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La Guerra de las energías (parte IV)

La reconfiguración del mercado. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Terminada la COP26, las principales potencias mundiales, “acordaron reducir” el consumo de carbón para producir electricidad. Esto, señalaron, ayudará a disminuir las emisiones de CO2 a la atmosfera y permitirá, dicen, “transitar” hacia la generación de energías renovables.

El tema es que, el asunto, no es tan simple. El hecho de que, más del 40 por ciento de la electricidad en el mundo se produzca con carbón, tiene que ver con su valor que, aunque en los últimos meses, se incrementó más del doble, su precio sigue siendo accesible para muchos países. Por ejemplo, el Gas Natural que también incrementó su precio en dicho periodo en casi 200 por ciento, no tiene la capacidad de producción suficiente para sustituir al carbón.

En otras palabras, los países que hoy son señalados, sobre todo los pobres y en vías de desarrollo, como irresponsables por no transitar su matriz energética hacia fuentes renovables, no es porque no deseen hacerlo, es una cuestión del mercado, y en pocas palabras, si el carbón es más accesible en precio junto con el Gas Natural para producir electricidad, entonces las economías menos desarrolladas, recurren al mercado a conseguir este recurso.

Pero habrá quienes mencionen que ésta, es una justificación simple y que el transito a las renovables, debería ser un esfuerzo que toda nación debe asumir para no quedar rezagado y ser señalado como causantes del calentamiento global.

La pregunta entonces es por qué, los Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y prácticamente el conjunto del G7 y G20 continúan consumiendo carbón. El asunto, nuevamente obedece a un tema de mercado. Como mencionamos, además del precio accesible del carbón, el Gas Natural y todas las renovables juntas, no cubren la demanda mundial para sustituir al carbón como insumo para producir electricidad.

La pregunta es: ¿será entonces que estamos atrapados y sin solución? La respuesta tiene muchas variantes y cada quien la ofrece según sus intereses o sus estrategias económicas y de mercado en el concierto mundial.

Por el ejemplo, el G20, habla sobre la urgente transición hacia energías renovables asumiendo un papel de paladines de medio ambiente. El asunto es que, este conjunto de naciones, especialmente las 7 principales economías del mundo, lideran las tecnologías de energías renovables y están trabajando para imponer una nueva regla de mercado que castigue, o “premie” aquellas naciones que enfilen su matriz energética hacia el uso de fuentes “limpias”, que ellos, proveerán. En pocas palabas, estamos viendo una lucha por reconfigurar un mercado en el que las principales potencias como casi siempre, ponen las reglas del juego.

Por ello, el achaque contra China como el principal consumidor de carbón en el mundo, aunque los Estados Unidos y Reino Unido, se escondan detrás de dicha nación y de la India y Australia, señalados también, como los irresponsables de usar carbón.

Curioso, porque el lenguaje y mensaje que se viene martillando desde hace al menos siete años con las fuentes renovables, hace su tarea, pues recientemente, un colega y amigo, me cuestionaba cómo era posible que todavía hubiera naciones usando carbón, cuando la respuesta está en las estadísticas.

Y no sólo ahí, hay que observar el mercado, pues señalar a Rusia y China como dos de los grandes productores de energías fósiles, obedece a una estrategia ya probada y que funcionó durante toda la guerra fría que es, identificar al “enemigo mundial” para responsabilizarlo de cualquier alteración del “sano desarrollo” de los mercados, que es lo que nos debe ocupar a los “ciudadanos de bien de todo el planeta”.

Por supuesto que, Europa y los Estados Unidos, no piensan perder influencia en el mercado mundial, e incitar una “guerra” contra las energías fósiles, es parte del cambio que se avecina en todo el planeta, pues China y Rusia no está peleados con las fuentes renovables, pero al igual que los países de occidente, querrán aprovechar el mercado de hidrocarburos al máximo, pues aunque la electricidad se genere con fuentes renovables, petróleo y gas, seguirán siendo estratégicos para muchas industrias.

Por ejemplo, una de ellas, la armamentista que, durante 2019, generó un gasto proveniente de las principales potencias que representó, 2.2 por ciento del PIB mundial y 2.4 por ciento en 2020. Es decir, más de 2 millones de millones de dólares se invirtieron por año en dicha industria.

Si a dicha industria, que vale la pena seguirle la huella energética y de carbono, sumamos la industria tecnológica con todas sus variantes de inteligencia artificial, nos haríamos una idea de la cantidad de energía eléctrica que requerirá el planeta en los próximos años. Como ejemplo los grandes computadores para “producir las criptomonedas conocidas como minas”.

Nuestro país está inmerso en ese proceso de reacomodo del mercado energético en el que se reconfigurarán las condiciones actuales, que no necesariamente acabará con los insumos fósiles ni con el carbón, el cual señalaron durante la COP26, dejarán de consumir de aquí al 2040. La pregunta que surge es ¿y de aquí a que llega esa fecha, con qué nos alumbramos? De esto platicaremos en la siguiente entrega.