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La energía que necesitamos (II): los vicios de México

El régimen que busca cambiar la 4T en el mercado eléctrico es que la CFE no esté obligada a comprar a los privados la energía que producen. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) señala en su informe estadístico 2020 que 64 por ciento de la generación de energías renovables provienen de las hidroeléctricas.

A nivel mundial, la generación de energía solar y fotovoltaica representa el 17 por ciento, mientras que las eólicas, participan con 19 por ciento de la generación de renovables a nivel mundial.

En la entrega anterior mencionábamos que en México la CFE produce 20 por ciento de la energía eléctrica del país con las hidroeléctricas y termoeléctricas. En la actualidad, hay poco más de 60 en operación y 26 que fueron abandonadas y cerradas durante el proceso de apertura del sector energético. 

Con la llegada de la 4T, poco a poco se han ido recuperando algunas de esas hidroeléctricas como el caso de Colimillas o “los Monos”, ubicada en el municipio de Tonalá, Jalisco, a un lado del río Santiago. Este complejo fue abandonado por varios años; en 2018 aún estaba cerrado y a partir de 2019, comenzó a operar y generar electricidad nuevamente.

Para los opositores a la reforma eléctrica de la 4T, es más fácil asegurar que el gobierno quiere generar electricidad con combustibles fósiles que reconocer que las hidroeléctricas y termoeléctricas del país son eficientes, productivas y limpias. Aceptar esto, significaría tener que dar más explicaciones del por qué la CFE debe seguir comprando como primera instancia, la energía que las empresas privadas generan en el país.

Ahora bien, ¿está mal que las empresas extranjeras inviertan en México para producir energías limpias para después ofertarlas en el mercado nacional? La respuesta categórica es NO, pero las reglas del juego deben ser parejas para todos los competidores incluida la CFE. 

El régimen que busca cambiar la 4T en el mercado eléctrico es que la CFE no esté obligada a comprar a los privados la energía que producen antes de adquirir la que produce la paraestatal. Es decir, que aunque CFE tuviera excedentes de producción, la ley obligaba a la paraestatal a comprar a los privados su producción y utilizar lo producido por el estado cuando entraba el periodo de intermitencia en la que incurren los privados. 

En ese contexto, ¿sería bueno dejar en manos de intereses meramente mercantiles la generación de energía eléctrica en un escenario de emergencia? Texas acaba de vivir un escenario caótico y semi-apocalíptico en un momento de crisis climática. Autoridades gubernamentales de Estados Unidos, declararon luego de los apagones que la generación de energía eléctrica no podía depender únicamente de privados.

El otro factor que está a discusión con la reforma eléctrica es el uso de las vías de transmisión y despacho de energía que son propiedad de CFE, un segmento al que no lograron entrar los privados y por ello solo proveían de energía, mientras que la paraestatal, absorbía todos los costos de transmisión, despacho y almacenaje, dejando libre la ganancia de la electricidad generada por los privados.  

En este punto se avecina otro debate, pues con la actual reforma energética en este capítulo no ha terminado, pues aún falta determinar quiénes pueden o no, utilizar las vías de transmisión de energía eléctrica y quiénes deberán pagar por ello, y a qué precios. 

Recordemos amigo lector, que este fue uno de los factores que más dificulto la reforma de telecomunicaciones cuando los proveedores de servicios de interconexión, debían pagar por el uso de la infraestructura de la que era dueño Grupo Carso. Entonces, aunque varias empresas cerraron y se retiraron de México, nadie se rasgó las vestiduras.