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La ayuda humanitaria: clave en la época del covid-19

Los profesionales que se dedican a la ayuda humanitaria se convierten en aliados estratégicos para atender a las poblaciones en riesgo. | Areli Cano

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Escrito en OPINIÓN el

El multilateralismo global tiene en la emergencia sanitaria por el covid-19 un desafío inédito en toda su historia. Las implicaciones en la salud de las personas encuentran un correlato en los impactos que la pandemia ha generado en los aspectos económicos y en las maneras de vivir en sociedad en todos los países. Los efectos y los riesgos son planetarios y es notorio que tenemos por delante un largo trecho por recorrer hasta llegar a un escenario que nos permita vislumbrar una salida a la crisis.

Bajo tal contexto, las prioridades de la sociedad internacional deben ser trazadas desde una perspectiva de conjunto, bajo la consideración de que aquellas naciones que se encuentran en las condiciones más precarias se conviertan en una prioridad para alcanzar el bienestar global.

A la fecha en que se escriben estas líneas, la Organización Mundial de la Salud ha contabilizado casi 22 millones de personas infectadas por el coronavirus, con más de 770 mil fallecimientos por su causa. Asimismo, países europeos que tenían por controlado al virus, como España y Reino Unido, reportan rebrotes que los han llevado a revertir medidas de apertura de restaurantes y plazas públicas. En otras regiones del mundo, apenas se alcanza a percibir una estabilización en el desarrollo de la enfermedad, sin que pueda advertirse alguna señal clara del inicio de su remisión.

Así, es notorio que aún se requieren de muchas acciones para enfrentar la pandemia, para lo que será necesario hacer acopio de todos los recursos disponibles, en aras de lograr coronar con éxito la tarea de vencer a la enfermedad. En este marco, adquiere relevancia el trabajo de muchas instituciones y personas alrededor del mundo, que dedican su tiempo y esfuerzo para auxiliar a las poblaciones que se encuentran en situaciones difíciles. El abanico de actores de la denominada asistencia humanitaria es amplio, incluye a las agencias internacionales e intergubernamentales, como el Banco Mundial; o las del sistema de Naciones Unidas, entre las que se encuentran la UNICEF y el PNUD; también se contemplan en este espectro las instancias reconocidas en el derecho internacional humanitario, como la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja; además de organizaciones no gubernamentales internacionales, de las que son muy conocidas Oxfam, Médicos Sin Fronteras y Cáritas, por citar algunas.

Las situaciones en las que interviene la ayuda humanitaria se derivan principalmente de dos vertientes. La primera, a partir de fenómenos naturales que devienen en situaciones de desastre, como los terremotos, las inundaciones, las sequías y sus efectos en la provisión de alimentos. La otra arista de origen es la acción humana negativa, que se materializa en las guerras internacionales, los conflictos armados internos, las migraciones y los desplazamientos poblacionales.

El 19 de agosto se conmemora el Día Mundial de la Ayuda Humanitaria, establecido por la Organización de las Naciones Unidas con el objeto de reconocer a quienes deciden laborar denodadamente para ayudar a los millones de individuos que son afectados en todo el planeta por causa de desastres naturales o por conflictos armados en el mundo, particularmente de aquellos pertenecientes a los grupos más vulnerables. El origen de la efeméride está en el atentado terrorista perpetrado en Bagdad en agosto de 2003 contra la sede de la ONU y que derivó en la muerte de 22 personas, incluyendo a Sergio Vieira de Mello, Representante Especial de las Naciones Unidas para Irak.

Los profesionales que se dedican a la ayuda humanitaria se convierten en aliados estratégicos para atender a las poblaciones en riesgo, lo que en el marco del covid-19 les ubica como actores clave para atender los objetivos de mitigar y contener la pandemia; apuntalar la vigencia de los derechos de las personas; y coadyuvar a mantener las mejores condiciones de la convivencia social. 

Es notable la solidaridad como guía de actuación de los trabajadores humanitarios, como un elemento moral que les motiva a brindar sus habilidades y conocimientos en favor de quienes más lo necesitan en temas de salud, de educación, de economía, que pueden ser de suma utilidad para atender las necesidades de colectivos de migrantes, refugiados, indígenas, personas adultas mayores, pacientes con VIH, niños, niñas y adolescentes. Todos estos colectivos ya vivían en medio de circunstancias adversas, por lo que la situación excepcional derivada del coronavirus ha venido a reforzar sus necesidades de atención especial.

La articulación de las diferentes acciones en torno a la pandemia global es un requisito necesario para su éxito, las autoridades y los integrantes de las sociedades del orbe, tiene que conjugar los esfuerzos locales con los que provienen de las diferentes instancias de ayuda humanitaria, con la finalidad de responder adecuadamente a las necesidades de reconstrucción social y económica posterior a la pandemia, con soluciones sustentables, que permitan un retorno a la normalidad en lo posible.