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La Grande Bellezza

La princesa que ya no es, el aristócrata que debe trabajar y los duques de alquiler que buscan siempre, ser algo que no son.

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Escrito en OPINIÓN el

La película italiana del director Paolo Sorrentino “La Grande Bellezza”, cuenta una historia de decadencia y de valores pretéritos. La esencia de la nostalgia que lleva irremediablemente a vivir una vida mundana, plagada de estereotipos del pasado y añoranza por un futuro inexistente. La frivolidad del periodista Jep Gambardella, contrasta con sus propias reflexiones sobre la importancia de los valores individuales y sociales.

 

Es una historia plagada de simbolismos sobre una sociedad en declive que vive del supuesto esplendor del pasado. La princesa que ya no es, el aristócrata que debe trabajar, los duques de alquiler y los pretensiosos que nunca han sido y no son más que sí mismos, pero buscan siempre, ser algo que no son.

 

Como el académico que se vanagloria con términos sofisticados y palabras de renombre, que le dan seguridad y el placer de saber y ser más que los demás. La frivolidad, como objeto de placer por sí misma, sin ningún aderezo ni materia que le dé sustancia. Sólo el placer mundano y el esfuerzo perenne por no olvidar la fortuna y pompa de instantes remotos.

 

La pretensión sobre todas las cosas, es la negación absoluta de uno mismo; es la anulación de la identidad que nos define. De alguna u otra forma, todos tenemos algo de frivolidad. El error colectivo se asienta, cuando lo mundano se generaliza y se hace parte distintivo de una sociedad, pues pierde identidad.

 

En México existen muchas identidades que participan en un mismo espacio. Premisa que en principio es positiva pues la convivencia de culturas y tradiciones, enriquece al ente colectivo. Además, la diferencia reafirma la individualidad. Sin embargo, cuando esas diferencias se niegan y rechazan, sucede el efecto contrario. La multiculturalidad genera un efecto divisorio y de cancelación sobre el prójimo, en vez de ser un elemento de integración, enriquecimiento y definición social.

 

Como cuando un alumno de ascendencia española al referirse a un político, en una clase de derecho constitucional, dice “es que parece indio”. El problema no es que fuera indio, que lo era, sino la suposición dada, que ser indio es en sí mismo negativo. Es eliminar la dignidad de 10 millones de mexicanos e imposibilita la unión de tradiciones.

 

Eso es parte de nuestra construcción social como sociedad y una muestra de cómo no hemos logrado articular un proyecto definido de identidad que nos enriquezca, sino que nos divide y nos separa.

 

La suposición que la propia historia es la correcta y las demás no lo son; la pretensión de ser mejor que el resto de la sociedad; la negación del prójimo. En ello, la frivolidad y lo mundano juega un papel relevante. Pues es el espacio idóneo para cancelar otras posibilidades, comenzando por la propia.

 

Como el caso de los hoy famosos mirreyes, que no hacen otra cosa sino pretender estar en una peldaño más arriba que los demás, sin mérito ni valor personal. Sólo con base en una historia ajena que contar. Que estarían mejor si no hubiera indios y clases bajas que tolerar. De ahí que el medio natural es encerrarse en un espacio contenido, que no camuflado (para que el resto los observen), en donde lo mundano permee en toda su extensión, suprimiendo posibilidades reales de convivencia humana y de reconocimiento verdadero del prójimo.

 

En México existe una nostalgia desconocida. La añoranza por una realidad inexistente en donde la sociedad se separa de sí misma para solo convivir con su reflejo.

 

@gstagle