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La comunidad política

La historia es en realidad un anfiteatro de Estados y teorías sobre el Estado.

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Escrito en OPINIÓN el

Los principios políticos de una sociedad son los principales determinantes de la calidad de vida de quienes en ella coexisten, inclusive de aquellas formas de vida que no participan de la razón. Así pues, en una sociedad de principios políticos de corte tiránico o despótico será poco apreciada la libertad humana, y la depredación del medio ambiente será también consecuencia de esa forma vertical y supremacista de concebir el mundo. 

 

Después, si la divisa principal en torno a la cual están organizadas la sociedad y las instituciones públicas es la ganancia y el lucro, entonces la vida humana será fundamentalmente una mercancía más, que se expresa en por lo menos dos grandes divisiones: Aquellos que explotan a sus semejantes y acumulan riqueza, y aquellos que son “socios trabajadores” y su papel principal es aportar su fuerza de trabajo.

 

También existen las tiranías populares, aquello que Alexis de Tocqueville llamaba “la bestia de mil cabezas”, al referirse a ciertas formas de decisión colectiva en el ámbito local que encontró en su viaje a Estados Unidos. Aquí, así como en la tiranía uno en el poder impone su injusticia a los demás, o en el gobierno plutocrático los pocos ricos aplican el duro yugo de la esclavitud disfrazada de “oportunidad laboral”, en la tiranía popular la mayoría impone su injusticia a aquellos que difieren de su afán igualador en términos de pauperización o pobreza.  

 

Esas son, en suma, presentadas de manera simplificada, las formas de gobierno clasificadas en la teoría política clásica, que tienen también, a manera de positivo, las formas rectas de gobierno:

 

El gobierno de uno, que es por lo general civilizatorio y fundacional de los estados y supone a los máximos benefactores: Rómulo y Numa Pompilio, en Roma, o Mexitli, en Tenochtitlán. En general, esta dirección supone una vida que respeta a los conciudadanos y viven en respeto de su entorno.

 

Después tenemos el mando aristocrático, que proviene de los mejores y que da a la sociedad una forma de gobierno justa y beneficiosa, lejos del aprovechamiento propio y sí dedicados a cultivar el honor, el espíritu humano y procurar la vida buena; algunas sociedades los llaman también “padres fundadores”.

 

En último lugar, ya bordeando entre las formas puras y las desviadas de gobierno, se encuentra la república o timocracia, en la que los hombres libres del campo o la ciudad establecen un principio de gobierno basado en el valor y la justicia; son guerreros y establecen parlamentos para resguardar la vida de los ciudadanos.

 

La historia es en realidad un anfiteatro de Estados y teorías sobre el Estado, el laboratorio en el que encontramos los rasgos de estas formas de gobierno y desgobierno de manera por lo general mezclada y extremadamente compleja en donde encontramos que las formas de mando mutan y se combinan, de tal suerte que la calidad de vida de los ciudadanos se convierte en el mejor indicador de un gobierno justo, que tiene su contraparte: la tiranía de uno, pocos o muchos, que es gobierno sólo por analogía.

 

Esto último reviste la mayor importancia pues al final establecer un verdadero gobierno supone solamente ver por el bien de los gobernados y no por el de una parte y fijar como metas para alcanzar la felicidad política la igualdad y la justicia.

 

Por eso, entre tanto ruido conviene recordar que los principios políticos válidos son los que han fundado e impulsado las grandes civilizaciones, y que los principios desviados (la usura, la injusticia, la explotación, la exclusión, el despotismo y la banalidad) han propiciado las más grandes tragedias de la humanidad.

 

Sin duda mejores tiempos están reservados para este país si logra establecer cuáles son aquellos principios en los que fundará su vida futura. Refundar a la República desde sus cimientos, con las y los mejores es una necesidad y un anhelo, pero sobre todo debe ser un compromiso que las generaciones actuales no deben eludir, pues sin duda otras se los reclamarán al ser herederas del régimen corrupto y de intereses que hoy desgobierna a México.

 

@raulflorescoy