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La crisis de las vacunas (1a parte)

El mundo se encuentra en la carrera contra reloj para fabricar las vacunas contra el covid-19 que hoy día, unos pocos pueden producir. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Era difícil suponer que la fabricación y suministro de vacunas, pasaría por alto los asuntos políticos. El punto es que la politización de las vacunas, no es un asunto privativo de México, quien piense eso continúa ensimismado en la arrogancia de sus pensamientos y sentimientos repulsivos hacia un gobierno que buscan denostar a toda hora.

Desde el inicio de la pandemia, estaba marcado que conforme avanzaran las investigaciones para obtener la vacuna contra el covid-19, se desencadenaría una contienda, para ver qué potencia obtendría primero el antídoto, y después cuál sería su grado de influencia en el mapa geopolítico mundial.

La confrontación que se ha desatado entre las potencias por la consecución del antídoto, tiene varios frentes. Intentaremos abarcar todos en este espacio. China fue el primer país en alzar la mano para fabricar la vacuna; posteriormente, Rusia anunció sus avances con la polémica Sputnik V. Detrás, la farmacéutica Pfizer se sumó a los contendientes para obtener la fórmula contra el covid-19.

A estos tres, se sumaron Israel, AstraZeneca y Moderna. Pero a la carrera por la vacuna, también se sumaron laboratorios de India, Venezuela, Cuba, y al menos otros cien países y laboratorios que están en la carrera para obtener el antídoto contra la pandemia.

A nivel internacional, se formó la coalición Covax, que está conformada por la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias, la Alianza para las Vacunas y la OMS. Este organismo, está trabajando junto con gobiernos y fabricantes para garantizar que las vacunas estén disponibles en todo el mundo tanto para países ricos, como para los de ingresos bajos.

El punto es que aunque según el Covax hay 172 países buscando la vacuna, en realidad, solo unos pocos países parecen tener la capacidad de fabricarla. Algunas de las vacunas ya se han distribuido a nivel internacional.

Estados Unidos ha hecho todo lo posible para evitar que ni la vacuna Sinovac de China, ni la Sputnik V de Rusia, se distribuyan en América Latina. Sin embargo Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Venezuela y México, han comprado ya alguna de las vacunas de los dos principales oponentes geoestratégicos de la unión americana.

Un estudio de Launch and Scale Speedometer, revela que los países ricos, han acaparado las compras y producción disponibles de vacunas a nivel mundial. El informe señala que esos países, han comprado cuatro veces más dosis que los países de ingresos medios y los de la coalición Covax. Es decir, que los países más pobres apenas han logrado comprar una octava parte de la producción mundial disponible.

Si realmente no existía una conspiración de control político y social mediante la propagación del covid-19. Con la falta de producción y control de las vacunas disponibles en los países dominantes, sí podría darse un control y sometimiento de toda una nación, en caso de que alguno de esos países se lo propusieran.

En esta carrera por la vacuna, vimos como países como Cuba y Venezuela, fueron dejados a suerte. Nadie pregunta si estos países están en condiciones para inocular a sus respectivas poblaciones. Incluso Bolivia y Ecuador, tres semanas atrás, se encontraban ante la desolación de no poder comprar los primeros lotes de vacunas para su población. 

Si volteamos a los países de África y algunos de los centroamericanos, el panorama para la obtención de vacunas, es aún más desolador. Existen muchas dudas en torno a la fabricación de las vacunas disponibles, al menos las más visibles, por ahora, es la posibilidad de acelerar la producción para tratar de detener una pandemia que camina a pasos acelerados hacia un desastre humanitario global.

Pero para producir más, tendríamos que conocer, cuál es la capacidad instalada de fabricación de las farmaceúticas. Conocer y establecer las limitaciones en la producción de vacunas, podría dar paso a solicitar apoyo a los países de ingresos medios y con infraestructura, para que se sumen a la producción y acelerar las entregas a países de bajos recursos. 

Pero, la pregunta aquí sería ¿qué tan dispuestas están las farmaceúticas dominantes para compartir sus fórmulas y patentes? ¿tendrán claro esto quienes en México vociferan, exigen vacunas y se desgarran las vestiduras en redes sociales?