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La certificación nuclear en duda

Reporte Trump

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Escrito en OPINIÓN el

El acuerdo nuclear de Irán es una vergüenza... el peor acuerdo de todos

Esas fueron las expresiones que utilizó el presidente estadounidense, Donald Trump, ante el pleno de la 72ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas del pasado mes de septiembre, para referirse al Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) que suscribieron Alemania, China, Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, la Unión Europea e Irán para levantar las sanciones impuestas desde 2006 a Teherán, a cambio de limitar a fines pacíficos su programa de investigación nuclear.

Desde su campaña hacia la presidencia de Estados Unidos, Trump ha prometido reiteradamente renegociar o desmantelar el PAIC. La herramienta de la que dispone Trump para promover la renegociación del Plan de Acción es negándose a su certificación conforme al Acta de Revisión del Acuerdo Nuclear con Irán del 2015, la cual solicita que el presidente certifique cada 90 días queIrán está implementando cabalmente el acuerdo nuclear y que no ha avanzado en su programa de armas nucleares, así como también debe certificar si la suspensión de las sanciones sigue siendo vital para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos. Acto seguido a la certificación por parte del presidente, el Congreso estadounidense cuenta con un plazo de 60 días para revisar el acuerdo.

A la fecha, la administración de Trump ha presentado ante el Congreso estadounidense dos certificaciones de cumplimiento al PAIC por parte de Irán, en abril y julio pasados. En ambas ocasiones, aparentemente, la lógica de la certificación fue que la situación en Medio Oriente podía mantenerse como hasta ahora, mientras el equipo del presidente identificaba otras formas para lidiar con Irán. Tal como lo señaló Hillary Mann Leveretten durante un panel de análisis publicado por Al Jazeera, para Estados Unidos existen razones para oponerse a las acciones iraníes en Medio Oriente, tales como el apoyo a grupos como Hezbollah, sus acciones en Siria, o sus amenazas de acceso en el Golfo Pérsico. Sin embargo, en Estados Unidos, el argumento más recurrente en contra del acuerdo es el tiempo de aplicación, que según algunos solo calma la tensión a corto plazo pues no hay certeza de que Irán no desarrolle un programa nuclear en el futuro. Sobre esta tesis, incluso si fuera falsa, es necesario precisar que el PAIC tiene varias fases diferentes, pero los límites más importantes, tales como la cantidad y la calidad de enriquecimiento de las reservas de uranio de Irán en el propio país, se aplican durante 15 años.

El próximo 15 de octubre de 2017 se cumplen los 90 días que tiene Trump para presentar al Congreso la siguiente certificación de cumplimiento por parte de las autoridades iraníes al PAIC. Resulta complejo pensar que en estos momentos el equipo del presidente cuente con una estrategia clara para resolver todas sus diferencias con Irán, utilizando como palanca un acuerdo que ha recibido la bendición de sus aliados europeos y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En este sentido, la administración de Trump tiene que admitir que la situación iraní está más allá de las acciones unilaterales que pueda imponer y que requiere una combinación de esfuerzos y negociaciones con distintos actores que conllevan años, tal como lo demostraron las arduas negociaciones multilaterales para alcanzar el PAIC el 14 de julio de 2015.

Por otra parte, es necesario reconocer que el PAIC, anexo a la Resolución 2231 (2015) del Consejo de Seguridad, es un ejemplo de cómo resolver una situación de amenaza a la paz y seguridad internacionales a través de los mecanismos multilaterales existentes. Mediante este Plan de Acción, Alemania, China, Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, la Unión Europea e Irán acordaron ofrecer a Teherán un escape a las sanciones económicas y comerciales que se le había aplicado desde 2006 por desarrollar un programa nuclear con fines armamentistas. A cambio de levantar las sanciones, Irán aceptó un régimen de verificación y monitoreo por parte del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) para asegurar a la comunidad internacional que su programa nuclear tiene exclusivamente una naturaleza comercial y pacífica. Evidentemente, se prevé la posibilidad de que ante el incumplimiento de Irán las sanciones volverían a aplicarse.

Desde 2015 a la fecha, el OIEA ha presentado ocho informes trimestrales al Consejo de Seguridad. En ellos detalla las actividades realizadas por Irán para dar cumplimiento a los compromisos adquiridos conforme el PAIC. En su último informe, el Organismo señala que al mes de agosto de 2017, Irán mantenía una reserva de uranio de bajo enriquecimiento que no superaba los 300 kg y que no ha realizado actividades de enriquecimiento de uranio o de investigación y desarrollo conexas. Asimismo, el informe indica que el propio OIEA verifico´ el traslado de 19,1 toneladas métricas del agua pesada fuera de territorio iraní y que se había modificado permanentemente el reactor de agua pesada de Arak para que no produzca plutonio de calidad suficiente para producir armas.

Sin duda, el papel fundamental lo tiene el OIEA, las actividades de verificación y supervisión que el organismo realiza en Irán ofrecen mayor certidumbre a los miembros del PAIC, aunado a que su presencia a largo plazo en territorio iraní, prevista en el acuerdo, asegura que Irán llevará a cabo sus futuras actividades nucleares con un alto grado de transparencia. Los informes del OIEAinfieren que el PAIC es un buen acuerdo, pues el texto dice que Irán en ningún caso buscará, desarrollará o adquirirá armas nucleares y que podrá producir energía nuclear con fines pacíficos de conformidad con sus derechos y obligaciones contenidas en el Tratado de No Proliferación Nuclear.

Eliminar el PAIC no es posible sin un mecanismo que lo sustituya, además de que cancelarlo sería un fuerte golpe para los aliados estadounidenses y para la gobernanza global, tal como lo hizo ver el presidente francés, Emmanuel Macron, durante su discurso ante las Naciones Unidas el mes de septiembre pasado. La renegociación, por otro lado, trae aparejado el riesgo de tensar las relaciones con Irán y con los estados parte del Plan de Acción, quienes tendrían que asumir como propia la agenda estadounidense con Irán y en Medio Oriente.

Si la decisión de Trump es eliminar o renegociar el Plan de Acción, sería deseable que desde hace meses hubiera iniciado una campaña de sensibilización con sus aliados antes de sorprenderlos dinamitando un acuerdo que le da tranquilidad a todas las partes en un tema muy sensible. Sin embargo, por lo que hemos visto, con el señor de los tweets, la incertidumbre se ha vuelto el sello de la Casa Blanca.

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