos se están volviendo cada vez más inteligentes y por su parte, los smartwatches o relojes inteligentes, están integrando capacidades de salud y acondicionamiento físico, con lo cual vemos una oportunidad para desarrollar nuestras fortalezas y extender nuestra posición de liderazgo en esta categoría”, explicó el CEO y cofundador de Fitbit, James Park, a través de un comunicado. “Gracias a esta adquisición, quedaremos bien posicionados para acelerar la expansión de nuestra plataforma y ecosistema".

 

Myriam Joire no se equivocó, los smartwatches matarían en algún momento a esas banditas que para los que no hacen ejercicio, resultan un estorbo. Sin embargo, sí debieron sentirse amenazados, esa libertad que ofrecían frente a las grandes marcas, algo que hacía deseable su producto, se perdió en esa gran soberbia que desde que repuntaban hacían notar. Una empresa de "banditas" los compró y ahora, seguramente, los sepultará en el panteón de las empresas fallidas.

 

@takaink 

@OpinionLSR