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La derrota de la democracia

Borrar la corrupción de un plumazo es imposible y los críticos de López Obrador lo saben. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

El panorama global y la reciente movilización feminista, obligan a reflexionar sobre el escenario que vive el país, el cual, parece asolar al gobierno de López Obrador en un momento de complejidad sanitaria, económica y social.

La cavilación nos lleva al 2 de julio cuando los comicios, le dieron la presidencia a López Obrador con una votación inédita que superó las expectativas de propios y extraños.

El triunfo abrumador en las urnas, fue un mensaje claro de quienes buscaban un cambio luego de cuatro décadas de gobiernos que privilegiaron el pragmatismo económico que vivieron bajo al amparo de la corrupción.

Los comicios del 2 de julio, son los más democráticos en la historia de México. Por más de 70 años, la elección presidencial estuvo marcada por la sombra del fraude.

El hecho histórico es un triunfo de la ciudadanía que manifestó un ¡ya basta! al abuso del poder económico y político que prevaleció todo ese tiempo. Esas elecciones, fueron una catarsis para contener el descontento social que amenazaba con desbordarse.

La violencia y la impunidad, así como la multitudinaria manifestación de las mujeres del ocho de marzo y el paro del día siguiente, son resabios de ese lastre histórico y descontento social.

Ante este escenario, los medios de comunicación se han auto proclamado como la única oposición política del gobierno, al que le imputan, todo el descontento social que prevalece hoy en el país. Si leemos entre líneas, su reclamo implícito, es que las cosas deberían permanecer como estaban.

Por su puesto que el trabajo de éste y cualquier otro presidente debe ser criticado y cuestionado, el tema es que hoy desde la derecha junto con los medios, intentan endosar todos los rezagos del pasado a este gobierno.

La guerra contra la corrupción y los diversos frentes abiertos en las entrañas del poder, representan un una lucha mucho más cruenta que la campaña bélica de Calderón, que resulto un baño de sangre.

El descontento de muchos sectores radica en la pérdida de las canonjías que el sistema corrupto les entregaba. Y eso lastimosamente, estaba en todos los sectores de gobierno, justicia, salud, educación, economía, energía. etc.

Haber trastocado esos intereses, tiene un riesgo con implicaciones políticas, económicas y sociales.

El pragmatismo neoliberal, exige resultados inmediatos aunque ese modelo tampoco los dio en su momento. Borrar la corrupción de un plumazo es imposible y los críticos de López Obrador lo saben, aunque caigan en el juego de criticarlo por el hecho de que él asegura lo contrario.

Promover el descontento neoliberal, dará pie a una mayor división de la sociedad que nos llevaría ahora sí, a la antesala de la venezonalización del país. Basta recordar, que fue la derecha y los medios de comunicación de ese país, quienes utilizaron la táctica de manifestaciones que luego terminaron en golpe de estado.

Replicar esa estrategia en México, generará mayor tensión social y podría derrotar el logro democrático alcanzado el 2 de julio de 2018.