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La bola de cristal

En el México electoral cualquiera puede ganar, sin embargo, para ello sería necesario regresar a las bases y hacer una crítica al interior. | Guillermo Sesma

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Escrito en OPINIÓN el

A tan solo 48 horas de la jornada electoral del pasado 6 de junio ya muchos actores políticos y ciudadanos tienen las miras puestas en el 2024 y la sucesión presidencial. Como suele pasar en estos casos, un primer panorama post electoral carga los ánimos de propios y extraños, la especulación político-electoral es uno de los deportes favoritos de las redes sociales y de los políticos.

No existe bola de cristal electoral lo suficientemente eficaz cómo para poder previsualizar a esos niveles, cada proceso electoral es diferente y sucede bajo un escenario distinto. 

En 2020 tuvimos una elección pequeña en la que el PRI se mostraba fortalecido en Coahuila e Hidalgo, algunos ojos expertos veían en este resultado una antesala al proceso electoral del 2021 en donde el priismo recuperaba su fortaleza electoral y se posicionaba como líder opositor al presidente y a MORENA. “AMLO ya no está en la boleta” decían. 

Nada más lejos de la realidad, con apenas un año de diferencia le fue imposible a la oposición hacer frente a los embates del partido en el poder, aunque AMLO no está en la boleta si está en la silla presidencial.

Al corte y antes de resultados oficiales y tribunales, MORENA podría llevarse once de las quince gubernaturas en disputa, mantiene su mayoría en la cámara y pierde una importante porción de su bastión más importante: la Ciudad de México.

La coalición PRI-PAN-PRD no dio buenos resultados en los estados, pues les fue imposible conseguir una sola gubernatura y tuvieron que quedarse con un triunfo discreto en Cámara de Diputados en donde se mantienen como una oposición numerosa, pero insuficiente para frenar al presidente y a MORENA. 

El PAN en solitario se alza con triunfos en Querétaro y Chihuahua que ya estaban muy cantadas y le permiten levantar el puño a medias. 

Movimiento Ciudadano dio la nota al ganar en Nuevo León y el Partido Verde Ecologista de México tiene su nuevo gobernador de San Luis Potosí. 

El panorama soñado en el 2020 no se parece en nada a los resultados electorales del 2021, pensar que lo sucedido apenas el domingo pasado es la antesala a la sucesión presidencial del 2024 es adelantar demasiado el tiempo.

En el 2023 hay elección en dos de los bastiones más fuertes del priismo de hueso colorado: Coahuila y el Estado de México. Los partidos políticos tienen el tiempo suficiente para hacer una mejor planeación del próximo proceso electoral que, aunque mucho más pequeño que este, no es menos importante, pues es el más cercano a la sucesión presidencial.

Aunque muchos así lo quieren, la mesa aun no esta servida en el banquete electoral del 2024, para conocer al sucesor presidencial y de qué partido será tendremos que esperar un poco más; en un panorama político cambiante y con un electorado volátil es muy difícil calcular resultados y visualizar personajes a casi tres años de distancia.

Si bien es cierto que parece inminente un sexenio más de MORENA en el poder, aún se avecinan muchos cambios al interior de los partidos que podrían tirar los dados para darle la vuelta. Parece que aún nada está dicho y que en 2024 cualquiera podría ganar, pues aún falta evaluar el desempeño de los nuevos gobernadores, ajustar los engranes de los que están aprendiendo a hacer oposición y acrecentar el bastión morenista. 

En el México electoral cualquiera puede ganar, sin embargo, para ello sería necesario regresar a las bases y hacer una crítica al interior que realmente permita corregir el camino. Nada está dicho y sería importante recordar que el sujeto es el país, no el presidente.