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La esperanza, el opio de los crédulos

Ante la escasez de leche y miel se alimentan las esperanzas y se fabrican los enemigos de paja. | José Roldán Xopa

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Escrito en OPINIÓN el

Al triunfo de la revolución sandinista en 1979, Sergio Ramírez integró la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional. Luego fue vicepresidente de Nicaragua siendo Daniel Ortega el presidente. Ahora, Sergio Ramírez salió al exilio perseguido por Ortega acusado de “incitar al odio” y “conspirar contra la soberanía”.

Aún recuerdo el discurso que Sergio Ramírez dio en 1984 en la inauguración de un encuentro internacional de juristas que se realizó en Managua, teniendo como cuestión central la demanda que Nicaragua presentó contra Estados Unidos ante la Corte Internacional de Justicia por la colocación de minas en Puerto Corinto. 

El ambiente se envolvía en la mística de la defensa de un proceso revolucionario frente a la intervención norteamericana, en medio de un proceso de reconstrucción en el que en el horizonte estaban aquellos versos del himno sandinista, escrito por Carlos Mejía Godoy: “Hoy el amanecer dejó de ser una tentación/ mañana algún día surgirá un nuevo sol/ que habrá de iluminar toda la tierra/ que nos legaron los mártires y héroes/ con caudalosos ríos de leche y miel.”

La promesa y la esperanza de los ríos de leche y miel

Ahora Carlos Mejía Godoy ha publicado una carta abierta dirigida a Daniel Ortega reclamándole la desfiguración que ha hecho de Sandino y su traición a aquella lucha: “desde tu trono despótico”, “pará esta barbarie”, “dejá de matar”, le dice

Managua resultaba una combinación de parajes de abundancia vegetal en medio de una ciudad todavía semidestruida por el terremoto del 72, los convoyes de jóvenes del FSLN con sus paliacates rojinegros al cuello, la música y la poesía. En alguna librería de Granada descubrí la poesía de Gioconda Belli, en otra la de Ernesto Cardenal. La revolución de los poetas. 

La idea y la esperanza de que la revolución y la izquierda en general tenían un futuro posible y mejor, no podía estar en un mejor escenario.

Sin embargo, no sucedió. Por sus ríos no está el caudal prometido. 

Sin ignorar la capacidad que el ensayo político pueda tener para explicar lo que ha pasado, la literatura nos da claves para entender: “Polvo en el viento” (Tusquets) de Padura para Cuba o “Tongolele no sabía bailar” (Alfaguara) de Sergio Ramírez para Nicaragua, tejen con el hilo de lo humano, los amores, las pasiones, las ambiciones o las envidias, las redes, las sábanas o los telones de lo humano que, como político, se convierte en poder y control.

El rencor, la influencia, el poder, la creencia, la fe, son los personajes. La materia prima que por accidente puede tener cualquier nombre de hombre o mujer, de la ficción o de la realidad. De lo humano se va formando la dominación y la exclusión.

Tratándose de dominación Michels, socialista de cuño, postuló una idea que hay que rescatar: Aun una revolución social, por mayor que sea el respaldo social, forma sus oligarquías. Es la ley de hierro de las oligarquías: las minorías forman pandillas que se disputan el control, disputan el poder, se alían y traicionan entre sí.

Las masas, el pueblo son el objeto de control al que se alimenta de expectativas. El líder carismático, la nueva élite, la oligarquía en turno, habla en nombre de la clase trabajadora, del pueblo; ante la escasez de leche y miel se alimentan las esperanzas y se fabrican los enemigos de paja.

En la lógica de “estás conmigo o estás contra mí”, se pide fidelidad, apoyo incondicional. Así, se abandona la capacidad crítica y se renuncia a la inteligencia personal y colectiva.

Marx al criticar a la filosofía de Hegel, descarnadamente postulaba que la religión es el opio de los pueblos. Da una felicidad ilusoria al igual que la esperanza.