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La democracia es causa, no consecuencia

Es sintomático que justo en tiempos electorales, las estrategias de campaña se encaminen a exhibir actos de corrupción.

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Escrito en OPINIÓN el

La democracia puede ser entendida como un sistema, un proceso, un fin o una aspiración colectiva. El artículo tercero de la Constitución, al referirse a los criterios que deberán orientar la educación, precisa que “será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”. Es decir, la democracia según la Constitución, es una estructura jurídica, un régimen político y una aspiración de vida.

 

La palabra democracia (o democrática) se encuentra en la Constitución en 13 ocasiones. Destaca su referencia en la articulación del Plan Nacional de Desarrollo, en la forma de gobierno y en el artículo 41 al referirse a los fines de los partidos políticos. Aun así, los principios de la democracia se encuentran implícitos a lo largo de toda la Constitución. Su fundamento y esencia son la igualdad y la libertad de las personas. Por ello, la garantía de los derechos humanos, es piedra angular y requisito indispensable para el ejercicio verdadero de un sistema democrático.

 

Robert Dahl, en su libro On Democracy precisa que una democracia representativa moderna debe estar compuesta de cuando menos, seis elementos: representantes electos; elecciones libres, periódicas y equitativas; libertad de expresión; medios alternativos de información; derecho de asociación; y, ciudadanía inclusiva. A esto, le llama poliarquía. Si se analizan los componentes que una democracia representativa moderna conlleva, se podrá observar que no todo recae en el proceso electoral. Al contrario, si bien la premisa de una democracia es la elección de nuestros representantes, el método democrático debe ser constante y permanente.

 

Existe en cambio la impresión, que una sana democracia pasa por una jornada electoral sin incidentes (como la coacción o compra de votos) y que el conteo de votos sea honesto y verdadero. Sin embargo, un sistema democrático verdadero y efectivo debe garantizar, en primera instancia, la participación efectiva de las personas no solo en el proceso electoral, sino en las decisiones públicas del país, a través del ejercicio de los derechos humanos. Por ello, la libertad de expresión, el acceso a la información real, la inclusión global del ciudadano, las posibilidades de asociación se tornan igual de relevantes que el acto de ejercer el voto universal, libre, secreto y directo.

 

Entre otras cosas, lo relevante del movimiento #yosoy132 radicó en que su protesta no se dirigió en contra del sistema electoral per se, sino a los medios de comunicación y a la ausencia de alternativas fiables y honestas de hacerse de datos que pudieran permitir un voto razonado y veraz. De ahí que la libertad del voto, pasa por el tamiz del derecho a la información como elemento fundamental de la democracia. De lo contrario, la democracia es solo un telón artificial que gira sobre su propio eje con el ciudadano como simple espectador de su futuro social (e individual).

 

Tanto desde el punto de vista normativo como político y social, en México la democracia se concibe como un mecanismo procedimental y no como un sistema, es decir, como una consecuencia y no como una causa. El hecho que los candidatos y partidos políticos se deban de abstener de “expresiones que calumnien a las personas”; que el INE se convierta en un censor de publicitario; o que a los ciudadanos no se les permita contratar propaganda en radio y televisión dirigida a influir en las preferencias electorales de los ciudadanos. No hace sino demostrar que las normas y la conducta de los actores políticos, están vertidas hacia el proceso electoral y no hacia el fortalecimiento de un sistema democrático. Más aún, las restricciones apuntadas, limitan la calidad de la democracia en tanto que reducen el acceso a la información y la libertad de expresión.

 

Es sintomático que justo en tiempos electorales, las estrategias de campaña se encaminen a exhibir actos de corrupción. Toda la retahíla de videos y notas que denuncian actividades ilegales, se hacen en función de la contienda electoral y no debido a un apego a la Ley. Es decir, se publicita un acto ilegal con la intención de restarle votos al contrario y no con la intención de que se cumpla con el estado de derecho.

 

Nuestra democracia es en fin, un procedimiento que ocurre cada tres años. Las causas que fundan un sistema basado en la libertad, en la justicia y en la igualdad, no son vistas como un fin, sino como un medio para hacerse de votos. Hay que fortalecer las causas para darle un sentido real a la consecuencia.

 

@gstagle