En octubre de 1962 se suscitó la que es considerada hasta el momento, la crisis más crítica entre las dos mayores potencias nucleares en el mundo. La causa, la presencia de misiles nucleares rusos en Cuba.
En junio de ese año, la Unión Soviética, había desplegado en la Isla de Cuba un arsenal balístico y militar compuesto por plataformas de lanzamiento de misiles, ojivas nucleares, aviones tipo caza y bombarderos, buques de guerra y al menos unos 47 mil efectivos del ejército soviético.
El motivo, disuadir una inminente invasión de los Estados Unidos a la Isla de Cuba. Cuando el gobierno de Whasington detectó semejante arsenal frente a sus costas y a 200 kilómetros del alcance de los misiles soviéticos, se desató la “Crisis de los misiles” que mantuvieron en vilo la paz mundial ante una conflagración nuclear durante 13 días.
La crisis se resolvió luego de que los Estados Unidos aceptaran declarar públicamente que no invadirían Cuba, ni tampoco apoyarían ningún intento de golpe de Estado al gobierno cubano.
Hoy, 59 años después, aunque en contextos distintos, el mundo parece entrar en una nueva crisis de misiles. La frontera de Rusia con Ucrania vive desde al menos hace dos semanas, una escalada de tensiones que va en ascenso y amenaza la paz de Europa del Este y posiblemente de todo el mundo debido a que, Eurasia hoy más que nunca, está convulsionada con varios frentes y tensiones bélicas abiertas en toda la zona.
En el último mes, las fuerzas armadas de los países que componen el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), incrementaron su presencia militar en la zona dotando de misiles balísticos y armamento sofisticado al ejército de Ucrania. Rusia por su parte, al igual que su contraparte en Ucrania, continúan sumando tropas y armamento balístico como elementos de disuasión para evitar cualquier acto que pueda ser interpretado como una agresión por cualquiera de las dos partes.