Lamentablemente la impunidad en nuestro país es cosa de todos los días y poco o nada nos sorprende. Con frecuencia se escuchan historias de políticos que se enriquecen al amparo del cargo, tampoco son excepcionales las sospechas de vínculos con personajes que no gozan precisamente de muy buena fama pública.
Pero el caso del hijo del ex gobernador de Michoacán es francamente dramático, particularmente por la grave situación que prevalece desde hace varios años en dicha entidad y que supuestamente ha llevado al gobierno federal a encender las señales de alarma y prestar especial atención.
A pesar de los múltiples señalamientos que se han hecho respecto a la penetración de la delincuencia organizada en las más altas esferas gubernamentales -la senadora Luisa María Calderón ha sido muy enfática-, y a hechos concretos como el del medio hermano del ex gobernador Leonel Godoy que fue desaforado, la detención de un ex diputado local del PRI o de quien fuera secretario de gobierno y gobernador interino Jesús Reyna, no se explica la indolencia de las autoridades que en un principio y de manera irresponsable trataron de atribuirlo a meros ataques políticos o a conductas personales.
Con estos antecedentes me gustaría saber que más necesita la Procuraduría General de la República para realmente abrir una investigación a fondo respecto a Fausto Vallejo y su retoño, porque de plano no lo entiendo.
¿Acaso el más reciente video que se difundió el pasado lunes (no es el único) en el que aparece Rodrigo Vallejo, alias “El Gerber”, en amena plática con Servando Gómez Martínez, líder de la organización criminal de Los Caballeros Templarios y quien por cierto se encuentra prófugo, no constituye un elemento suficiente para presumir que existe una relación de complicidad entre ambos personajes? ¿O en verdad le van a creer al decrépito ex gobernador que su hijo acudió a esa reunión bajo amenazas siendo que en la grabación se aprecia un ambiente muy relajado?
Espero que nos expliquen también por qué en el caso del albergue de Mamá Rosa se realizó un operativo impresionante, mientras que a Rodrigo Vallejo se le invitó amablemente a declarar siendo que hay muchos indicios de sus nexos con gente de muy alta peligrosidad. Por donde lo queramos ver toda esta historia es ridícula e indignante.
Como es posible que permitamos que sigan pesando más los cálculos electorales de los partidos, o los intereses políticos y económicos de la clase gobernante cuya ambición parece no tener límites, a la vida y tranquilidad de los mexicanos. Esta puede ser una buena oportunidad para que de una vez por todas alcemos la voz y generemos un contexto de exigencia. Hace algunas semanas pedíamos la renuncia del inefable Fausto Vallejo, hoy no podemos aceptar menos que la cárcel para su hijo.