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La generación del vacío y la transición

El hombre light no maduró, su crisis de los 30 se ha convertido en mal crónico

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Escrito en OPINIÓN el

Hoy como nunca antes México vive dos realidades: La que experimentan los políticos y la que vive el resto de la población. El desprestigio que sufre la clase política mexicana y el cada vez más preocupante abstencionismo por parte de un electorado compuesto por un porcentaje mayor de jóvenes no prende focos rojos en los war room de quienes detentan el poder, por el contrario los tiene festejando.

 

La política, que alguna vez fue definida como la labor del hombre por el hombre y donde el quehacer del político se entendía como la vocación por el bien común, ahora se asemeja a un disturbio en donde sus participantes incendian camiones, rompen vidrios y roban tiendas sin el menor temor a ser exhibidos, vivimos en la era del descaro (sí robé, pero poquito).

 

La preocupante parsimonia en la que vive la aplastante mayoría de mexicanas y mexicanos que diariamente esperan la llegada del fin de semana para desconectarse de la realidad cotidiana es explicable por las actividades que preferimos hacer como país durante los días de descanso.

 

Lo más cuestionable de nuestro grito de guerra ahora puesto de moda en el mundo en cuestiones futboleras no es el grito en sí, sino las razones que muchos aluden como aceptables “es un desfogue”nos dicen analistas transmutados a psicólogos sociales, especialistas todos en cultura e identidad (la carencia) cuando lo que resulta más preocupante es que nadie repara en que la gran mayoría acepta como normal el hecho mismo de necesitar un desfogue, nos perfilamos como individuos borderline cuyo quiebre emocional no termina de llegar, acaso es precisamente esa la constante: la crisis, nuestro modus vivendi.

 

Aunado a esto hemos educado a toda una generación a desear lo que la agrupación musical “Los titanes de Durango”declara de manera contundente:

 

“La banda norteña,

los carros del año,

las mejores plebes

las traigo a mi lado”.

 

El consumismo vacuo y el machismo exacerbado característicos de la generación narco en México. Sigue la letra con el ritmo asincopado, violento:

 

“Pura buchanita del sellito rojo,

me gusta cumplirme todos mi antojos,

las playas, las discos y los malecones

palenques y tastes apuesto millones”.

 

La generación del milenio necesita todos sus satisfactores llenos inmediatamente, las recompensas que los videojuegos y la cultura del homo videns sartoriano dio de pequeños a los estelares de estas canciones ahora son satisfechas con dinero, armas y poder

 

“Me sobran amigos por toditos lados,

soy gente muy buena de muy alto rango

y les digo a mi gente:

Soy enamorado”.

 

La percepción o el deseo de ser percibido como centro de la existencia, un egoísmo que se separa de la filosofía individualista propuesta por Ayn Rand y por cualquier sentido de vida: El vacío y la carencia de virtud que por ende resta valor al semejante por no ser “de muy alto rango”.

 

Más preocupante resulta lo que pasa en la contraparte de esta generación que se dedica a la política, para quienes, según Gilles Lipovetsy, cuya entrevista fue publicada en nuestro país hace algunas semanas por El Universal, “el prestigio y el poder se conquistan muy rápido”afirmaba.

La clase política que ahora gobierna el mundo y nuestro país es una clase que no conquistóluchas sociales ni tiene dolorosos recuerdos, que aun no votaba cuando se empezóa gestar la “moderna democracia mexicana”, para quienes Rosario Ibarra, Cuauhtémoc Cárdenas, incluso JoséWoldenberg son figuras de un México que ya pasó¿ya chocheó?

 

En nuestra supuesta democracia el ciudadano participa solamente en un momento real: La votación, porque se supone que sea representado para el resto de los procesos decisivos en los ayuntamientos, Congresos locales y las Cámaras de diputados y senadores; sin embargo estos representantes populares son elegidos en un principio mas por la decisión de los jefes cupulares de sus partidos o entidades que por la buena fama y el reconocimiento popular

 

¿A qué intereses atenderán?

 

La política se ha convertido en botín, el que juega limpio es bicho raro, pero aún hay quienes juegan limpio, tal vez los menos.

 

Con el reciente descubrimiento de la encuestocracia previa a la toma de decisiones del ex presidente Felipe Calderón y con la proyección internacional que intenta el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto vemos una constante en la labor política: la frivolidad del cálculo en el sentir de las masas dejando de lado necesariamente el pulso del que hablaba Azorín en su obra “El político”hace más de un siglo, en su libro el filósofo describía una capacidad casi etérea de empatía que lograba en el político entender el sentir popular con sólo palparlo, un pulso de la masa en el individuo, un rapport peculiar del (buen) gobernante.

 

En cambio ahora imploramos que al menos la mitad de quienes se encuentran en el poder lean “Politics for dummies”versión México.

 

Hoy la imagen lo es (casi) todo, las redes sociales se perfeccionan y evolucionan para ser (casi) exclusivamente contenido visual, Twitter tiene éxito por su contundencia y su breve uso del lenguaje en 140 caracteres, razón por la que los alemanes (casi) no tuitean, Facebook restringe sus anuncios a una imagen acompañada de no más de un 20% de texto en las mismas, Vine, Instagram, Pinterest y tantas otras obedecen al deseo de ver y sustituir la interpretación y la creación propia a través del acto intelectual del ser creativo por lo digerido, creado, un producto ex profeso para las masas.

 

Somos la generación del vacío y la transición, a los 36 años nos sentimos más lejos de los jóvenes que nuestros padres se sintieron a la misma edad de sus jóvenes. El hombre light no maduró, su crisis de los 30 se ha convertido en mal crónico.

 

¿Cuándo sustituimos lo maravilloso de una íntima cena en la mesa de nuestras casas por una solitaria pizza de congelador en la cama?

 

Charlemos de generaciones y degeneraciones en @_TORRESBERNAL