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La democracia y la paz

El proceso electoral en curso debe ser el mejor referente de la defensa de nuestra democracia y la paz. | Carla Humphrey

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Escrito en OPINIÓN el

La historia nos ha demostrado que la paz es un elemento fundamental de convivencia social, de armonía y hasta de desarrollo, ya sea entre los miembros de una comunidad o entre las naciones que conforman nuestro mundo.

Por ello, en el marco del Día Internacional de la Paz, decretado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1981, resulta importante hacer varias reflexiones sobre dicha paz y lo que representa para México esta concepción.

Es importante resaltar que la ONU considera este día como un espacio para reforzar los ideales de la paz en todas las naciones y pueblos del mundo, para lo cual considera básico difundir los valores de tolerancia y respeto mutuo como requisitos  fundamentales para la paz.

Bajo este contexto, México ha sido un país que se ha caracterizado por el respeto a valores como el diálogo, el consenso, la prudencia, además de los considerados por la ONU, elementos todos ellos que caracterizan el espíritu de nuestro sistema democrático.

Es justamente la democracia, como sistema de vida y valor acogido por una nación como la nuestra y que a su vez, integra normas y reglas, genera los ingredientes para que una sociedad tenga la posibilidad de convivir pacíficamente, de desarrollarse y que el ejercicio del poder se lleve a cabo en condiciones de estabilidad.

Sin embargo, como ha sucedido en otras latitudes hay fenómenos que perturban la paz de una sociedad y de una nación que pueden irrumpir un régimen político. La historia también nos demuestra que, un rubro que ha generado una desestabilización social son las elecciones. Pero, cuando se tienen condiciones suficientes para que las mismas sean no un motivo de conflicto sino de paz, de transición y expresión social de la ciudadanía que asiste a las urnas a emitir su opinión con su sufragio, se convierten en ejemplo de altura de una sociedad organizada.

En nuestro país, nuestro sistema electoral considera valores como la soberanía popular; el principio de la mayoría, pero también, la defensa de los derechos de las minorías; el principio de la representación como garante del voto; la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, entre otros tantos más.

Estos principios consagrados en nuestra Constitución y materializados en leyes secundarias hacen que nuestras elecciones se conviertan en un referente de paz.  Además, consolida nuestro sistema democrático como el único hilo conductor para manifestar nuestras diferencias o similitudes; se convierte en el motor de convivencia social; se constituye en el mandato ciudadano y la dirección que la población imprime de nuestra nación.

Por ello, y en razón del proceso electoral en curso, el más grande que hayamos tenido en nuestra historia, debe ser el mejor referente de la defensa de nuestra democracia y la paz.

Para ello, los involucrados en estas elecciones como lo son partidos políticos, autoridades electorales administrativas y jurisdiccionales, en su oportunidad candidatas y candidatos, entre otros, deberán hacer lo propio, es decir, seguir las reglas del juego.

Si todos y todas hacemos lo que nos toca, le demostraremos a la ciudadanía, al mundo y a nosotros mismos que tenemos los cimientos, la estatura y los alcances para construir un mejor futuro, consagrando justamente los valores determinados por la ONU y los que reconocemos en nuestra constitución y nuestra democracia.

No perdamos esta gran oportunidad.