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La brecha de género y la inclusión digital

Las TIC pueden proporcionar a las mujeres y las niñas una educación y capacitación para el trabajo.

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Escrito en OPINIÓN el

De acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la inclusión digital significa empoderar a las personas a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Es decir, se trata de democratizar el acceso a las TIC de forma que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a la sociedad de la información y el conocimiento[1].

 

El reto de incluir a toda la población en los beneficios que traen las TIC, pasa primeramente por asegurar que exista cobertura de los servicios y que éstos se provean con precios accesibles y calidad. Pero hay otras barreras que pueden dificultar el acceso a las TIC, sobre todo por parte de grupos vulnerables: estratos de ingresos bajos, mujeres, adultos de la tercera edad, personas con discapacidad, indígenas y comunidades rurales. Las barreras son más difíciles de superar para las personas que conjuntan varias de estas características.

 

Vale la pena detenerse en el caso particular de las mujeres, ya que este género juega un papel importante en la reducción de la pobreza y en la promoción del desarrollo económico y social para ellas, sus familias y sus países. Las TIC son una herramienta esencial para el desarrollo económico y social de las mujeres y las niñas. Las TIC pueden proporcionar a las mujeres y las niñas una educación y capacitación para el trabajo, promover la alfabetización, mejorar el acceso a los servicios de salud, facilitar que ejerzan sus derechos y que participen en el gobierno. Invertir de esta forma en las mujeres, tiene un efecto multiplicador, ya que las mujeres reinvierten en sus familias y comunidades.[2]

 

Las barreras que pueden limitar el acceso a las TIC incluso en donde existe adecuada cobertura de los servicios en condiciones razonables de calidad y precio, están relacionadas de manera muy significativa con el analfabetismo y la escasez de contenidos locales.

 

El analfabetismo y la falta de conocimiento sobre el uso del las TIC y su utilidad, son una importante barrera para la inclusión digital, sobre todo al acceso de los contenidos de internet que requieren una mínima destreza en el manejo del lenguaje escrito.

 

Se observa que el analfabetismo es más extendido entre todos los grupos vulnerables mencionados antes, incluyendo a las mujeres, aunque afortunadamente esta variable ha ido mejorando en las últimas décadas en nuestro país, además de que la brecha entre hombres y mujeres alfabetas también se ha reducido. No obstante, la desigualdad que prevalece entre las zonas rurales y urbanas, así como entre los estados con mayores y menores ingresos, se refleja también en una mayor brecha en el alfabetismo entre hombres y mujeres, lo que lleva a una mayor dificultad para incorporar a las mujeres al uso de las TIC.

 

Por ejemplo, mientras que en la población urbana el 96.6% de los hombres y el 94.7% de las mujeres es alfabeta, en la zonas rurales los respectivos porcentajes son de 86.9 y 81.8. Es decir, no sólo el nivel general de alfabetismo es menor, sino la brecha entre hombres y mujeres se agranda. En el primer caso la diferencia es de 1.9 puntos porcentuales. En el segundo, de 5.1.

 

Se presenta un patrón similar al comparar estados de la República con distintos niveles de desarrollo económico. En promedio, la brecha de alfabetismo por género en el país es de 2.6 puntos porcentuales. Sin embargo, mientras en estados como Coahuila, Colima y Chihuahua es de 0.3, 0.2 y 0.2 puntos porcentuales respectivamente, en Chiapas, Guerrero y Oaxaca alcanza niveles de 8.5, 5.6 y 7.9, además de que en estos últimos estados el nivel general de alfabetismo es más reducido, de 81.6, 82.5 y 83.1 por ciento respectivamente, frente a 96.6 en Coahuila, 97 en el Distrito Federal, 96.3 en Baja California o 96.2 en Sonora. Vale la pena destacar los únicos dos estados del país donde la población de mujeres está más alfabetizada que la de hombres: Sinaloa (con 94.7% y 94.1% respectivamente, es decir, un diferencia de 0.6 puntos porcentuales) y Sonora (con 96.3% y 96.2% respectivamente, es decir, una diferencia de 0.1 puntos porcentuales). Lo que resulta claro es que el nivel promedio de alfabetismo es muy diferente entre los estados de la República, que en los estados menos desarrollados es menor y que en estos mismos casos se tiene una mayor brecha entre hombres y mujeres.

 

Ahora bien, cuando se estudian diferentes grupos de edades, es interesante y alentador comprobar que en la población de entre 15 y 29 años, no existe diferencia en el nivel de alfabetismo en nuestro país (98.1% para ambos géneros) y que la brecha se abre y agranda para los siguientes grupos de edad: 2.4 puntos porcentuales de diferencia para el grupo de 30 a 59 años (95.1% en promedio) y 8.8 puntos porcentuales de diferencia para 60 años o más (80.1% en promedio).

 

Estas cifras nos muestran que en la población más joven no sólo se ha logrado llegar a mejores niveles de alfabetismo, sino que se ha hecho de una forma equitativa.[3]  Pero desde otro punto de vista, también vemos que los grupos de mayor edad requieren una atención específica sin la cual tendrán mayores dificultades para acceder a las TIC.

 

Ahora bien, en las cifras de uso de TIC también se refleja una brecha de género en el uso de distintos dispositivos tecnológicos. En promedio en el país el uso de computadoras alcanza una penetración del 48.18% entre los hombres y del 44.47% entre las mujeres. Es decir, hay una diferencia de 3.71 puntos porcentuales. En el uso del internet la penetración es del 46.05% y 42.83% respectivamente, con una diferencia de 3.22 puntos porcentuales.[4]

 

La situación descrita lleva a la reflexión de que no sólo se necesitan acciones específicas para incrementar el alfabetismo y el alfabetismo digital en los estados con menores niveles de desarrollo, sino que en esos mismos lugares es importante definir acciones específicamente diseñadas para incorporar a las mujeres y a los adultos mayores a la alfabetización, como un prerrequisito de la inclusión digital.  Lo mismo se concluye para la población rural y la indígena, donde esta última enfrenta la dificultad adicional de no hablar ni escribir español (que llega a casi el 40% en la población de 60 años o más).

 

El desarrollo de las TIC abre oportunidades sin precedente para incorporar a la población vulnerable a nuevas formas de desarrollo y a una sociedad más equitativa, pero para evitar que la brecha de género en el analfabetismo se replique en patrones desiguales de adopción de las TIC, se requiere aplicar políticas enfocadas en cerrar las diferencias existentes, como única vía para lograr una verdadera inclusión digital.

 

@elenaestavillo

 

*Las opiniones expresadas son a título personal y no deben entenderse como una posición institucional.

 

[1]Para la UNESCO el concepto pluralista de sociedades del conocimiento va más allá de la sociedad de la información ya que apunta a transformaciones sociales, culturales y económicas en apoyo al desarrollo sustentable. Los pilares de las sociedades del conocimiento son el acceso a la información para todos, la libertad de expresión y la diversidad lingüística. UNESCO (2005): “Hacia las sociedades del conocimiento”, Ediciones UNESCO.

[2] Tomado de UIT: “Inclusión Digital”.

[3] Cifras tomadas de INEGI: Censo de población y vivienda 2010.

[4] INEGI: MODUTIH 2014