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La extraña relación: covid, migración y elecciones

La relación que Trump hace entre el covid-19 y la suspensión de las visas es sólo un acto para retomar su agenda electoral. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

A inicios de la semana pasada, con bombo y platillo, el presidente Donald Trump lanzó un tweet en que avisaba la suspensión temporal de toda la inmigración a Estados Unidos para proteger a los estadounidenses del “ataque del enemigo invisible” y a sus empleos. 

En principio, el aviso dio a pensar que con el pretexto de la pandemia de covid-19 el presidente retomaría su objetivo de detener a cualquier inmigrante que intente ingresar a su país. No obstante, la proclamación publicada por la Casa Blanca el pasado 22 de abril es mucho más limitada de lo que insinuaba el tweet del presidente, ya que no se extiende a las solicitudes de visas de no inmigrantes, entre ellos estudiantes y trabajadores agrícolas, y exime expresamente a los profesionales de la salud, inversionistas, inmigrantes que ya están en Estados Unidos, incluidas las víctimas de delitos que cooperan con autoridades estadounidenses en diversos asuntos policiales, así como a aquellos que buscan visas temporales. 

Si bien este amplio universo de excepciones limitará el número de personas perjudicadas, salta a la vista un grupo: la inmigración legal. La orden de Trump sí suspende por 60 días la emisión de visas para personas que buscan trabajar legalmente en Estados Unidos, por lo que su impacto real será en los empleos especializados para los cuales, en principio, no hay suficientes ciudadanos o residentes legales disponibles en Estados Unidos. 

Dicho esto, el efecto de la suspensión de la inmigración decretada por Trump, aunque puede renovarse, será nulo en la tasa del desempleo de Estados Unidos que ha traído consigo la pandemia, e impactará a la inmigración calificada y legal, así como a las personas que actualmente están fuera del país y que aún no cuentan con una visa de inmigrante o con sus documentos oficiales de viaje, y que, por obvias razones, no constituyen, en la perspectiva de la Casa Blanca, una carga para el Estado hoy en día. 

Cabe destacar que uno de los rasgos que más llama la atención en la suspensión temporal de visas es que Trump refiere el impacto de las contracciones económicas en Estados Unidos en “grupos históricamente desfavorecidos”, incluidos los afroamericanos y otras minorías, así como a los trabajadores sin un título universitario y a las personas con discapacidad, grupos que probablemente serán los más afectados en la crisis de desempleo. Sin embargo, el propio Trump reconoce que no hay forma de protegerlos de la amenaza de la competencia por empleo especialmente frente a nuevos residentes legales permanentes. 

La extraña relación que Trump hace entre el covid-19 y la pérdida de empleos en Estados Unidos para justificar la suspensión de las visas a personas altamente calificadas, más que atender a la defensa de los empleos de los estadounidenses, es sólo un acto deliberado para retomar su agenda electoral en medio de una crisis sin precedentes, en rápida evolución y que hasta ahora ha cobrado la vida de más de 50 mil personas en Estados Unidos. 

Sin duda las respuestas de Trump al covid-19 han sido erráticas, desde tachar a la enfermedad como una simple gripa, retardar la atención a la pandemia, contradecir a su asesor Anthony Fauci, quien por cierto es uno de los epidemiólogos más prestigiados del mundo, acelerar la apertura del país alegando motivos económicos, hasta sugerir la aberrante idea de probar desinfectante doméstico como cura. Habida cuenta que ya hay un contrincante para las elecciones presidenciales del próximo noviembre, que ha demostrado ser un hombre sensato, serio y consciente de la situación por la que atraviesa su país, la interrogante que se plantean algunos republicanos es ¿En realidad Donald Trump tiene la capacidad para permanecer cuatro años más en la Casa Blanca?