“Padre, no nos dejes caer en la tentación de la resignación”; suplicó el Papa Francisco al término de su homilía en la misa que ofreció ante sacerdotes, religiosas y seminaristas en Morelia. En su discurso explicó que ante un ambiente dominado por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad, puede resultar “fácil” resignarse: “¿Y qué le vas a hacer? La vida es así”.
Una significativa parte de la Iglesia católica mexicana ha demostrado que no suele ceder y resignarse ante la violencia, esto a pesar de que en ciertas regiones del país -entre ellas Michoacán-, ser sacerdote es una profesión peligrosa. Aun así han alzado la voz, por ejemplo, en lo que va del sexenio en al menos tres ocasiones, los obispos de las diócesis de Morelia, Zamora, Apatzingán, Chilpancingo, entre otras michoacanas y guerrerenses han emitido comunicados en donde reclaman una mayor efectividad de los gobiernos de todos los niveles para garantizar la paz.
“Hay un permanente sentimiento de indefensión y desesperación, y se añade el enojo y el miedo a causa de la complicidad, forzada o voluntaria, que se da entre algunas autoridades y la delincuencia organizada… que a muchos les consta y ante el cual nada se puede hacer… Es generalizada la percepción de que falta eficacia en las autoridades federales, estatales y municipales para garantizar la seguridad, el orden, el derecho al libre tránsito. Esto afecta… la actividad social y económica ordinaria de la población”, advertían los obispos de Michoacán en mayo de 2013. http://bit.ly/1ElmWME
De acuerdo con un informe publicado en diciembre de 2015, realizado por la Unidad de Investigación del Centro Católico Multimedial (CCM), en nuestro país 52 personas vinculadas a la Iglesia, en su mayoría párrocos, han sido asesinadas en los últimos 25 años, de los cuales seis sacerdotes pertenecían a la entidad Michoacana, una de las más golpeadas por la violencia, después de Guerrero, la Ciudad de México y Chihuahua. http://bit.ly/24ai3Vf
Ante la dolorosa realidad mexicana en regiones gravemente lastimadas por el narcotráfico y el crimen organizado, su Santidad Francisco invocó al presbiterado a no claudicar ni ceder ante la resignación que paraliza, “que nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades”.
De igual forma, el Santo Padre pidió a los jóvenes a no ceder ante la falsa riqueza, porque ésta la llevan dentro, porque “es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte”.
Ante miles de jóvenes Jorge Mario Bergoglio señaló que Jesús “nunca invitaría a ser sicarios”, porque él quiere discípulos, jamás mandaría a sus hijos a la muerte, porque “todo en él es una invitación a la vida” en familia, en comunidad, a favor de la sociedad. Sin embargo, advirtió que entiende que a veces es complicado sobre todo si están “continuamente expuestos a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror”.
Una investigación de la Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales (FLACSO) reveló que al 26.3% de los jóvenes en México no les disgustaría ser narcotraficante o sicario, pues se encuentran más identificados que con otros modelos como por ejemplo: Empresario (17%), profesor (12.4%), o miembro del ejército (10.7%); lamentablemente el estudio también muestra que 4 de cada 10 jóvenes en nuestro país no tienen expectativas de ningún tipo. http://bit.ly/1QJgG6d
“La esperanza cristiana no es pasividad ni indiferencia, sino una actitud decidida para la transformación de la sociedad”, afirman los obispos en uno de los comunicados en donde denuncian la incapacidad y complicidad de algunas autoridades con el crimen organizado, y exigen acciones que lleven paz y seguridad a comunidades en donde sus pobladores están sometidos por el terror y el dolor.
Nosotros también tenemos una responsabilidad social y ciudadana, tampoco debemos ceder y resignarnos a que los delincuentes sigan apoderándose de los sueños de nuestros jóvenes, tomando sus vidas para traer más violencia, muerte y descomposición social.
Los problemas los tenemos nosotros, pero el Vicario de Cristo ha venido a generar conciencia de que la solución también está en nuestras manos. Hagamos lo que nos corresponde para poder superar las diversas crisis que confrontamos. Es nuestro deber ético, moral, cívico y religioso.
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