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La ciudad en eterna construcción

Conversar la ciudad es entonces la tarea de los arquitectos de Tecla.

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Escrito en OPINIÓN el

Mi primera colaboración en La Silla Rota se tituló "Ciudad efervescente"; brevemente, traté de hacer una introducción a lo que trataría de hacer durante ya más de un año en este espacio que generosamente me fue abierto: Analizar, explorar y conversar la Ciudad de México. Haciendo uso (quizás abuso) de la amplia libertad que tuve, me extendí en muchas ocasiones a temas nacionales que me pareció eran de especial relevancia, como la destrucción del Nevado de Toluca autorizada por decreto de la triste (y vergonzosa) administración del Gobierno Federal que encabeza Enrique Peña Nieto.

 

No obstante esa desviación ocasional de los asuntos de nuestra hermosa capital, traté de tocar algunos de los puntos que considero torales para nuestra inmensa megalópolis: Su sociedad (efervescente, como lo apuntaba el título antes referido), su compleja política –que atraviesa por un momento de transformación–, los retos de su desarrollo urbano, sus intrincadas leyes, entre otros tantos asuntos. Más que agotar los temas de la ciudad, como un especialista que no soy, traté de hacer provocaciones y de iniciar discusiones.

 

Uno de mis textos de culto es un breve poema de Ítalo Calvino incluido en "Las ciudades invisibles". Un visitante, y yo poético de la obra, llega a la ciudad fantástica de Tecla, en la que es sorprendido por una construcción sin fin. "A la pregunta: –¿Por qué la construcción de Tecla se hace tan larga? –los habitantes, sin dejar de levantar cubos, de bajar plomadas, de mover de arriba a abajo largos pinceles: –Para que no empiece la destrucción --responden", escribió Calvino.

 

El plano de Tecla son las estrellas, es decir, un proyecto imaginario de la ciudad, inalcanzable, absurdo, quizás. Aún así sus habitantes continúan sus labores de la mañana a la noche. La construcción de una ciudad nunca se detiene y el plano es siempre abstracto. Qué mejor ejemplo que nuestra antigua y siempre cambiante capital para apreciar esta metáfora: De los sueños cósmicos aztecas a las aspiraciones urbanas españolas, de la americanización y construcción de ejes viales a la búsqueda de una ciudad caminable, tan mutables los ideales como interminables las obras.

 

Conversar la ciudad es entonces la tarea de los arquitectos de Tecla, que no dibujan un plano, sino que interpretan o inventan significados para una aspiración colectiva, irrealizable pero no por ello menos merecedora de un incansable trabajo. Tarea no de un puñado de eruditos, sino de todos los habitantes de esta urbe, unida por un espacio pero también por un efímero y líquido sueño común.

 

Naturalmente, los andamios de la metrópoli no son únicamente de acero y concreto, son también las leyes que nos permiten materializar una manera de convivir, o las instituciones que nos permiten organizarnos de una determinada manera. La conversación es entonces aún más compleja y requiere de tomarse como una labor cotidiana, "para que no comience la destrucción".

 

Éste será mi última colaboración en esta sección de La Silla Rota, pronto, volveré en el espacio  de Así veo México. Agradezco enormemente a todo el equipo de este sitio, encabezado por Roberto Rock, pero en especial a Michelle Lelis, coordinadora de Opinión, por su apertura, respeto e incontables atenciones. Agradezco también a todos los que me han acompañado en esta aventura y que, con un ocasional comentario, me han hecho siempre saber que, en efecto, más que monólogo, se trataba de una conversación.

 

@r_velascoa