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La guerra de las energías (parte V)

Las implicaciones de la transición energética. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Para revertir el calentamiento global, las principales economías del planeta, han iniciado una revolución energética que apunta hacia la sustitución de las fuentes fósiles por renovables. Afirman que la principal causa de emisiones de CO2, provienen de la generación y consumo de electricidad producida con gas, petróleo y carbón.

Su meta, dicen, será dejar de consumir cualquiera de estas fuentes fósiles de aquí al año 2050 o 2060, según sea el caso y desarrollo tecnológico y económico de cada nación. Es decir, si todo sale conforme a lo planeado, dentro de 40 años en promedio, al menos lo países más ricos, dejarían de consumir energías fósiles para producir electricidad principalmente.

Para algunos, 40 años pueden ser muchos, para otros, es un tiempo adecuado si queremos revertir el cambio climático y evitar un incremento de la temperatura planetaria en 2ºC para el año 2100. Es posible que los resultados, sean cuales fueran, sólo los verá poco más de un tercio de la población actual. La idea aquí, no es polemizar si se alcanzará o no la meta.

El dilema es, en todo caso, cómo se alcanzará, pues está en juego no sólo el tema climático, también la hegemonía y liderazgo mundial a través del desarrollo de las tecnologías que sustituirán a las energías fósiles que, en todo caso, sólo el tiempo, determinará si son o no limpias y sustentables. Y por su puesto, está también en juego, la supremacía económica, pues los Estados Unidos no cederán tan fácil el liderazgo a China, aunque recientemente el empresario Elon Musk, declaró que la economía del gigante asiático, será dos o tres veces mayor que la de la Unión Americana.

¿Qué está en juego durante la transición energética? Delegar, si no es que terminar con la economía del petróleo, ¿qué significa esto? Golpear fuerte y secamente la economía de todo Oriente Medio, parte de Asia, Latinoamérica y por supuesto, una buena parte de las empresas del sur de Texas. De ese tamaño es la “transición energética”. Los daños colaterales, ya los atenderá cada quien, al menos eso es lo que parecen decir quienes promueven éste sisma mundial.

La pregunta es ¿por qué no sucedió antes? Existen varias razones; por supuesto, está la tecnológica, pero prevalece la económica, pues hasta hace no más de cuarenta años, los Estados Unidos controlaban el mercado del petróleo mundial. Los cándidos analistas de ese tiempo y los de ahora, escribieron o dictaron conferencias alabando la política de control de precios del petróleo que se aplicaban desde Wall Street. Muchos de ellos, junto con otros tantos “cándidos periodistas”, repetían como mantras la importancia del control de precios y producción de petróleo. Aunado a ello, las tres grandes automotrices del mundo, mantenían ese mercado a sus designios, pues a dichas empresas más que a nadie, les interesaba mantener el consumo de gasolinas y diesel.

Pero todo cambio y hoy en día, Estados Unidos no controla más los precios y producción de petróleo y la competencia de las automotrices europeas y asiáticas, dieron un vuelco hacia los autos eléctricos, que hicieron que la principal economía del mundo y sus automotrices, también virarán hacia el cambio que se avecina.

El asunto es que, en el camino, emergió China, y los elogios sobre el despertar del dragón, se convirtieron en ataques, señalamientos y recriminaciones por su contribución al calentamiento global. En los noventas, todo “cándido analista y periodista” repetían el mantra de que la economía mundial estaba en expansión porque en China, la gente ya comía tres veces al día. Recitaban como autómatas que el ingreso medio de los chinos, empujaba el crecimiento de la demanda de los bienes de consumo.

Casi 20 años después, ese boom económico, es señalado como el principal emisor de CO2 en el planeta. Y en parte, es cierto. Si revisamos el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero y el incremento de la temperatura del planeta en los últimos 30 años, veremos cómo van de la mano con el crecimiento económico de China. De hecho, ese es el parámetro que los “cándidos analistas y periodistas” de hoy, repiten a coro como causas del calentamiento global.

Pero, ¿qué pasó entonces con los 45 años previos al resurgimiento de China? ¿el consumo desmedido de energías fósiles de las principales potencias económicas entre 1945 y 1990, no contribuyeron al desastre ambiental que hoy presenciamos? ¿por qué si los autos eléctricos ya eran una opción desde hace al menos 50 años, no fueron adoptados por las grandes automotrices? ¿por qué inició hasta ahora la transición energética? ¿por qué los Estados Unidos no asumieron ese liderazgo de cambio, al momento de la crisis del petróleo en la década de los ochenta?

La temperatura del planeta, está ya sobre el incremento 1.5ºC nivel que algunos siguen diciendo es la meta para el año 2050. El incremento constante de la temperatura planetaria, inició a mitad de la década de los años setenta, justo al comienzo de la guerra Irán-Irak. Desde entonces, el cambio climático, inició su carrera ascendente.

La transición energética es una guerra por el control de la producción de la electricidad, será el principal insumo de la economía mundial en las siguientes décadas. Quien controle las fuentes de generación eléctrica y todo su ecosistema, controlará y determinará el derrotero de las naciones. En ese juego, está inmersa la reforma energética de la 4T, qué más allá de las condiciones del mercado nacional, es ya un sector estratégico económicamente hablando y de seguridad nacional. Pero de esto, hablaremos en la próxima entrega.