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La andanada antiinmigrante

La andanada antiinmigrante se escuda en la mentira y en la manipulación. | Alejandro Encinas Najea

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Escrito en OPINIÓN el

Todos tenemos un familiar o amigo que se ha ido para el otro lado. En Estados Unidos viven alrededor de 34 millones de personas de origen mexicano, es decir, equivalen a poco más de la cuarta parte de personas que habitamos de este lado. No es exagerado afirmar que la nación mexicana es transfronteriza: comienza en Tapachula y termina en Alaska (el Río Bravo es, si acaso, un accidente geográfico).

Nadie migra por gusto. La falta de empleo y seguridad expulsa a la gente de la tierra en la que creció, obligándola a buscar en otro lugar una vida que merezca ese nombre. Ante una economía que no crece, México se ha vuelto dependiente de las remesas que periódicamente envían los connacionales que dejaron familia y afectos de este lado.

Xenofobia

Tan sólo hace unos meses, durante las campañas estadounidenses, fuimos estigmatizados por el candidato que resultó vencedor. Nos tildó de criminales, flojos y portadores de enfermedades. Reaccionamos con entereza, rechazando con inusitada unanimidad sus acusaciones.

Además, México se ha caracterizado por ser un país que recibe con los brazos abiertos a quienes son perseguidos: desde los niños de la República española, hasta los chilenos y argentinos exiliados por crueles dictadores. Incluso concedió asilo al enemigo número uno del temible y perverso Stalin, a un perseguido político del régimen soviético que ni siquiera pudo encontrar paz en Noruega.

Por eso es tan desconcertante la xenofobia que despertó la Caravana Migrante entre un puñado de mexicanos. Porque el fenómeno migratorio no nos es ajeno: está entre nosotros desde tiempos inmemoriales. Más aún, la discriminación la hemos sufrido en carne propia.

Aunque los brotes de posturas antiinmigrantes son todavía marginales, no deben dejar de preocuparnos, pues la estrategia discursiva para criminalizar a toda una colectividad ha probado ser sumamente eficiente en otros países. Inventar a un enemigo común y atribuirle la responsabilidad de todos los males que aquejan a una sociedad es una explicación contundente y fácilmente transmisible ante problemas cuyas causas son cada vez más intrincadas y estructurales. Pero, ¿para qué entrar en complejidades si resulta más taquillero parafrasear el slogan Make Tijuana Great Again y declarar que los derechos humanos son para los humanos derechos, como lo hizo el alcalde de Tijuana?

Caravana migrante

La andanada antiinmigrante se escuda en la mentira y en la manipulación La andanada antiinmigrante se escuda en la mentira y en la manipulación. Aprovecha la inmediatez de las redes y nuestra falta del hábito de verificar información antes de compartirla para propagar discursos de odio. Sirvan dos ejemplos. El primero es una mentira descarada: se ve a un padre con una pancarta en el que manifiesta el deseo de que sus hijos tengan una educación pública de calidad, sin represión y autoritarismo. En la segunda imagen el mismo padre aparece con la misma pancarta pero con un mensaje editado: “Si vas a apoyar que sea algo digno”. Desde luego, la imagen que se viralizó en redes fue la distorsionada.

El segundo ejemplo es una manipulación más sutil y por tanto más difícil de desenmascarar. Extraen de un reportaje de la Deutsche Welle un fragmento en el que aparece una integrante de la Caravana Migrante quejándose porque en los refugios solo les ofrecen frijoles, alimento que en su país se lo dan a los puercos. La andanada antiinmigrante procedió a viralizar la declaración de una integrante con el fin de caracterizar a toda una colectividad como malagradecida y así erosionar la solidaridad, un bien que todavía es abundante entre los mexicanos. Se trata de una típica falacia por generalización, en la cual a partir de una muestra muy pequeña e insuficiente (en este caso una sola persona) se pretende arribar a conclusiones extrapolables a todos los casos.

Caravanas migrantes han recorrido este territorio cuando menos desde que los aztecas iniciaron su periplo desde Aztlán. Y lo seguirán haciendo en tanto las brechas de desigualdad sean tan abismales entre el norte y el sur. Tenemos que ajustar nuestras políticas y posturas a esta nueva realidad: ya no solo somos un país expulsor, sino también uno de tránsito, de retorno y, cada vez más, uno receptor.

Metiéndole cuarta a la transformación

@EncinasN | @OpinionLSR | @lasillarota