Main logo

La desgracia de García

Perú está presa de sus autoridades, el suicidio de Alan García no deja cabo a la especulación, la corrupción está habitando en el Gobierno peruano. | Jorge Iván Garduño

Por
Escrito en OPINIÓN el

El escándalo Odebrecht ha acorralado a los mandatarios peruanos, haciendo de uno de ellos casi un mártir: Alan García. El presidente de Perú que en su primer mandato (1985-1990) tuvo que salir a hurtadillas, por no decir huir, de la casa de gobierno a Colombia y de ahí a París, Francia. Su mandato estuvo marcado por la corrupción, el enriquecimiento ilícito y el tráfico de influencias. Actos todos que prescribieron y le permitieron su regreso al Perú al inicio del siglo XXI. Lo que significó su irrupción en la vida política del Perú.

Su segundo mandato (2006-2011), fue caracterizado por los mismos escándalos, pero hubo uno que lo marcó, el caso de la Línea 1 del metro de Lima construida por la brasileña Odebrecht, un caso que ha marcado a toda Latinoamérica.

El nombre de Alan García ha sonado sin faltar en todos los casos de señalamiento, él insistió que nunca su nombre ha aparecido en ningún documento, pero los señalamientos son devastadores.

Según documenta Historia de la corrupción, un libro publicado en 2013 por Alfonso Quiroz, en casi 200 años el único presidente preso había sido Augusto Leguía, fallecido en 1932 en la cárcel de Lima. Pero su fantasma ronda hoy la política nacional. Los cuatro exmandatarios que han gobernado desde 2001 están bajo investigación de la Fiscalía por sus vínculos con la constructora brasileña Odebrecht, por haber recibido sobornos o aportaciones no declaradas en sus campañas electorales. Dos de ellos ya han pisado la cárcel por este motivo: Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski.

Alejandro Toledo es prófugo de la justicia desde 2017. Según consta en la petición de extradición a Estados Unidos, el exrepresentante de Odebrecht en Perú prometió a Toledo la entrega de 36 millones de dólares a cambio de la concesión de las obras de la carretera Interoceánica. Su testaferro, el empresario peruano-israelí Yosef Maiman, ha reconocido ante las autoridades que recibió de la constructora más de 17 millones de dólares destinados a Toledo.

Alan García, en cambio, vivió sus horas más bajas. Perdió el aura de imbatibilidad que lo rodeaba, con su pedido de asilo a Uruguay sin éxito. El momento en que fueron a detenerlo para que rindiera cuentas ante las autoridades por sus acusaciones, pidió que lo dejaran realizar una llamada, se encerró en una habitación de su casa y se pegó un tiro en la cabeza, que si bien no fue fulminante, pocas horas después perdió la vida a consecuencia de la herida.

Hoy, Perú está presa de sus autoridades, porque el suicidio de Alan García no deja cabo a la especulación, la corrupción está habitando en el Gobierno peruano, y los más desprotegidos son sus ciudadanos.

Tiempo al tiempo.

Con el Brexit en un hilo

@plumavertical  | @OpinionLSR | @lasillarota