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La CDMX que queremos

Proceso constituyente representa la oportunidad para imaginar en colectivo qué tipo de ciudad es la que queremos.

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Escrito en OPINIÓN el

Entre tantas malas noticias, 2015 cerró con una muy buena: Tras 200 años de lucha por su autonomía, la Ciudad de México finalmente la consiguió. En los próximos meses viviremos un proceso inédito en la historia contemporánea de nuestro país: La conformación de un Poder Constituyente a nivel local. Su tarea será establecer un pacto fundacional entre los habitantes de la Ciudad de México, la nueva entidad federativa.

 

Un hecho de tal envergadura precisa de la participación de todos los que habitamos en esta gran ciudad. Puesto que no tendría sentido emprender este camino de espaldas o incluso en ausencia de la ciudadanía, sus convocantes deben hacer el mayor de los esfuerzos para que el proceso constituyente sea incluyente, democrático, y sobre todo representativo de la pluralidad de nuestra ciudad. Para despertar el interés ciudadano en el constituyente, basta con explicar con claridad por qué es relevante, en qué consiste la autonomía, y cómo ésta influirá en nuestras vidas y en los destinos del lugar en que nos tocó vivir.

 

Sin soslayar la importancia de cuestiones legales y técnicas tales como la redistribución de funciones y competencias entre el gobierno central y las alcaldías por crearse, el proceso constituyente que tomará lugar a lo largo de éste y el próximo año representa una oportunidad inigualable para hacer un alto en el camino e imaginar en colectivo qué tipo de ciudad es la que queremos. Esto es, reflexionar cuáles son los principios, valores e ideales en los que se sustente el proyecto de ciudad que entre todos tenemos que hacer realidad.

 

La sociedad tiene que apropiarse del Constituyente. Lograr esto implicará, entre otras cosas, que por iniciativa propia ponga en marcha una prolífica serie de diálogos, foros consultivos, mesas de discusión, así como movilizaciones y acciones directas que doten de contenidos, creatividad y consenso al nuevo pacto, al tiempo que vigilen de cerca el desempeño de los congresistas constituyentes. A continuación propongo, desde luego sin afán limitativo y reconociendo que por razones de espacio dejo muchos temas fuera, algunas asignaturas que tienen que ser parte de la deliberación:

 

Ciudad de vanguardia y de derechos sociales.- Nuestra ciudad se ha ido afianzando como un bastión del pensamiento progresista; por los nuevos derechos sociales conquistados (interrupción del embarazo, derechos de las comunidades LGBTTTI, entre otros), nuestra ciudad se ha vuelto un referente para Latinoamérica y el resto del mundo.

 

Sin embargo, en materia de derechos humanos es imposible escribir un punto final; siempre habrá un largo camino por andar. Todavía no se alcanza una auténtica equidad de género en ámbitos públicos y privados como el laboral, el ingreso, la participación política, la formación escolar y el cuidado de los hijos y de nuestros mayores.

 

Asimismo, el acceso a la impartición de justicia, a la prestación de servicios públicos de calidad y a la exigibilidad de derechos son asimétricos en razón de la clase social y el lugar de residencia. En efecto, la justicia social, también es justicia espacial. Prevalece una discriminación inaceptable hacia diversos grupos sociales, misma que es agravada por variables como edad, género, preferencia sexual, capacidades diferentes y posición económica.

 

Sostenibilidad y justicia intergeneracional.-Hay que transitar a un nuevo tipo de convivencia con el medio ambiente y los recursos naturales que permita su aprovechamiento productivo y sustentable con una visión de justicia intergeneracional, para que las juventudes del mañana puedan acceder a su disfrute.Nuevos espacios verdes, la reforestación de los existentes, el detenimiento de la mancha urbana, así como la agricultura urbana, deben ser elementos insoslayables en el nuevo pacto de una ciudad que reverdece.

 

Movilidad urbana.-Nuestra movilidad está al borde del colapso. En la Ciudad de México se pierden diariamente millones de horas productivas o de esparcimiento por el tráfico, lo cual genera pérdidas económicas severas y un deterioro grave en nuestra calidad de vida. Para remediarla se deben fomentar medios de transporte no motorizados, expandiendo a las periferias de la ciudad las rutas del sistema Ecobici y los carriles reservados a los ciclistas; el DF tiene que convertirse a la brevedad en una ciudad amigable con el peatón, que sea disfrutable caminarla, generando campañas de concientización entre los automovilistas y confinando más calles para uso exclusivamente peatonal.

 

El transporte público debe multiplicar su oferta y calidad. Asimismo, hay que tener en cuenta que toda gran ciudad tiene una gran vida nocturna, y el DF no es la excepción. Por ello el GDF debe ofrecer transporte seguro y de calidad las 24 horas que incluya las principales rutas del Metro y el Metrobus. La repercusión de esta medida será la reducción de riesgo principalmente entre la población joven, pues los accidentes automovilísticos, por lo general vinculados al consumo del alcohol, son una de las tres causas de muerte más recurrentes en este sector de la población.

 

Economía y empleo: La oportunidad del bono generacional.- En la Ciudad de México 1 de cada 3 personas tienen entre 15 y 29 años de edad. Si bien el bono demográfico debería constituir una palanca para el crecimiento económico, si se dilapida, tal como está ocurriendo, puede convertirse en un grave problema de gobernabilidad y viabilidad económica en el mediano y largo plazo. En las generaciones emergentes se desenvuelve una paradoja: Al tiempo que cuentan con mayor preparación escolar y un acceso a la información muy por encima de las generaciones que las precedieron, tienen una menor expectativa de encontrar un empleo acorde con su nivel profesional. Por ello, la ciudad que se busca trazar deberá descentralizar la economía y las ofertas laborales generando una ciudad policéntrica en la que cada unidad territorial provea íntegramente condiciones de proximidad a sus habitantes en lo que se refiere a servicios públicos y centros de trabajo.

 

Espacio público y ocio no mercantilizado.- En el espacio público se construye ciudadanía, se teje cohesión social e identidad comunitaria. Allí todos somos iguales con independencia de nuestra capacidad adquisitiva. Ante el clima de inseguridad y abandono del espacio público, la vida social y las actividades lúdicas se han trasladado a espacios privados, principalmente a los centros comerciales. La ciudad carece de una amplia oferta de ocio no mercantilizado. El constituyente debe concebir el arte y la cultura como un acto creativo y liberador. Estos deberán salir a transformar  las calles y plazas públicas y a recuperar la convivencia en barrios, pueblos y colonias de esta ciudad de ciudades.

 

Ciudad del conocimiento.- En la ciudad los beneficios de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) tan sólo han favorecido a una minoría. Esta brecha digital tiende a ampliar otras desigualdades sociales. Por ello es necesario democratizar y hacer gratuito el acceso y la capacitación en el manejo de Internet y otras tecnologías. Éste es sin duda un derecho que ha emergido en los albores del Siglo XXI.

 

En conclusión, son dos las asignaturas centrales del proceso constituyente que se avecina. Por un lado, como señala el jurista Pedro Salazar, establecer un catálogo de derechos amplios, progresistas, orientados en clave igualitaria y libertaria, que pongan en el centro de la ecuación a las personas. Por otro, hacer que los capitalinos nos identifiquemos en un nuevo pacto social que nos dote de autoestima colectiva. Por tal razón, es indispensable que este esfuerzo bicentenario culmine en la convocatoria a un referéndum que ratifique la nueva Constitución. En ello se juega su legitimidad.

 

@EncinasN