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OPINIÓN

La corrupción: ¿cómo vamos?

El combate a la corrupción es un espejismo. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

Desde sus tiempos de campaña en 2005, Andrés Manuel López Obrador convencía a su público que estaba completamente decidido a combatir la corrupción. Los videoescándalos de René Bejarano y Carlos Imaz que los exhibió embolsándose dinero del empresario Carlos Ahumada no le quitaron ni una pluma a su gallo, como presumía el tabasqueño.

Una de sus frases favoritas era que se podían hacer ahorros en el gobierno por unos 500 mil millones de pesos, dinero que antes se iba por el “caño de la corrupción”. Ya como presidente llegó a asegurar que “todo lo que se iba por el caño de la corrupción ahora se destina al bienestar del pueblo”.

Organizaciones, periodistas, medios de comunicación han documentado más de 40 casos de escandalosa corrupción ocurridos ya en este sexenio. Videos, contratos, fajos de billetes en sobres, todo exhibido de manera contundente.

Es harto conocido que en 1982 el entonces presidente Miguel de la Madrid ideó una campaña contra la corrupción. A su antecesor José López Portillo lo acusaban de despacharse con la cuchara grande. Eso obligaba a vender al público la percepción de una lucha cruenta contra los malvados corruptos.

De la Madrid creó entonces la Secretaria General de la Contraloría General de la Federación, oficina de ornato conocida actualmente como Secretaría de la Función Pública (SFP), en donde López Obrador puso a una “implacable”, al menos sus fans así la describieron, Irma Eréndira Sandoval, quien luego perdió sus cualidades y colocaron a un gris funcionario.

Los gobiernos priístas se la llevaron muy tranquila. Fue hasta la primera transición con Vicente Fox en el 2000 que llegó el flamante “zar anticorrupción”, Francisco Barrio Terrazas. Ese mote lo usaban los propios foxistas. Prometió “peces gordos”, pero no llegó ni a charales.

Recién está en librerías El fiscal de hierro, del abogado Javier Coello Trejo. Más allá de las anécdotas, es llamativo cómo describe el combate a la corrupción en el sexenio de José López Portillo: los obligaban a “devolver lo robado”… y ahí se acaba la historia, salvo aquellos que no podían contar con el perdón presidencial.

En la página 126 hay una anécdota:

“El exsecretario (Óscar Brauer Herrera, de Agricultura) ni las manos metió y ante notario entregó dinero, casas, ranchos, bienes, todo quedó documentado. El problema es que conforme las investigaciones continuaban su nombre volvía a aparecer; Brauer Herrera se convirtió prácticamente en cliente de la PGR. Lo llamamos al menos en seis ocasiones para que devolviera dinero.

“El presidente (López Portillo) no quiso que lo consignáramos para evitar un escándalo internacional, ¿cómo hubiera quedado el gobierno mexicano si en la ONU se hubiera sabido que nuestro representante estaba acusado de corrupción? Así que una vez que entregó todo, el presidente le otorgó el perdón y lo autorizó a regresar a su cargo”.

El libro está lleno de pinceladas de este tipo.

La elocuente fotografía que difundió el sábado por la noche la periodista Lourdes Mendoza en sus redes sociales en donde se ve a Emilio Lozoya Austin comiendo un delicioso pato laqueado, el mejor en la Ciudad de México, en el restaurante Hunan, de los más caros del país, muestra que el combate a la corrupción es un espejismo.

Punto y aparte. Los 31, como se conoce a los científicos y académicos bajo acecho de María Elena Álvarez-Buylla, directora del Conacyt, y de Alejandro Gertz Manero, titular de la FGR, no se van a quedar cruzados de brazos. Alguien no podrá pararse ni en la cafetería de su universidad cuando pase la tormenta…

Punto final. ¿Miguel Ángel Mancera en la mira? Habrá que estar atentos.