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La cómoda subjetividad

La última estadística respecto de las muy comunes quejas en el sector se agregó en abril de 2013, hace ya casi dos años.

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Escrito en OPINIÓN el

El viernes pasado el Gobierno Federal publicó el Decreto por el que se establece la Regulación en materia Datos Abiertos y lanzó la Red México Abierto (www.datos.gob.mx), una plataforma en la que el ciudadano puede encontrar toda clase de datos e información respecto de cualquier tema. Los datos duros como herramienta para entender nuestro entorno, evaluar e innovar. La información como principal instrumento para tomar decisiones.

 

La iniciativa del Ejecutivo convive de manera preocupante con lo que ha ocurrido en el sector telecomunicaciones con nuestro regulador autónomo: la desaparición de y el desdén absoluto por los datos. No hay nada más cómodo que navegar por las aguas de la subjetividad. La ausencia de información excluye al consumidor, dificulta evaluar a las instituciones, impide calibrar sus decisiones y entender el estado que guarda, en este caso, uno de los sectores más dinámicos de la economía.

 

Cuando en COFETEL me topé con dos expertos que constantemente me recordaban la importancia de la información para las telecomunicaciones. Uno de ellos era miembro del Consejo Consultivo y a través del CIDE participó en varios de los estudios que en su momento contratamos sobre distintas iniciativas. El procesamiento de datos duros; el rigor de conclusiones que se sustentan en información cuantificable y verificable.

 

Miguel Smirnoff, tuitero empedernido y ladilla profesional, hizo suya la tarea de recordarme —directa y cotidianamente desde Argentina— la importancia no sólo de publicar indicadores, sino que éstos aparecieran de manera periódica y predecible. Gracias a su insistencia publicamos con un año de antelación el calendario con el que la Comisión daría a conocer el Índice de Volumen de la Producción del Sector de la Telecomunicaciones (ITEL) y todos los datos que trimestralmente acompañaban sus reportes.

 

Desde 2003, durante once años la publicación trimestral del ITEL se había convertido en una tradicional guía sobre la evolución del sector en nuestro país. De manera ininterrumpida y trimestralmente el regulador hizo público el estado de nuestras telecomunicaciones. Así, en su comunicado 10/2014, un mes antes de imponer las obligaciones a los actores económicos preponderantes, el IFT nos informó que el Índice había crecido apenas 3.4% con respecto a un año anterior; el nivel más bajo del que se tuviera registro.[1]

 

Era un dato que ameritaba reflexión, pero sobre todo era necesario que el Instituto hiciera un alto y explicara públicamente su interpretación de lo ocurrido. ¿Por qué la abrupta caída? ¿Cuál era el impacto de la reforma en la desaceleración? ¿Qué expectativas se tenían a futuro? ¿Cómo impactarían al mercado y al consumidor las medidas próximas a anunciarse?

 

En lugar de inyectar confianza al mercado y al consumidor, el IFT optó por lo inexplicable. Su siguiente comunicado informaba que había tomado la decisión unilateral de desaparecer el Índice, pues a su juicio ya no reflejaba la realidad del sector.[2] ¡Sopas! Para colmo, en su lugar, el Instituto ofrecía… nada; sólo la promesa de trabajar a futuro en un mejor índice.

 

Nadie puede negar que después de más de una década y en un sector tan dinámico el Índice necesitara una manita de gato. En la manera y el momento en el que ocurrió, más que una actualización, el Instituto parecía querer ocultar la realidad.  Nunca hubo una explicación, el dato para el primer trimestre de 2014 nunca se dio a conocer y, peor aún, un año después seguimos esperando el índice que se prometió y que supuestamente reflejaría de mejor manera la evolución de las telecomunicaciones.  Hoy no tenemos nada, salvo la subjetividad.

 

De manera totalmente contradictoria, el IFT expuso que la desaparición del ITEL obedecía a un cambio en los patrones de consumo en los que el Trunking, la voz móvil y las líneas fijas habían perdido importancia respecto a la “conectividad de datos y acceso a internet.” Paradójicamente, un año después el Instituto sigue publicando informes trimestrales que contienen secciones enteras sobre Trunking, voz y líneas fijas, pero no hay una sola cifra sobre consumo de datos o suscripciones a banda ancha fija o móvil. ¿Pues en qué quedamos?

 

Ahí no termina la historia. Bajo el apartado “Calendario de Difusión”, el portal del IFT presenta una muy larga lista de fechas, todas iguales, todas prometiendo informes para… “enero de 2015”. Seguimos esperando. Incrédulo, me di a la tarea de revisar los informes trimestrales de la institución en busca de esos datos. Se presume el cumplimiento de plazos, pero imposible encontrar información sobre la evolución de los servicios o el impacto de las medidas que ahí se presumen. Vamos bien y debemos creerle.

 

Para colmo, después de varios días en los que fue imposible acceder a ellas, el pasado viernes el IFT conmemoró el lanzamiento de la Red México Abierto eliminando por completo todas las series estadísticas que componen el Sistema de Información Estadística de Mercados de Telecomunicaciones (SIEMT). Más de 100 series y 15 años de historia pasaron por un cómodo “delete”. La última vez que me encontré al experto del CIDE le pregunté cómo estaba consiguiendo la información del sector. “Se las tengo que pedir directamente a un Comisionado”, respondió.

 

En las instituciones los proyectos pueden tropezar, complicarse, atorarse. Los recursos pueden ser insuficientes, el responsable de determinado tema puede distraerse o de plano ser incompetente. Lo que es un hecho es que una institución no puede juzgarse por el simple hecho ser incapaz de producir un índice en un año, salvo que el patrón se repita y se muestre que, más que tropiezo, lo que hay es un desdén por los datos, un gusto por la subjetividad.

 

Por mandato constitucional, el pasado 9 de marzo el IFT impuso una muy larga lista de obligaciones específicas a los actores económicos preponderantes de telecomunicaciones y radiodifusión. Entre ambos, más de cien medidas que intentan abatir las posiciones cuasi monopólicas de América Móvil y Televisa.

 

Hasta ahí todo bien. El problema empieza cuando uno empieza a rascar. ¿Con qué cifras y criterios se estableció tal o cual medida? ¿Cómo se espera que la medida afecte determinado servicio o sector? ¿Con base a qué información podemos evaluar cada medida? ¿Cuándo podemos revisarla? ¿Cuándo y qué beneficios al consumidor?

 

Independientemente de lo que cada uno opine respecto de las medidas, lo que a todas luces es incomprensible es que no se hayan acompañado de un solo indicador, de un solo dato duro que, en su caso, permitiera al Instituto calibrar y a los consumidores evaluar el comportamiento de los mercados y la eficacia de su regulador. Nada, no hay compromiso alguno, expectativa alguna, parámetro ninguno. A una semana de cumplirse el primer aniversario, sólo lo actores preponderantes saben el verdadero impacto que las medidas impuestas han tenido sobre su compañía. El consumidor navega a ciegas.

 

La preponderancia era el pretexto idóneo, por ejemplo, para inaugurar un observatorio con los principales indicadores de cada sector, precisamente aquellos que pretendían modificarse con las medidas asimétricas. Hoy no tenemos nada que nos permita saber si la medida constitucional ha rendido algún fruto en nuestro beneficio. Vaya, ni siquiera sabemos cómo se han comportado los indicadores más básicos que justificaron que Amércia Móvil o Televisa fueran declarados preponderantes (participación de mercado, tráfico o capacidad de red).

 

El desdén por los datos y la información, el escondite de la subjetividad tienen un último capítulo. “MiCofetel” fue lanzado en 2011 y ofrecía a los usuarios de servicios de telecomunicaciones toda clase de información. Ahí el consumidor podía levantar una queja que sería turnada a y atendida por PROFECO o bien encontrar información lo suficientemente desagregada que le permitiera tomar decisiones de consumo. Un portal abierto con información que el propio consumidor proporcionaba ya fuera con las más de 10,000 quejas presentadas o las más de 100,000 pruebas de ancho de banda. La información se agregaba y se presentaba de manera amigable con datos sobre concesionarios, tipos de servicio, precio y calidad ya fuera nacional, estatal o localmente. Desde el primer día fue un sitio que incomodó profundamente a los concesionarios, particularmente a los caros y malos.

 

Incomprensiblemente, con el argumento informal[3] de contener “algunos datos incorrectos”, el IFT decidió eliminar de un plumazo el sitio más exitoso que jamás haya tenido el regulador mexicano y que tanto molestaba a los concesionarios. Meses después, en enero de 2014 se prometía que el sitio sería reemplazado por uno mejor.[4] Un año después, copia calca de lo sucedido con el ITEL, seguimos esperando y sin noticias al respecto. La última estadística respecto de las muy comunes quejas en el sector se agregó en abril de 2013, hace ya casi dos años. Los concesionarios aplauden; el consumidor a la deriva.

 

El presupuesto del IFT es cinco veces más grande que aquel que tuvo COFETEL en su mejor año. El Instituto ha podido crecer su plantilla con autonomía plena. Según su portal, hoy cuenta con áreas especializadas en planeación, estadística y un centro de estudios. No puede, por lo tanto, argumentarse falta de recursos. De manera unilateral e inexplicable, de la escena han desaparecido importantes herramientas que permitían a todos evaluar el crecimiento del sector o el desempeño del regulador que, ante un caudal de promesas y mejoras incumplidas, parece más cómodo navegando en la subjetividad. Van bien y debemos creerles.

 

@Mony_de_Swaan

 

 

[1] Un año antes, en febrero de 2013, esa misma cifra se ubicó en 12.5%, por ejemplo.

[2] Comunicado IFT 27/2014

[3] Vía Twitter, nunca hubo explicación oficial.

[4] El Economista, “IFETEL prepara su propio ¨MiCOFETEL”, enero 12, 2014.